No, muy fina no has estado, querida. Sí tú, Carmen Martínez Castro, de profesión, secretaria de estado de comunicación. Si los micrófonos callaran no sabríamos realmente lo que piensas, pero dado que este oficio sigue vivo aunque nos quieran callar en la televisión pública, se ha sabido cómo te las gastas.
Efectivamente se joden en toda la extensión de la palabra porque para esto el castellano no solo da de sí, sino que viene que ni al pelo. Ofensa, lo que se dice ofensa no es, porque los pensionistas, como bien sabes, están jodidos, no ofendidos. Y si tenías tal y como dijiste ganas de hacerles un corte de mangas de cojones, para decirles, os jodéis, haberlo hecho mujer, que a la gente se la conoce por sus actos no por lo que pone en el cargo político.
¿Sabes una cosa, querida Carmen? Cierto es que se joden; cierto es que es vergonzoso que personas que pasaron la guerra civil; esa de la que seguimos hablando porque no veas lo que da de sí, sigo con tu tono macarra para que me sigas; esas personas, mantienen a sus familias cuando sus hijos mayores de 45 años se han quedado en un paro que ya no es circunstancial, llega a ser eterno.
Y si crees, según has dicho también tú, «que debes pedir disculpas y santas pascuas», te equivocas. Bien te pareces a Andre Fabra que tras unas medidas de recorte espetó como tú un «que se jodan» que también iba para los mismos. Y realmente, están en su derecho de abuchear al presidente de la nación que está llevando a la deriva su futuro; está mermando la calidad de vida de su presente y se está mofando de lo que tuvieron que trabajar en el pasado.
Esa es su sensación; solamente esa, y has acertado de nuevo, se joden porque no les queda otra. Ante la corrupción, la financiación ilegal; la muestras de poca categoría humana de políticos que han empañado el buen hacer de los otros políticos que no roban, están en su perfecto derecho de pedir lo que no se les ha dado; la ridícula subida del 0.25 % que no les permite comprar ni un chupachups.
Y ya te puedes ir tranquila. Has pasado a la historia como una persona que no tiene ni respeto ni educación por los demás. El barniz de la política no te permite ser una señora en toda la extensión de la palabra y como cada cual, te has retratado ante tí misma, ante los tuyos y probablemente ante tus padres que sí serán pensionistas, no pasarán calamidades, pero sí tendrán a una hija que no respeta a sus iguales; y eso, para unos padres no es moco de pavo.
Ahí queda la hemeroteca; cita, que algo queda. Para mayor gloria de los que sí hacen un trabajo digno que es cuidar de sus nietos; para los que sí trabajaron durante 40 años para tener algo, que sepas que no les llegas ni para descalzarlos porque para eso hay que tener señorío y eso, te lo dan en casa, querida.
Y a todo esto no sé qué pensará tu jefe, el gallego, el que está contigo adonde sea con pan y cebolla; no sé si le parecerá muy adecuado mofarse de los ancianos; no le veo, y mira que mete la pata, diciendo gazapos. Ordinaria, sí, ciertamente, ordinaria; bajeza toda, donde las haya y crueldad, demasiada crueldad, llegados a este punto. Eso sí, va contigo, querida, para siempre.
Arrieros somos y en el camino nos encontraremos, dice un refrán español.
