La Unión Europea ha aprobado el Reglamento de Aguas Profundas que prohibirá la pesca de arrastre en aguas Europeas a profundidades mayores de 800 metros, una vez que entre vigor antes de que finalice 2016, según las previsiones del Parlamento Europeo y del Consejo de Ministros.
Greenpeace ha valorado este acuerdo porque la Unión Europea tiene una de las flotas pesqueras de aguas profundas más grandes del mundo y han sido muchos años de lucha, presiones y manifestaciones, en los que las organizaciones no gubernamentales han trabajado de forma unida, analizado datos y mostrando los riesgos de esa actividad pesquera.
La industria tampoco se ha quedado quieta, con Francia y España liderando el bloqueo a cualquier restricción. Incluso llegó a un punto donde la flota francesa dejó de bloquear y finalmente solo quedaron los armadores españoles en oposición a nuevas restricciones.
Greenpeace señala que los océanos y la vida que en ellos habitan se enfrentan a distintas amenazas, pero la pesca de arrastre «es una receta para el desastre», porque «daña y sobreexplota los caladeros, esquilma a su paso, corales de aguas frías, especies que desconocemos, tiburones de profundidad… todo es capturado o destrozado a su paso»
Además, añade Greenpeace, la pesca de arrastre no es nada eficiente, ya que entre el 20 y el 60 % de lo capturado se tira por la borda por no tener valor comercial.
La organización ecologista explica que esta prohibición de la pesca de arrastre a profundidades superiores a 800 metros y el mayor control en profundidades menores supone que se podrán conservar los hábitats marinos de profundidad, que son zonas de reproducción de especies pesqueras muy importantes.
Además estas zonas actúan como enormes sumideros de CO2 ayudando así a la lucha contra el cambio climático.
