¡No culpen al teléfono ni al computador!

Cada vez que mi aporte semanal no aparece en este importante medio de difusión masiva, es por alguna causa ajena a mi voluntad, pues estoy consciente de la importancia y la responsabilidad de escribir para el público, y por eso procuro tomar previsiones para no faltar a la cita de los sábados; pero muchas veces me ha tocado resignarme.

Muchos saben que el sistema eléctrico de Venezuela está bastante deteriorado, y por ser la electricidad la fuente fundamental del movimiento de la sociedad actual, es lógico que se paralice todo lo que depende de la energía que suministra el Estado a través de las líneas de transmisión, subtransmisión y distribución, cuya competencia es de Corpoelec, que es el acrónimo con el que se conoce a la estatal eléctrica de mi país.

La ausencia del sábado pasado no se debió a fallas eléctricas, sino a quebrantos de salud en los días más recientes y que, gracias a Dios, estoy recuperándome. De cualquier modo, es la misma ausencia, y por tal motivo, una vez más pido disculpas.

En muchas ocasiones he dicho que en el tiempo en el que me he dedicado a escribir sobre temas gramaticales, he abordado muchos vicios que son frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana, pues el inmenso poder inductivo que estos ejercen, hace que se arraiguen en el común del hablante. Es por eso que (también lo he dicho), se debe tener cuidado, porque ese inmenso poder pudiera ser igualmente provechoso que dañino.

Las impropiedades lingüísticas son muchas y ocurren con asombrosa frecuencia. Lo de la asombrosa frecuencia, es porque quienes incurren en esas faltas son personas que, por el rol que desempeñan en la sociedad, están llamadas a ser ejemplos del buen decir, tanto escrito como oral.

En esa gama están periodistas, locutores, publicistas, educadores, ingenieros, abogados, médicos y otros profesionales, cuya ocupación habitual les impone la redacción de textos y el uso del lenguaje oral. Claro está, hay contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente.

Es innegable que las redes sociales son el medio de comunicación del momento, pues mediante ellas podemos saber en tiempo real lo que sucede en el mundo; pero hay que tener cuidado, toda vez que están plagadas de situaciones que conviene conocer para que no se multipliquen.

El caso del lenguaje oral y escrito, que es de lo que puedo hablarles con cierta soltura, es interesante, y conviene que las personas a las que les gusta escribir o producir contenidos audiovisuales, tomen en cuenta que deben utilizar una expresión respetuosa, amena, cordial y sobre todo sin faltas de ortografía y de prosodia, pues si la intención es influir sobre un segmento de la población, independientemente del estrato social, un texto, un audio o un video plagados de errores, no tendrá el efecto deseado.

De la amplia gama de errores, los más frecuentes son la falta de tilde y el uso inadecuado de mayúsculas y minúsculas, que son aspectos fáciles de manejar, dado que es cuestión de poner en práctica los conocimientos adquiridos en las diferentes etapas de la educación formal.

Hay personas, mayormente profesionales universitarios y usuarios consuetudinarios de las redes sociales, a las que se les dificulta distinguir entre «esta» y «está»; «este» y «esté», y de paso, todo lo escriben con mayúscula sostenida o, en el peor de los casos, todo lo escriben con minúscula. «Esta» y «este» son pronombres demostrativos; en tanto que «está» y «esté» son formas conjugadas del verbo estar: «Esta es la casa que él quería comprar”, «Este carro cuesta una fortuna»; «La reunión está pautada para las seis de la tarde», «No importa que esté enfermo, pues solo nos basta su presencia». ¿Notan la diferencia?

Opino que muchos casos de usos de mayúsculas y minúsculas son un tanto complicados; pero con que se sepa que al iniciar un escrito se debe colocar mayúscula; que los nombres propios de personas, animales o cosas deben llevar inicial mayúscula, que después de punto y seguido o aparte, debe ir mayúscula, que los días de la semana, los meses del año y los gentilicios deben ir con inicial minúscula (lunes, martes, miércoles; enero, febrero, marzo; guanariteño, bumangués, venezolano), con eso sería suficiente.

Lo demás llegaría por añadidura, siempre que se les preste la debida atención; que se tome en cuenta que no se debe escribir por escribir. «Ni el teléfono ni el computador (ordenador) tienen la culpa de que usted incurra en esas impropiedades».

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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