“Es imposible irse de Sirmione” me dice Verónica, quien ha nacido y vivido siempre en este pueblo, situado junto al Lago di Garda, en la provincia de Brescia, cercano a la histórica ciudad de Verona y en la región del Veneto, en Italia.
Sirmione, cuyo nombre proviene del griego Syrma, significa camino o sendero, tiene algo de paraíso, porque hay algo de alegría y nostalgia, conlleva una larga historia, reune arte, no escatima las bellezas del lago y las forestas, invita a sus aguas termales y conserva su natural encanto.
En los alrededores de Sirmione se encontraron vestigios de la Edad de Piedra y de Bronce, y durante el Imperio Romano fue lugar de veraneo de los nobles, justamente por sus aguas termales.
En el siglo XIX comenzaron las escavaciones en la punta de la península descubriéndose una villa romana, que estaba cubierta de maleza y rodeada de olivos. Actualmente, puede visitarse el centro arqueológico, rodeado de parques, con un didáctico museo y maravillosas vistas sobre el lago, especialmente para los fotógrafos obsesionados en buenas tomas.
Las ruinas, restauradas, nos permiten apreciar la villa romana, con caminos, amplias casas y patios, columnas y galerias, y unas panorámicas sobre el lago de especial belleza. El trencito turístico sube desde el pueblo hasta la colina donde estan las Cuevas de Catulo, llamadas así porque por estas tierras vivió el gran poeta latino Cayo Valerio Catulo (siglo I BC), quien escribió poemas sobre Sirmio, además de sus poemas de amor, inspirados en la aristocrática dama romana bautizada Lesbia, que lo hicieron famoso:
- Odi et amo/Quare id faciam? (Odio y amo/ Como es possible?
Expresa las turbulencias y dulzuras de un amor profundo y conflictivo. Sus versos inspiraron a poetas posteriores y a músicos como Carl Orff que creó la Cantata Catulli Carmina.
Amor hacia este mágico lugar sintieron otros escritores y artistas que lo visitaron: Alfred Tennyson, quien llegó hacia 1880 y describió en un poema las ruinas romanas y los olivos, aun hoy se pueden ver los vetustos olivares y pasear por el parque. Sucumbieron al encanto tambien el poeta italiano Gabriele D’Annunzio, el escritor inglés James Joyce, el poeta Ezra Pound, quien llego en 1920, y la soprano Maria Callas, quien tuvo una villa: Villa Callas-Menghini, hoy condominio.
Todo es historia en Sirmione, el Castillo Rocca Scaligero, construido por Mastino I della Scala, que preside al entrada al pueblo, data del siglo XII, con puente levadizo, canales de agua y severas torres y muros fortificados. Por su localización estratégica fue transitado por lombardos, gibelinos, cátaros, hasta regirse bajo la República de Venezia durante los siglos XV al XVII. Hay varias Iglesias en el pueblo, la iglesia Santa Maria delle Neve guarda bellos frescos y conserva el estilo románico, el Puerto convida a viajes turísticos por el lago, visitando otras localidades y puertos que lo circundan.
Pintores y artistas abrieron sus talleres, artesanos se dedican a confecciones de cuero, cerámicas y herrajes. No faltan las elegantes boutiques de ropas, que muestran modelos de los mejores diseñadores italianos. Pero, tal vez sea la gastronomía el punto de mayor atracción, restaurantes junto al lago, con vistas al imponente Castillo, nos ofrecen variados platos de la comida italiana: polentas, sepias en su salsa, gran variedad de pastas y risotto, sin faltar el prosciutto (jamón) y los quesos. Todo acompañado de los buenos vinos de la región.
Los deportistas pueden hacer caminatas o excursiones en bicicletas, otros prefieren nadar en el lago junto a las monumentales piedras; los más tranquilos buscamos los baños termales, con instalaciones modernas y especiales, donde pueden graduarse los niveles de azufre y de calor, para luego descansar sobre reposeras mirando el lago. Buena vida que ya conocían los romanos.
La familia Broglia vivió un tiempo en Argentina pero volvieron e instalaron un confortable y familiar hotel. Uno de sus integrantes me confiesa: “Este lugar lo tiene todo”, tal vez por eso, Catulo llamo a Sirmione: “la perla delle penisole”.
Sus habitantes parecen estar acostumbrados a este ir y venir de turistas y curiosos y están orgullosos de mantener este especial rincón legendario, en el norte de Italia.