Necesitamos que todo ruede a su ritmo, con sus capas oportunas, buscando salir de los enredos en los que algunas vicisitudes nos introducen.
Precisamos que la justicia nos lleve por los lugares más convenientes, por aquellos que nos regalan paz sin pedir nada a cambio.
Los hechos cotidianos nos pueden procurar experiencias benditas. El universo está de nuestro lado cuando somos capaces de observarlo. Tengamos esa actitud.
Tomemos aire para incorporarnos a los caudales de la emoción. La vida ha de admitir planes, pero igualmente cierta interpretación en positivo. No paremos.
Los deseos de toda una existencia han de fraguar con la dedicación debida. Busquemos. Hemos de otorgarnos el don de amar. Todo nos ha de llevar a ese instante en el que estemos en equilibrio con las personas adecuadas.
Démonos permiso para ello, y, si puede ser, para algo más con absoluta ternura. Con esta óptica vivimos en calma ya, sí, pero no olvidemos que somos el cariño que compartimos y que recibimos.