¿Le gustaría vivir en una iglesia?
A mí tampoco, pero se lo pregunto porque por falta de fieles, cientos de templos se están vendiendo super baratos en Europa y Estados Unidos.
Europa fue durante casi dos milenios sostén del cristianismo, pero actualmente sus iglesias, conventos y capillas se están convirtiendo en tiendas, hoteles, bares y restaurantes.
Situación que para el obispo de Amberes «es muy dolorosa y sin posibilidad de retorno».
Su declaración a la Asociated Press fue publicada por el periódico Fortune en nota de Raf Casert, sobre el abandono de templos que se inició hace cuatro décadas y es visible sobre todo en Flandes, al norte de Bélgica, sede de algunas de las catedrales más grandes y artísticas del continente.
Según encuestas, únicamente el diez por ciento de los católicos sigue asistiendo a misa con regularidad y llega a pasar que si algún coro religioso visita alguna de las trescientas ciudades de Flandes, sus integrantes son más que los que acuden.
Una de esas ciudades es Malina, con 85.000 habitantes y muchas iglesias sin fieles; entre ellas, la catedral de San Romualdo, con todo y campanario declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Su alcalde, Bart Somers, lleva años intentando dar a 350 edificios religiosos, de muy caro mantenimiento, un uso diferente.
«Tenemos ya en antiguas iglesias, una cervecería, un centro cultural, una biblioteca y un hotel donde la gente seguramente tiene relaciones sexuales y no me preocupa si eso va contra la moral, sino preservar su valor arquitectónico».
Lo ha logrado la iglesia de San Antonio de Padua de Bruselas, ahora club de escalada Maniak Padoue; donde en lugar de hacer fila para comulgar, la gente escala un muro multicolor que compite con las antiguas vidrieras.
«Y cuando el sol las atraviesa y deja ver su luz y colores resplandecientes, se siente la iglesia», dijo Kyril Wittouck, cofundador del club.
En la del Sagrado Corazón, situada cerca de la casa arzobispal, los confesionarios están apilados mientras se termina su remodelación en cafetería y sala de conciertos.
En el hotel Martin’s Patershof se desayuna frente al antiguo altar; una iglesia franciscana se trasformó en el lujoso hotel Spirito cuyo logotipo es un sacerdote besando a una monja y un templo anglicano, es club nocturno.
Las religiones, sobre todo la católica, están en decadencia, pero independientemente de si son religiosas, agnósticas o ateas, las personas siguen teniendo un sentido de lo sagrado y necesidad de reflexión y el aura de tranquilidad de una iglesia, es difícil de igualar.
Por eso Bonny admite que lo mejor fue haber regalado algunas a comunidades cristianas coptas o de Europa del Este y sufre cuando un agente inmobiliario pretende comprarlas: «no puede creerse lo piadosos que fingen ser; ante una ganancia se vuelven más devotos que una monja».
Y en Estados Unidos, la situación es por el estilo.
El New York Times publicó este 25 de octubre, un artículo de MT Brown sobre la venta de cientos de iglesias a excelentes precios.
Desde el año 2000 se desplomó en setenta por ciento, el número el número de quienes pertenecen a una iglesia, sinagoga o mezquita; siendo las congregaciones pequeñas las más vulnerables.
«Solo quedábamos tres personas cuando tomamos la decisión de cerrar la iglesia», confesó Travis Abernathy, de 81 años, de la Iglesia Metodista Unida de Deyton Bend, en Carolina del Norte.
Y se alegraron cuando la compró Louis Cahill; cuyo dormitorio será la plataforma elevada del altar y la mesa de consagración el bar: «Si lo piensas bien, el altar es una mesa diseñada para servir vino».
A punto de jubilarse Louis y su esposa Kathy se enamoraron «por su olor a iglesia», de ese templo construido en 1943 con ladrillo rojo y cuando a fines de 2023, su precio bajó a 275.000 dólares, la compraron.
Quienes gustan de esos olores, campanarios y grandes fachadas, tienen donde escoger porque hay más de 1100 iglesias en venta para convertirlas en tiendas, bibliotecas, pistas de patinaje o viviendas, cuando carecen de estacionamiento.
«Pero el mercado no está preparado», expresó Ryan Burge, profesor de la Universidad Eastern Illinois, autor de The Great Dechurching y expastor que debió cerrar su Iglesia Bautista, en Mt. Vernon, Illinois.
Las oportunidades son muchas para quien tiene dólares a la mano.
Rob Oliverio compró en 2016 la iglesia de Key West y la volvió escuela dominical con un departamento de dos habitaciones, y adquirió en 150.000 dólares una de Maine, para hacerla hotelito ecológico.
Y como también los templos judíos están siendo abandonados, creo se extiende la idea sustentada hace siglos por el filósofo neerlandés de origen sefardí Baruch Spinoza, de que la comunicación con Dios puede hacerse donde uno quiera, sin plegarias autorizadas ni horas fijas.
