Transgénicos siembran nuevos caminos en México

El productor de frijol Manuel Alvarado integra el mayoritario grupo de agricultores de México que considera innecesario la introducción de variedades de la leguminosa genéticamente modificadas, que impulsa el gobierno, informa Emilio Godoy (IPS).

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María Solís siembra maíz nativo de varios colores, aún no contaminados por la presencia de transgénicos. Crédito: Emilio Godoy/IPS

 

«En rendimiento no hay un estudio que demuestre que es superior a los híbridos o las semillas regionales. La gente no sabe todavía qué es un producto transgénico, ni los efectos que provoca, pero algunas cosas que se conocen no son buenas», dijo Alvarado, quien encabeza Enlaces al Campo en la ciudad de Fresnillo, en el norteño estado de Zacatecas.

Entre los problemas que pudieran ocasionar estos organismos genéticamente modificados (OGM), el también revendedor al por mayor del grano recordó a Tierramérica que «se habla que los transgénicos van a contaminar a los criollos y los híbridos y las semillas de las primeras tienen mayor capacidad de germinación que las transgénicas».

El frijol enfrenta en México un contexto de sobreproducción, precios bajos e importaciones crecientes, en un país donde hay 300.000 productores de la leguminosa, la mitad de ellos de pequeña escala.

Alvarado ha recogido entre 12 y16 toneladas por hectárea de 10 variedades criollas de frijol en una extensión de 15 hectáreas. Además, ha probado 28 híbridos de maíz de 10 marcas comerciales y ha obtenido hasta 15 toneladas por hectárea en una superficie de 14 hectáreas.

En 2013, en México se cultivaron 1,83 millones de hectáreas de frijol, con una producción de 1,28 millones de toneladas y un rendimiento de 1,79 toneladas por hectárea, según datos del independiente Observatorio de Precios.

Los norteños estados de Zacatecas Durango y Chihuahua son sus principales productores.

La plantación de OGM en México está dando un giro, para dejar de concentrarse en el cultivo de maíz y soja, después que en 2013 varios amparos legales congelaron su siembra. La ofensiva del gobierno mexicano y de la industria se amplía ahora al frijol y al trigo, entre otros.

El estatal Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) presentó el 22 de abril ante el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) una solicitud para el cultivo experimental de frijol (Phaseolus vulgaris L.) transgénico en 0,12 hectáreas en el central estado de Guanajuato.

Esa petición se basa en la investigación «Resistencia al Colletotrichum lindemuthianum en frijol común transgénico, expresando el gen defensina de Arabidopsis thaliana», financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Secretaría (ministerio) de Agricultura y cuyos resultados se publicaron en 2013 en la Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas.

Los cinco autores, expertos del Inifap, generaron 20 plantas transgénicas de frijol a partir de cinco líneas independientes que mostraron resistencia a dos razas del hongo patógeno Colletotrichum lindemuthianum, causante de la antracnosis. Eso no lo hacen las plantas sin transformación genética

Esa plaga, junto con la roya, la mancha angular de la hoja y la pudrición de las raíces, afectan al frijol, del cual hay unas 70 variedades en México.

Silvia Ribeiro, directora para América Latina del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología, Concentración, criticó como un nuevo «truco» que se recurra a los fondos públicos para promover esas investigaciones y así apoderarse de los cultivos que sostienen la alimentación.

«El uso de recursos públicos para desarrollarlos aumenta la dependencia técnica, lo adecuado sería dedicar esos fondos a apoyar la gran sabiduría que existe en el manejo campesino de frijol, además de promover más el manejo preventivo y del agrosistema», planteó a Tierramérica.

El Senasica ha recibido este año cuatro solicitudes de siembra experimental y piloto de maíz transgénico para 10 hectáreas en los estados noroccidentales de Sonora y Sinaloa por parte de la compañía estadounidense Pioneer. Otras cuatro piloto para algodón provinieron de la también estadounidense Monsanto, para 85.000 hectáreas en distintos estados.

Además, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo presentó cinco solicitudes de plantación experimental de trigo para media hectárea en el estado central de Morelos, contiguo a Ciudad de México.

En 2013, el Senasica recibió 58 solicitudes de cultivo transgénico experimental, piloto y comercial de maíz en un total de más de cinco millones de hectáreas, que realizaron las corporaciones Monsanto, Pioneer, la suiza Syngenta y la estadounidense Dow Agrosciences.

Adicionalmente, se registraron 29 de siembra experimental, piloto y comercial de algodón por más de 700.000 hectáreas de Monsanto y la alemana Bayer. Esta firma también requirió tres permisos de plantación experimental de soja sobre 45 hectáreas en los sudorientales estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán y el sureño territorio de Chiapas.

Por su parte, la estadounidense Forage Genetics pidió el aval para la plantación experimental de alfalfa sobre 0,38 hectáreas en el norteño estado de Coahuila.

«Quieren desplazar el foco del debate sobre que solo las empresas presentan solicitudes y demostrar que hay capacidad para la investigación nacional», señaló a Tierramérica la coordinadora del programa Sistemas Alimentarios Sustentables del no gubernamental Grupo de Estudios Ambientales, Catherine Marielle.

En julio del año pasado, 53 particulares y 20 organizaciones de la sociedad civil interpusieron un amparo colectivo en contra de las solicitudes de cultivo de maíz transgénico y en septiembre siguiente un juez federal les concedió la suspensión cautelar de cualquier autorización para su siembra.

Las secretarías de Agricultura y de Ambiente y las empresas afectadas presentaron más de 70 impugnaciones al dictamen, pero el caso «tomará tiempo», según fuentes del tribunal.

Además, desde marzo organizaciones de apicultores y comunidades indígenas han ganado otros dos amparos provisionales contra la cosecha comercial de soja transgénica en Campeche y Yucatán.

En junio de 2012, la Secretaría de Agricultura avaló a Monsanto para la plantación comercial de soja transgénica sobre un área de 253.000 hectáreas en siete estados mexicanos, entre ellos Campeche.

«Hemos perfeccionado paquetes tecnológicos sobre cómo se prepara la tierra, qué semilla usar, qué fertilizantes aplicar. A mediano plazo, buscamos migrar a fertilizantes orgánicos, todo eso lo echaría por tierra la imposición transgénica», resaltó el productor Alvarado.

Actualmente, un productor vende el kilogramo de frijol entre 30 y 45 centavos de dólar. Con un subsidio estatal de monto similar, los cultivadores recuperan los costos de producción.

Para Alvarado, los cosechadores pueden competir con las importaciones estadounidenses «si nos organizamos en las zonas productoras y el Estado acopia, tiene línea de crédito para los productores y se da valor agregado» a la leguminosa.

Aunque se comercializan desde mediados de los años 90, casi toda la producción de OGM se concentra en 10 países: Estados Unidos, Brasil, Argentina, Canadá, India, China, Paraguay, Sudáfrica, Pakistán y Uruguay, por ese orden.

Casi todos los cultivos transgénicos se destinan a forraje para pecuaria industrial, pero México pretende que los cultivos de maíz al menos entren en la cadena alimenticia humana.

El gobierno respalda los OGM, explican funcionarios del sector, porque ayudarán a enfrentar a mediano y largo plazo los efectos climáticos sobre la producción de alimentos y garantizar así la seguridad alimentaria.

«México no necesita transgénicos. El país nunca produjo tanto maíz como ahora. Además, con transgénicos no puede haber bioseguridad, ellos traen la erosión genética», porque la contaminación de los cultivos convencionales es inevitable, aseguró la especialista Ribeiro.

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