Estrenada en el mes de julio coincidiendo con su presentación en Cannes, «Titane» de Julia Ducournau logró veinte mil entradas en un mes, pero con la aplicación del liberticida pase sanitario, la afluencia bajó a cinco mil espectadores, a partir del 10 de agosto. Su productor Jean Christophe Reymond estima que tal medida incoherente e injusta ha sido mortal para su película.
«Titane», galardonada con la Palma de Oro del festival de Cannes, no ha escapado a las nefastas consecuencias del citado pase exigido para entrar en las salas de cine. La asistencia al cine se ha visto reducida en setenta a ochenta por ciento, para el conjunto de las películas estrenadas en Francia.
Siendo «Titane» una película de género fantástico estilo «Metal hurlant», que tiene por definición un público propio de aficionados, y habiendo obtenido además la Palma en Cannes, que le otorga la etiqueta de cine de autor, es comprensible la decepción del productor y de los distribuidores. Unos y otros esperaban una mejor carrera comercial.
«Titane» es el segundo largometraje de ficción de la joven cineasta francesa Julia Ducournau, quien se dio a conocer en 2016 con «Crudo» (Grave), saludada por la crítica como una cineasta prometedora y una revelación en ese género que mezcla el horror y el thriller erótico, con la reflexión sobre la identidad sexual y el microcosmos familiar, la paternidad y la maternidad.
Con «Titane» Ducournau persiste y firma en el tipo de cine que le interesa, pero en esta ocasión formalmente superior a «Grave» y servida por un presupuesto consecuente y buen número de efectos especiales.
Las influencias cinéfilas de David Cronenberg («Crash» o «Videodrome») y de Bertrand Bonello («Tiresia»), son evidentes y reivindicadas por su autora. La protagonista, interpretada por Aghate Rouselle, es una mujer que de niña sufrió un accidente, y el injerto en su cráneo de una prótesis de Titanio la ha convertido en una especie de erótico «transformer» transgénero y «serial killer». Un personaje frío y criminal que no despierta la empatía del espectador, no obstante, su evolución posterior.
El propio Bonello interpreta por cierto el papel de padre de Alexia en la película. El padre adoptivo, en el rol de un bombero drogadicto que practica la musculación está a cargo del excelente actor Vincent Lindon. Ese universo masculino, con claras referencias a la homosexualidad será finalmente el refugio de Alexia.
La fascinación por el universo metálico de la industria automóvil, cuyas carrocerías son asimiladas en la publicidad al erotismo femenino, evoca en «Titane» el universo fantástico de Cronenberg, con una secuencia de fornicación entre Alexia y el automóvil.
De la primera parte con varias escenas gore de esa psicópata asesina, el relato evoluciona hacia una temática transgénero, con el improbable encuentro entre Alexia y su padre adoptivo. Dos personajes patéticos uno en busca de paternidad y ella embarazada en busca de maternidad con una especie de alien metálico en sus entrañas.
«Titane» resulta en consecuencia una obra tan espectacular en sus efectos especiales como fría y metálica cuando busca provocar la emoción.
Más allá de su brillante factura formal, el guion y los personajes de «Titane» dejan mucho que desear. En cuanto al carácter gore que había sido muy destacado en la publicidad, tampoco es para tanto, aunque en los festivales siempre hay almas sensibles que abandonan la sala.
