Rebecca Hall (“Vicky Cristina Barcelona”) y Jason Sudeikis (“Cómo acabar con tu jefe”) protagonizan esta comedia romántica, bastante tonta, sobre las segundas oportunidades que brinda la vida, sobre una mujer que encuentra en un aspirante a escritor la fuerza necesaria para recomponerse tras la muerte de su marido, un famoso cantante folk.
Esto es lo que dice la publicidad de la película “La última canción” (Tumbledown), aunque lo cierto es que la joven viuda ya había empezado a “recomponerse” con un chico de la localidad. A la viuda y al escritor les acompañan en el reparto Joe Manganiello (“Magic Mike”), Dianna Agron y Blythe Danner.
Hannah (Rebeca Hall), periodista de una publicación local en la pequeña ciudad del Maine, que se dedica a entrevistar a las gentes de la localidad, intenta escribir una biografía de su difunto marido, un aclamado músico folk, fallecido prematuramente durante una excursión de senderismo. Las cosas cambian cuando conoce a Andrew (Jason Sudeikis), aspirante a escritor neoyorquino interesado por el personaje del músico, al que pide ayuda para el libro. Como le invita a escribirlo al alimón, y en su casa, entre ambos surge la inevitable relación “muy especial”, que estaba cantada desde el primer encuentro.
El cantante y compositor Damien Jurado ha escrito las canciones que supuestamente creó el difunto Hunter Miles; hermosas composiciones que reconcilian al espectador con lo que está viendo en la pantalla.
Nada nuevo bajo el sol. Lo actores cumplen lo estrictamente necesario sin conseguir encontrar el “tono” necesario. El director, Sean Mewshaw, primerizo en el largometraje, tampoco es que haya intentado aspirar a un Oscar con esta película. Como he leído en el comentario de un cinéfilo, “Hannah y la audiencia se merecen algo mejor”.