“La globalización es lo mejor que le ha pasado al mundo”, sostiene Mario Vargas Llosa
El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa presentó en Madrid su nueva novela, “El héroe discreto”, libro en lanzamiento simultáneo en todo el ámbito de la lengua castellana, siendo una de las temáticas neurálgicas de la obra las consecuencias negativas del desarrollo y la respuesta de la ciudadanía, informa Carmen Chamorro.
El gran problema de América Latina es la corrupción, la conspiración y el narcotráfico contra el fortalecimiento de las instituciones y que propagan cinismo y una actitud despectiva contra la moralidad. “Pagan mejores salarios que el propio Estado”, dijo el escritor.
Según Vargas Llosa, lo mejor que le ocurrió al mundo fue la globalización, la mezcla de la coexistencia de la diversidad, la integración de culturas diferentes, lento desvanecimiento de las fronteras, aunque también provoque reacciones negativas, como “el llamado de la tribu” (el que se refiere el filósofo y teórico, Karl Popper).
Para el Premio Nobel de Literatura, el nacionalismo (la regresión a la tribu), que origina problemas atroces en países tan avanzados, todavía saca la cabeza en la sociedad actual, una difícil carga de combatir, “lo que yo estimo como el regreso a la tribu”. La cultura es el mejor instrumento para combatir el nacionalismo. Salir de la tribu es el inicio del progreso, la puesta en marcha de la civilización; el individuo que decide salir de la tribu, adquiere soberanía e independencia. “Pero siempre está en el subconsciente porque vuelve a formar parte de la comunidad, quien tomará por nosotros las decisiones y eso es el nacionalismo”.
Vargas Llosa esgrimió que una actitud peligrosa es condenar en bloque a toda una clase política que “inspira miedo y baño de mugre”. No conviene pensar de manera radical pese a que las mejores personas no desean hacer política. Todos los países disponen de buena gente pero no llegan a dirigir ni siquiera acceden a puestos de mando porque optan por pasar del horror a la libertad.
Mario Vargas Llosa explicó que “uno no inventa a partir de la nada, sino de la materia que la memoria conserva”. La novela se gestó a partir de las propias experiencias personales ya que la imaginación no trabaja en abstracto, sino a través de imágenes de experiencias vividas, archivadas en la memoria, y que la fantasía dispara al exterior, “lo que yo estimo como el corazón de toda la ficción”. América Latina ha vivido un notable proceso de desarrollo desde el año 2000, período testigo de consensos muy amplios que han permitido acceder a la política económica de apertura, el crecimiento de las clases medias, la emergencia de empresarios humildes y exitosos, “ha cambiado la faz de la sociedad peruana”. “Toda historia es el conjunto de todas las historias con ramificaciones infinitas. Es algo que siento cada vez que escribo, la dificultad de llegar al fin”. Vivo como si la muerte no existiera, sin perder la capacidad de proyectar anhelos”.
La novela narra la historia paralela de dos personajes: el ordenado y entrañable Felícito Yanaqué, un pequeño empresario de Piura, que es extorsionado; y de Ismael Carrera, un exitoso hombre de negocios, dueño de una aseguradora en Lima, quien urde una sorpresiva venganza contra sus dos hijos holgazanes que quisieron verlo muerto. Viejos conocidos del mundo vargallosiano aparecen en estas páginas: el sargento Lituma y los inconquistables, don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito, todos moviéndose ahora en un Perú muy próspero.
Un libro lleno de humor, en clave de melodrama, que ocurre en el pujante Perú actual, donde Piura y Lima ya no son espacios físicos, sino reinos de la imaginación poblados por los personajes del escritor, Mario Vargas Llosa.
