En Ferguson, localidad situada en Missuri, en el centro de Estados Unidos, tras cinco días de revueltas urbanas en señal de protesta por el asesinato del joven negro Michael Brown, al que mató un policía a pesar de que iba desarmado, asegurando en su defensa que había intentado quitarle el arma, han nombrado nuevo jefe de policía el 14 de agosto de 2014.
Se trata del capitán Ronald Johnson, negro, cuyo primer gesto ha sido sumarse a una manifestación de ciudadanos, que discurría por el centro de la ciudad, estrechando manos y escuchando las quejas y reivindicaciones de los vecinos.
Su simbólico gesto, con el que quiere contribuir al apaciguamiento de los encolerizados ciudadanos, coincide con el mensaje que el presidente Barcak Obama ha lanzado desde su residencia veraniega, en la muy exclusiva localidad balneario de Martha’s Vineyard, pidiendo el cese de la violencia en Ferguson, ciudad que “se ha convertido en el símbolo de los fracasos de la transformación de la sociedad estadounidense”, escribe Pierre Haski en el digital francés Rue 89.
Desaprobando los métodos policiales tolerados por su antecesor, el capitán Johnson dijo a los manifestantes: “A partir de ahora tenemos un nuevo punto de partida, vamos a intentar ir hacia delante y olvidar ayer, y los días anteriores”.