El próximo campeonato mundial de ajedrez femenino a celebrar del 10 al 24 de febrero de 2017 en Irán ya ha disparado todas las alarmas en muchas jugadoras, ya que deberán llevar obligatoriamente el hiyab (pañuelo que cubre la cabeza), y en gran número ya han mostrado su oposición a tal medida. Algunas han denunciado incluso que la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, siglas en francés) no defiende los derechos de la mujer haciendo la ‘vista gorda’ a esta discriminación.
El hiyab es obligatorio desde 1979 en Irán tras la revolución islámica que dirigió el ayatolá Ruhollah Jomeini (1902-1989) quien, curiosamente, prohibió el ajedrez en su país desde 1981. Esta ley es vigilada por la llamada policía de la moral y agentes encubiertos que vigilan las calles y puede tener como consecuencias desde una multa a una detención a la mujer que no siga estas disposiciones.
La excampeona sudamericana, la ecuatoriana Carla Heredia ha declarado que esto “viola todo lo que significa el deporte que debe estar libre de discriminación por sexo, religión u orientación sexual” añadiendo que la obligación de llevar el hiyab es un problema y otro es que no pueden compartir habitación con un hombre si no están casadas con él, por lo que se pregunta qué pasará si se quiere compartir con el entrenador o ir a su habitación para preparar una partida. “Los lugares son negociables, los derechos humanos no”.
La maestra británica, Jovanka Houska, sostuvo que la elección de Teherán fue “ridícula” y demuestra “una falta de preocupación por las jugadoras. Ninguna mujer debe ser obligada a vestirse de cierta manera”.
La campeona femenina estadounidense, de origen georgiano, Nazí Paikidze, expresó temores por su seguridad y anuncio que no acudiría: “es absolutamente inaceptable acoger uno de los torneos femeninos más importantes en un país donde, hoy en día, las mujeres se ven obligadas a llevar velo. Entiendo y respeto las diferencias culturales pero el incumplimiento puede llevar a prisión por lo que los derechos de las mujeres están siendo severamente restringidos”.
De hecho, hay un precedente de un gran premio internacional en Irán celebrado en febrero de este año y que ya reflejó el malestar de muchas jugadoras. Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos ha advertido de los peligros de viajar a Irán.
La comisión organizadora del torneo pide que se respeten las “diferencias culturales” y acepten el reglamento. Incluso hay jugadoras que no ven problema como la conocida húngara Susan Polgar, quien señaló que ha viajado a más de 60 países con diferentes culturas: “me gusta mostrar mi respeto por el estilo tradicional de su vestimenta, nadie me pidió que lo hiciera, solo lo hice. Personalmente no tengo problema en llevar un pañuelo en la cabeza”. Añadió que si alguien tiene algún problema que lo exprese “a la Comisión de Ajedrez de la Mujer o a la FIDE”.
En este debate también han participado jugadores como el británico Nigel Short, quien señaló en una red social que permitirlo “es burlarse de los estatutos de la FIDE que no permiten la discriminación por sexo o religión”.
La periodista iraní Masih Alinejad exiliada desde 2009 y residente en Nueva York destacó que los no musulmanes deben unirse a la lucha contra estas leyes para llevar el hiyab de forma obligatoria.
Curiosamente en Irán se ha silenciado la polémica y destacado la consecución del título de Gran Maestro del joven Parham Masqsoudlou con tan solo 16 años y que ha tenido una gran actuación en el Mundial juvenil sub-16 celebrado en Poprad, Eslovaquia.
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