Grande ha sido la polvareda mediática provocada por el exabrupto “intelectual” del candidato del Partido Popular a las elecciones al Parlamento Europeo Miguel Arias Cañete, al que ya se le denomina en algunos medios de comunicación nacionales e internacionales como “Homo Cañetus”.
De entre todo lo leído, escuchado o visto en televisión, me quedo con dos ideas o mensajes, a los que añadiré uno de cosecha propia.
Así, he oído decir en la órbita de la progresía mediática que las declaraciones de Arias Cañete han sido una especie de “eructo mental”. Por el contrario, en algún medio de la prensa que tanto le quiere y tanto le arropa, dichas palabras provienen de un hombre “cagapoquito”; es decir, que se ha quedado corto, ha estado flojo, endeble, que debería haber ido más lejos. Yo tengo mi propia teoría, y dicha sea en el madrileño castizo con el que acostumbramos a entendernos en esta Villa y Corte, creo que el señor Cañete lo que ha hecho ha sido “mear fuera del tiesto”.
Tan grande ha sido su larga y cálida meada que ha sido recogida en medios tan respetables como el diario alemán Die Welt, o los británicos The Guardian o el Financial Times, la “biblia” de ese vil metal llamado don dinero, entre otros. Die Welt, uno de los periódicos de cabecera de la canciller Angela Merkel (por cierto, una mujer y además, mire usted por dónde, inteligente), ha dicho acerca del político español: “El hombre de las cavernas y la superioridad de los hombres”… Mientras tanto, en el Partido Popular sin enterarse, sin darle importancia a lo que ha pasado. Ya decía Napoleón que “mientras el enemigo se confunde es bueno no distraerle”…
Independientemente de todo ello, lo del candidato Cañete ha sido, además de una metedura de pata que ha hoyado la campaña popular, una estupidez como la copa de un pino, y una inexactitud palmaria. ¿Quién le ha dicho a este señor que el hombre es superior intelectualmente hablando a la mujer? ¿La Iglesia Católica, que sí lo ha dicho cientos de veces? Algunos creíamos que eso quedaba para monseñor Rouco y su feligresía. ¿Es por ventura moneda de uso común entre los pares populares?, porque incluso las mujeres de dicho partido han cerrado filas en torno al susodicho “homo”. Cañete ha asegurado que no es machista, pero sus palabras son un a modo de daguerrotipo de lo que lleva dentro.
De humanos es el errar, y de sabios el corregir. Por dignidad, por sentido común y si se quiere, también por interés político, como hubiera sucedido en este caso. Pero como decía Noel Clarasó, “Ningún tonto se queja de serlo. No les debe ir tan mal”… Si Cañete hubiera pedido de innmediato disculpas por el error, como cualquier persona normal, el exabrupto habría sido flor de un día. En cambio con su empecinamiento, jaleado, eso sí, por la prensa de la derecha más diestra, el efecto se ha multiplicado por diez, obligando al Partido Popular a plegar banderas, suspendiendo entrevistas, anulando su presencia en actos, escondiéndole literalmente a buen recaudo de los periodistas que, como es sabido, debemos ser gente de poco fiar.
Y además, en el Partido Popular se sueña con que Arias Cañete sea comisario, un cargo importante, en el próximo gobierno europeo. Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho… Porque da la casualidad de que en el Parlamento Europeo hay muchas mujeres que, además de serlo, también son inteligentes, a las que un “homo” como el hispano que nos representa tendrá que demostrar dónde radica su “superioridad intelectual”. Y en Bruselas su cohorte mediática no cuenta tanto como por estos lares…
Superioridad comparable a la veracidad de sus palabras. La superioridad intelectual de Arias Coñete también se ha manifestado en su carrera como ministro de agricultura y los inigualables servicios al campo español de los que se jacta… Miente cual bellaco cuando tales cosas cuenta a los ignorantes y a los peperos (perdón por la redundancia). Basta, para quien tenga curiosidad, recuperar los ocho años de gobierno Aznar en el BOE y comparar el dinero que venía a la agricultura española, cómo, cuánto y a dónde venía, con lo que había sucedido los diez años anteriores, cuando era el zafio pero eficaz Carlos Romero quien negociaba en Bruselas. Cierto es también que las legislaturas de Rodríguez Zapatero no mejoraron en absoluto el triste balance de este cacique. Que les pregunten a los productores de leche o los pescadores gallegos (también ha sido ministro de pesca aunque él mismo lo haya ignorado hasta hoy), a los productores de frutos secos levantinos o los ganaderos castellanos. Que se lo digan a ellos. Sólo apoyan la versión de este impresentable cacique pequeños propietarios como la duquesa de Alba, el «agricultor» Emilio Botín o el cazador Miguel Blesa.