«Tengo miedo torero», brillante película chilena de Rodrigo Sepúlveda Urzúa

Un papel bordado por el gran Alfredo Castro

De estreno esta semana en Francia, la película chilena «Tengo miedo torero» de Rodrigo Sepúlveda Urzúa, magistralmente interpretada por Alfredo Castro, quien borda con esmero el que es a mi juicio un papel culminante en su carrera: un entrañable y patético travesti que se enamora de un joven revolucionario en el Chile de Pinochet en los años ochenta.

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Vi la película cuando se proyectó en el festival Cine Latino de Toulouse el año pasado y me encantó. La he vuelto a ver con verdadero placer, ahora con motivo de su estreno comercial en Francia y esta segunda visión me ha confirmado la que fue mi primera impresión.

«Tengo miedo torero» es una joya del actual cine chileno, cuarto largometraje de Rodrigo Sepúlveda Urzúa, quien ha sabido arropar la interpretación de Castro con un casting de excelentes secundarios: el actor mexicano Leonardo Ortizgris en el papel de Carlos, el joven revolucionario; la actriz argentina Julieta Zylberberg en el papel de Laura, camarada de Carlos, o la veterana actriz chilena Amparo Noguera en el papel de Doña Olguita. 

El guion es una adaptación al cine de una conocida novela chilena de Pedro Lemebel, escritor chileno y militante defensor de los derechos de la comunidad LGTB, que relata la historia de amor entre dos hombres. La loca es un travesti que vive en el superficial, festivo y patético mundo de la noche en el Chile de la dictadura pinochetista, sacudido por la represión militar y por un reciente terremoto. Una noche de redada policial en un cabaré, el joven Carlos, revolucionario mexicano llegado a Chile para organizar un atentado contra Pinochet, salva a la Loca y empieza así una compleja historia de atracción y amor entre ambos. Carlos busca servirse de la loca para organizar su actividad, y ella, enamorada del joven, busca protegerle.

El papel de la Loca del frente, la Doña, es interpretado por Alfredo Castro, a quien por cierto el autor de la novela le había sugerido interpretarlo en el teatro. Un papel repleto de matices y de profunda humanidad. Un travesti que borda manteles para la esposa de un general, en una miserable barriada de Santiago muy afectada por el reciente terremoto. Pero por amor va a correr riesgos que nunca imaginó, aunque sin perder nunca su lucidez: «loca, pero no huevona».

Omnipresente en cada secuencia Alfredo Castro brilla cuando habla, pero también cuando baila o canta ese magnífico repertorio de viejas canciones que van acompañando sus estados de ánimo y también sus silencios. La que da magnífico título a la película es «tengo miedo» (1968) de Augusto Algueró, cantada por Sara Montiel. «Tengo miedo torero» es una de los versos de la canción, que, en el marco de esta historia de represión militar y homófoba, tiene una dimensión mucho más compleja y profunda.

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De relieve también la utilización en el relato fílmico del resto de canciones latinoamericanas: las mexicanas «La llorona» con Chavela Vargas, o «Invitación a pecar» con Paquita del barrio, «La pollera colorá» cumbia colombiana de Alberto Barros, o la que cierra la película, «Si no hablamos» con el argentino Pedro Aznar y el chileno Miguel García. Canciones que acompañan la paleta de sentimientos expresados por la loca del frente. Canciones para durante y después de esa guerra chilena contra la dictadura y la homofobia.

El personaje de la loca es un héroe a pesar suyo, que no cree en la Revolución con mayúsculas de los comunistas. «El día que tu revolución incluya a las locas, avísame, yo estaré en primera fila» dice la Doña, muy consciente que la represión contra los homosexuales se ha desarrollado también en regímenes comunistas, como en Cuba. El final de la película que no revelaremos aquí es precisamente muy significativo en esa sana crítica de la homofobia.

El personaje de la loca me ha hecho pensar en el general de la Rovere que interpretaba De Sica en la célebre película de Rossellini, por ese aspecto de héroe a pesar suyo. La puesta en escena de Sepúlveda tiene por momentos el sabor del neorrealismo italiano, pero en su uso de las canciones y de la música como contrapunto del drama, impone la festiva y tónica mirada latinoamericana, con un tratamiento propio, absolutamente original y poético. A ver absolutamente.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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