Aliada de las abejas

La importancia de las abejas es tanta, que la humanidad no podría existir sin ellas.

Abeja-sobre-flor-de-naranjo-900x526 Aliada de las abejas

Y la investigadora peruana Ysabel Calderón las tiene de aliadas en la reforestación de un bosque de su comunidad, según relata Sally Jabiel en una nota para El País de este domingo 15 de diciembre.

El año 2017, tras estudiar ingeniería química en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo de Perú, en Lambayeque, Calderón regresó a San Francisco de Asís buscando hacer algo por la comunidad donde creció; a cuyas montañas la deforestación ha dejado casi sin algarrobos y palosantos.

Y como de ahí son abejas productoras de una miel con propiedades antimicóticas, cicatrizantes y antiinflamatorias que por no tener aguijón y no picar, pasan desapercibidas, decidió aliarse con ellas para financiar la siembra de más de dos mil árboles, parte de su proyecto Sumak Kawsay, buen vivir en quechua.

Y comenzó a vender con gran éxito la miel de una colmena de estas abejas meliponinos, que viven en los troncos ahuecados de árboles viejos y cuidaba junto a su madre.

Como esa miel es muy apreciada, los comerciantes los tumban para extraerla y dejan a toda la colonia a merced de pájaros y hormigas que devoran las larvas y contribuyen a la deforestación.

Explicó Calderón que existe poca investigación sobre las abejas con aguijón de las que hay más de veinte mil especies y menos aún de las que no lo tienen y según cálculos hay unas 175 especies; casi todas en la región Amazónica.

Ysabel ha investigado a tres, que viven entre los cien y los mil metros sobre el nivel del mar y advierte que mientras más alto están, es mayor su peligro de extinción.

Para continuar con su reforestación, cosecha y vende diez variedades de miel en tonos que van de los más claros a los oscuros; asegurándose de no usar agrotóxicos para cuidar la salud de sus colmenas y de otros polinizadores.

«El color, el sabor, la textura y el aroma nunca son iguales y cuando llueve, crecen algunas plantas que aportan nuevos sabores y texturas», dice.

Y junto a mujeres de su comunidad está implementando visitas turísticas, en las que explican la vida de las abejas y cómo conservar el bosque seco.

Su trabajo ha sido reconocido con premios y fondos que han ayudado a sus esfuerzos.

En 2023 fue nombrada Guardiana de Restauración de Montañas por el Foro Global sobre Paisajes y este 2024, recibió el Carlos Ponce del Prado, y la Fundación Ambiental AEON le entregó durante la COP16 de octubre en Cali, Colombia, el Premio Midori, con cuyo fondo lanzará el proyecto Guardianas de las abejas nativas y entrenará a más mujeres.

Pero más que insectos que le dan premios, Calderón los ve como maestras: «Cada abeja tiene una función en la comunidad y nos enseñan a trabajar en equipo; su mensaje es claro».

Pensando en abejas y flores y viendo en mi jardín a las abejas con aguijón agolparse sobre los azahares de los cítricos, busqué un artículo del portal History Facts sobre las naranjas; uno de los frutos más ricos y consumidos en todo el mundo y que no siempre han sido anaranjadas.

Dice ahí Tony Dunnell que hace siglos no eran populares y su actual aspecto es resultado de miles de años de cultivo y mezcla de toronjas con mandarinas, que eran poco más grandes que las aceitunas.

Agrega que todos los cítricos son originarios del sureste del Himalaya, donde aparecieron hace ocho millones de años y se extendieron por el subcontinente indio y China.

Las naranjas eran frutos pequeños y amargos en variedad de formas y colores: verdes, amarillas, rojizos, nudosos o suaves.

Y la primera referencia a las naranjas dulces, se encuentra en literatura china de alrededor del 314 a. C. cuando su color iba del amarillo pálido al verde.

Aún ahora hay naranjas que permanecen verdes aun maduras, especialmente en climas cálidos; porque su color tiene que ver más con la temperatura y el medio ambiente, que con su madurez.

La exposición al frío les da el color naranja y, puesto que son las preferidas, hay productores que las desverdizan con químicos.

En el siglo once las naranjas se cultivaban en el sur de Europa, tenían sabor amargo y se utilizaban solo con fines medicinales.

Las dulces aparecieron en Europa en el siglo dieciséis y no eran tan grandes y coloridas como las actuales, como puede comprobarse en naturalezas muertas de varios artistas de ese siglo.

La palabra «naranja» no se les daba por su color, viene de la palabra francesa para los cítricos pomme d’orenge que deriva de la sánscrita nāranga y fueron los árabes quienes nos aportaron su nombre que, desde el siglo dieciséis, empezó a usarse para describir un color.

Teresa Gurza
Periodista. Soy mexicana, estudié la carrera de Historia y soy Locutora, Cronista y Comentarista y Licenciada en Periodismo, pero ante todo reportera. Me inicié en televisión en 1970 y fui reportera, conductora y productora de programas noticiosos; reportera de asuntos especiales de los diarios El Día, UnomásUno y La Jornada, y corresponsal en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Michoacán. Por razones familiares, mi marido era chileno, viví en Chile más una década. He recibido muchos premios y reconocimientos, entre ellos el Nacional de Periodismo en Reportaje y ahora radico en México y escribo artículos para Periodistas en Español y otros medios.

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