Trama Gürtel: Correa, o el síndrome del conseguidor

“Me pasaba el día en Génova, estaba más tiempo allí que en el despacho. Era mi casa”. Con absoluta tranquilidad, y con pinta un tanto dandy de galán de culebrón venezolano, el que fuera factótum principal –pero no único- de la conocida como trama Gürtel, corrupción en estado puro, Francisco Correa, se expresaba en estos términos ante el tribunal de la Audiencia Nacional que lo está juzgando junto a otros congéneres en el oficio de los negocios turbios, más bien oscuros, tirando a negros. Solo le faltó decir que estaba a punto de llevarse a la sede del Partido Popular el pijama y el cepillo de dientes pues, como argumentaba, aquella su posada o pensión ubicada en el corazón de la Villa y Corte de Madrid era “su casa”, una especie de casa de tócame Roque.

Francisco Correa acude a una de la sesiones del juicio de la trama Gurtel

Una casa, la sede del PP, de la que podría pensarse, a tenor de lo descrito por Correa, que en aquellos años de bonanza dineraria debía ser un lodazal donde anidaban los negocios sucios enmarcados en el ladrillo, un lugar ante el que la famosa cueva de Ali Babá hubiese quedado como un claustro de monjes cistercienses ante cualquier comparación. Correa, al que algún medio de comunicación ha definido como “El Padrino Correa”, describe con pelos y señales cómo se confeccionaba el negocio de la Gürtel, en el que había en juego mucho, muchísimo dinero, millones de euros, algunas de cuyas “migajas”, en forma de cientos de miles de euros iban pagar a sus bolsillos, con el correspondiente reparto de “dividendos” con el que fuera tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, lugarteniente de Correa en sus correrías y corredurías ladrillo-dinerarias, un sujeto este último que ante el descubrimiento de sus muchos millones de euros en Suiza solo se le ha ocurrido decir que tiene “mucho olfato” para los negocios, y que es un nuevo “emprendedor”. Y tanto.

Tras enfrentarse a una acusación enmarcada en más de 500 páginas, el ínclito Francisco Correa ha narrado con pelos y señales ante el Tribunal de la Audiencia Nacional cómo nació y cómo funcionaba la red de corrupción que manejaba aunque, eso sí, negando el carácter delictivo de sus actuaciones ya que, muy digno él, ha argumentado: “Si hubiera tenido una red criminal hubiera contratado a criminales”…

Viendo las distintas sesiones del juicio de la trama Gürtel, podría deducirse que Francisco Correa y su séquito de vecinos de banquillo vienen a ser un a modo de auténticos ejemplares autóctonos de esta nuestra rica fauna ibérica sin peligro de extinción que abunda en España y que tanto ha medrado a lo largo del tiempo. En este caso pusieron sus ojos en el ladrillo en un tiempo en el que gobernaba el presidente popular José María Aznar, regidor que quiso convertir el país en “zona urbanizable”, poblándose España de grúas por todas partes, por lo que nuestra geografía parecía una ferralla empapelada de ladrillo mientras los listos iban a lo suyo, como siempre, a ganar y ganar, parto y reparto y me llevo una parte.

Todo comenzó en el año 1996 llegando hasta 2004, tiempo en el que por una parte se hicieron grandes negocios y por otra el partido en el gobierno se llevó su parte, según Correa, vía dádivas de forma anónima que iban a parar por conducto de su tesorero a enjugar campañas o pagar mejunjes varios, ya que algunas empresas del gremio de la construcción querían agradecer los favores prestados para poder quedarse ellas con contratos en grandes obras en carreteras, autopistas, vías del AVE, y que por tanto, ante el boyante negocio, no tenían el menor reparo en pagar “mordidas” del 3 %, “pecata minuta”, al “conseguidor”, maestro al parecer en asuntos de negocios opacos. “No sé cuánto dinero he llevado al Partido Popular. Puede que mil millones. Unas veces se lo entregaba a Bárcenas en la sede de Génova 13, y otras en su casa”, ha dicho el susodicho en el juicio.

Según palabras del jefe de la trama Gürtel, experto donde los haya en estos menesteres, todo estaba perfectamente hilvanado en el tema del negocio del ladrillo, ya que, según se expresa, el hombre no daba puntada sin hilo, por lo que tenía un “modus operandi” marca de la casa: el caso era lograr que a empresarios afines al PP les fueran adjudicadas obras de gran calado en millones de euros. Una vez conseguido el objetivo, Correa cobraba la correspondiente comisión o “mordida” “por los servicios prestados”, pasándole una parte al tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, quien la repartía entre los que habían “colaborado”, ya fuera el partido o él mismo. Junto a todo ello, el “conseguidor” solía ser muy espléndido con todos aquellos que tenían que ver algo en el negocio, ya fuera en forma de regalos importantes, sobres entregados por él mismo en mano u otras “naderías”. Podía tratarse de dinero contante y sonante, o regalos de todo tipo, desde pequeños –“unas simples corbatas”- o grandes –“le regalé no dos, sino tres coches”-.

Queda mucha tela que cortar en la trama Gürtel, y es posible que a más de uno Correa le haga un traje a la medida, ya que al parecer está llegando la hora de ajustar cuentas, y no está dispuesto a aceptar los 125 años a la sombra que pide para él la Fiscalía.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha seis libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», y «Memoria Histórica. Para que no se olvide». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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