Médicos Sin Fronteras (MSF) ha dado publicidad a unas declaraciones del consejero delegado de Bayer, Marijn Dekkers, al Business Week, acerca de que la compañía «no desarrolló un medicamento contra el cáncer para los indios, sino para los pacientes occidentales que puedan permitírselo».
MSF señala que Bayer está admitiendo a las claras que los fármacos que desarrollan van a ser deliberadamente repartidos entre sus pacientes más ricos, y su filosofía ”resume las verdaderas intenciones de la industria farmacéutica multinacional».
Esto es un reflejo de la manera perversa en la que se desarrollan hoy en día los medicamentos. Las compañías farmacéuticas están claramente enfocadas en multiplicar las ganancias y para ello presionan de una manera enormemente agresiva con el objetivo de lograr patentes y elevar los precios. Las enfermedades que no les reportan beneficios no entran en sus planes, y los pacientes que no tienen dinero para pagar los medicamentos se quedan una y otra vez fuera de la foto. Las grandes compañías farmacéuticas afirman que se preocupan por las necesidades sanitarias mundiales, pero tienen un largo historial a sus espaldas que demuestra lo contrario, ha declarado Manica Balasegaram, director de la Campaña de Acceso a los Medicamentos (CAME) de MSF.
Las cosas no tienen por qué ser así. La innovación médica puede ser incentivada de una manera diferente, y la inversión en investigación puede ser recuperada siempre que se pongan los fármacos a disposición de todo el mundo, y que esto se haga a unos precios que no excluyan a millones de personas de la posibilidad de acceder a un tratamiento.
«En lugar de seguir siendo una parte del problema, las grandes compañías deberían trabajar para ser una parte de la solución y cambiar así el rumbo de la I+D farmacéutica» sostiene Manica Balasegaram.
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Impresionante, pero esto es como de qué es primero si el huevo o la gallina. O laboratorios como Bayer son antros de perversidad e inhumanidad, conjuntos cuasi-satánicos, o bien es que se desenvuelven en un sistema en que la predominancia son las leyes del mercado, además en medio de estados y un sistema internacional débil que no hace valer las grandes prioridades humanas y no a Don Dinero. Si se ubica «al mercado» como el gran regulador económico, y cualquier empresa tiene que desenvolverse en él, la forma de existir y desarrollarse es obedeciendo a esa «naturaleza». Entonces lo que importa más (no solo a Bayer y similares, sino que la sociedad en su conjunto) es la rentabilidad, las utilidades, la mayor plusvalía y, para ello, se tiene que hacer lo que más conviene.
Quizás aquí duele más, pero en la realidad socio-económica moderna, neoliberal, toda empresa-empresa actúa de igual modo, rentablemente; producirá del modo de ojalá siempre obtener las máximas ganancias; lo que incluso realizan entidades de caridad o asociadas con la filantropía. En el juego de los $$$$, parece que existen exclusivamente intereses y no corazones; y eso también es válido en la vida incluso familiar, donde en casos de controversias de heredabilidades, también el fuerte se come al más débil y cada cual intenta obtener lo más posible para sí.
Me dolió la cabeza, pero al menos por hoy, no me tomaré una aspirina (que sigue siendo lo mejor) pero lo reemplazaré por un genérico ácido acetilsalicilico, que es lo mismo pero con menos glamour, pero que también produce otro laboratorio que tiene su propio interés en el incremento de sus utilidades.
Si no podemos con ciertos asuntos sistémicos, al menos podemos intentar un boicot masivo (que tal, millones de personas en el mundo, comunicados por campañas Internet y similares, de no tomar aspirina y reemplazarlo por un genérico u otro tipo de analgésico. Al menos Luther King tuvo éxito con tal esfuerzo en EE.UU. al protestar contra la segregación racial en el transporte colectivo de Montgomery.
Es que en su «naturaleza», ese lenguaje lo entienden las empresas, que deben mejorar esto o aquello, porque repercute directamente en sus utilidades al revés.