En 2015 murieron más periodistas en el ejercicio profesional

De los 69 periodistas caídos en el ejercicio de su profesión en 2015, 40 por ciento murieron por obra de grupos radicales islámicos, como Al Qaeda y Dáesh. Más de dos tercios fueron perseguidos y asesinados según denuncia el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), informa Katherine Mackenzie (IPS).

Postal de Conrado Granado en homenaje a los periodistas asesinados en Charlie Hebdo

Nueve de esas muertes se produjeron en Francia, que ocupó el segundo lugar, luego de Siria, como el país más peligroso para los trabajadores de los medios de comunicación en 2015.

En todo el mundo 69 periodistas cayeron por ejercer su profesión, tanto quienes murieron como consecuencia directa de su trabajo como quienes quedaron atrapados en tiroteos o conflictos armados. La cifra de 2015 es superior a los 61 periodistas asesinados en 2014.

El CPJ está investigando la muerte de 26 periodistas más en el año para determinar si sus muertes también estaban relacionadas con su trabajo.

En 2012, 2013 y 2014, la cantidad de trabajadores de los medios de comunicación que murieron en Siria superó a las acontecidas en cualquier otro país. Sin embargo, el hecho de que menos periodistas hayan muerto en ese país en 2015 solo significa que el territorio sirio es tan peligroso que hay menos periodistas trabajando allí, según el informe.

Muchas agencias de noticias internacionales optaron por retirar a su personal y los reporteros locales se vieron obligados a huir, indica el CPJ.

El informe menciona las dificultades que tuvo el CPJ en la investigación de casos en los conflictos armados en Iraq, Libia y Yemen, entre otros. La organización llevó una misión de investigación a Iraq en 2015 en la que analizó 35 denuncias de periodistas desaparecidos, muertos o secuestrados por el extremista Dáesh en la zona de Mosul, una ciudad al norte del país.

El grupo radical controla la ciudad por lo que el CPJ solo pudo confirmar la muerte de un número reducido de periodistas. Varios más están actualmente en la lista de desaparecidos de la organización.

La masacre en las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo, en la que murieron ocho periodistas y que tuvo lugar en París en enero de 2015, fue reivindicada por Al Qaeda en la Península Arábiga.

En octubre, Daésh asesinó a dos periodistas sirios que vivían en el exilio en Turquía, Fares Hamadi e Ibrahim Abd al Qader. Abd al Qader recibió en 2015 el Premio a la Libertad de Prensa Internacional del CPJ, debido a su participación como miembro fundador de «Raqaa está Siendo Sacrificada en Silencio», un grupo sirio de periodismo ciudadano.

«En Bangladesh, miembros de un grupo afiliado a Al Qaeda u otro grupo extremista local, Ansarullah Bangla, fueron los sospechosos en los asesinatos por arma blanca de un editor y cuatro blogueros, entre ellos el escritor estadounidense-bangladesí Avijit Roy, quien asistía a una feria del libro cuando fue asesinado«, informó el CPJ.

El movimiento Talibán de Pakistán se atribuyó la responsabilidad del asesinato a tiros de Zaman Mehsud, presidente y secretario general de la sección en Waziristán del Sur de la Unión Tribal de Periodistas y reportero de los diarios Daily Ummat y Daily Nai baat.

En Somalia, Hindia Haji Mohamed, periodista y viuda de otro periodista asesinado, murió en diciembre debido a la explosión de una bomba en su automóvil, en un atentado reivindicado por el grupo islamista Al Shabaab.

En el mundo había al menos 110 periodistas en la cárcel por cargos contra el Estado, de un total de 199 tras las rejas, según un reciente censo anual elaborado por el CPJ. El mismo muestra cómo tanto terroristas como gobiernos persiguen a los trabajadores de los medios de comunicación. En el caso de los gobiernos, con la excusa de la lucha contra el terrorismo.

Más de dos tercios de los periodistas muertos en 2015 fueron perseguidos y asesinados como resultado directo de su trabajo.

Según el informe, alrededor de un tercio de las muertes fueron ejecutadas por grupos delictivos, funcionarios estatales o residentes que, en la mayoría de los casos, eran traficantes de drogas o personas involucradas en el crimen organizado.

El brasileño Gleydson Carvalho fue muerto a tiros por dos hombres mientras presentaba su programa de radio, en el que a menudo criticaba a políticos y la policía. En Brasil se produjeron seis de las muertes confirmadas por el CPJ para 2015, la cifra más alta desde que la organización comenzó a contabilizarlas en 1992.

Pero las autoridades judiciales brasileñas avanzaron en la lucha contra la impunidad al realizar seis condenas en casos de asesinato en los últimos dos años, según el informe.

Sudán del Sur integró por primera vez la lista de periodistas asesinados del CPJ debido a que hombres armados atacaron un convoy oficial y mataron a cinco periodistas que viajaban con un funcionario. El motivo es desconocido, pero hay quienes afirman que podría ser una consecuencia de la lucha de poder entre el exvicepresidente Riek Machar y el presidente Salva Kiir, que desencadenó la guerra civil en 2013.

Polonia y Ghana también aparecieron por primera vez en el informe del CPJ. En Polonia, Łukasz Masiak fue asesinado en una pista de bolos luego de decirles a sus colegas que temía por su vida. Masiak fue el fundador y editor de un sitio web de noticias que investigaba la delincuencia, las drogas y la contaminación.

En Ghana, el periodista radial George Abanga fue asesinado cuando regresaba de cubrir una disputa entre productores de cacao.

CPJ recabó varios datos de su investigación. Diecisiete periodistas en todo el mundo murieron en combate o en tiroteos. Al menos 28 de las 47 víctimas de asesinato recibieron amenazas antes de ser asesinadas.

La difusión masiva es el trabajo más peligroso, con 25 de los muertos dedicados a esa labor. Veintinueve de las víctimas trabajaban en Internet.

La mayoría de las víctimas se dedicaban al periodismo político, sobre hechos de guerra o derechos humanos.

El CPJ comenzó en 1992 a compilar un registro detallado de las muertes de periodistas en el mundo. Si los motivos de esas muertes no quedan claros y es posible que la persona haya muerto en relación con su trabajo, entonces la organización clasifica el caso como «no confirmado» y continúa investigando.

El CPJ no incluye en la lista a los periodistas que murieron por enfermedad, causa natural o en accidentes de automóvil o avión, a menos que estos sean la obra de una acción hostil.

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