Es evidente que la economía colaborativa está alcanzando altas cotas de aceptación en múltiples actividades que hasta hace poco eran privativas de empresas comerciales, y este avance se ha producido gracias a las nuevas teconologías de la información y la comunicación, bautizadas como TIC, que han permitido el paso de lo local a lo global.
Esta afirmación viene a cuento porque la economía colaborativa es tan antigua como la humanidad, y si nos perece novedoso es porque hemos olvidamos que durante miles de años se pudo sobrevivir porque en las pequeñas colectividades se trabajaba para el grupo, y de ahí vino aquel aserto de cada cual según sus capacidades y a cada uno según sus necesidades que intentaron llevar a la práctica ya en siglo XX algunos políticos como primera fase de la sociedad comunista.
Pero en el siglo XXI ha quedado patente que el ansia de beneficio de muchas empresas hace olvidar el fin último que deben tener de satisfacer necesidades de productos y servicios de la mayoría de la sociedad y no solo de quien puede pagar un precio alto, y asistimos al nacimiento continuo de las famosas aap, esas aplicaciones que permiten poner en contacto a personas que tienen una necesidad con aquellas que pueden satisfacerla.
Ejemplos hay muchos, en el alquiler de alojamientos, en el intercambio de casas, en compartir vehículo… y aunque es cierto que es una realidad que revoluciona todo lo regulado hasta la fecha y está encontrando muchas resistencias desde lo establecido y normalizado, como ocurre con el alquiler de vehículos con conductor, lo cierto es que responde a las necesidades del nuevo ciudadano que prefiere cada vez más el pago por uso a la propiedad, y no solo el ciudadano urbanita, como están demostrando los “chalecos amarillos” que salen en los pueblos más pequeños de Francia porque se sienten abandonados por las administraciones públicas y por las empresas que no consideran rentable ocuparse de ellos.
En este nuevo mundo de la economía colaborativa una de las posibilidades más reciente es la de alquiler de vehículos entre particulares, para no dejar ociosos vehículos que tienen poco uso por diversas circunstancias.
No sería novedad escribir ahora de ello si no fuera porque estas nuevas actividades de economía colaborativa son sensibles, posiblemente no podría ser de otra manera, a las preocupaciones de las nuevas generaciones por vivir en una sociedad más igualitaria y en un medioambiente más sano.
En este ámbito, un bloguero de los que se hacen un hueco entre los que se llaman “influencers”, ha hecho público que una compañía, Drivy, que se dedica al “carsharing” o servicios de alquiler de coches entre particulares, ha decidido apostar por la actividad sostenible, y no se limita a publicitar que colabora para liberar las ciudades de coches, o que no se limitan a los grandes núcleos de población como las “rent a car” tradicionales, sino que presume de estar configurando una amplia flota de vehículos eléctricos, a cuyos propietarios no cobra la comisión habitual, para promover su inclusión con precios más competitivos.
El servicio de Drivy, una compañía de origen francés, se ha marcado el objetivo para 2019 de reunir una flota de 150 vehículos eléctricos en Barcelona, ciudad en la que tiene la sede en España. Para los automóviles con motorizaciones tradicionales la comisión es del 30 % de la cantidad que perciba el propietario del vehículo, que incluye la retribución por el servicio que presta la aplicación, el seguro de daños y el de asistencia en carretera.
Esta compañía considera que darse de alta en su plataforma es de interés para usuarios que tengan un vehículo disponible que quieran rentabilizar cuando no lo utilizan, o para autónomos del transporte de personas que dispongan de más de un vehículo.
La aplicación permite conocer si hay vehículos disponibles en las cercanías en casos de necesidad sobrevenida, o planificar el alquiler al mismo tiempo que el resto de elementos de un viaje, acceder al coche alquilado desde el móvil y gestionar toda la tramitación y la entrega desde la aplicación.
Pero si se desea conocer más a fondo esta nueva realidad del “carsharing”, tanto desde el punto de vista de quienes ponen su coche en alquiler como desde quienes utilizan este nuevo servicio, pueden entrar en el blog del influencer que describe paso a paso todo el proceso, aderezado con anécdotas personales muy ilustrativas.
Alguien ha pensado en la Seguridad Ciudadana ?? Ya se nos ha olvidado lo que ocurrio en Barcelona con un vehiculo de alquiler, pues nada a facilitar el trabajo a los malos…..