Los comentarios en las redes sociales sobre seguridad al volante suelen referirse a los cinturones de seguridad, al uso de dispositivos móviles, a las distracciones que ocasionan el fumar, beber o comer mientras conducimos, pero no suelen preguntarse sobre el estado de los neumáticos o si deben utilizarse aquellos que tienen características especiales para cada circunstancia.
La experiencia de muchos usuarios se reduce a un gesto de alarma o a una exclamación de sorpresa, cuando por casualidad se fijan en que los neumáticos del vehículo presentan un desgaste anómalo, que puede deberse al tiempo que llevan de uso, pero en muchos casos también a que no han rodado en las debidas condiciones de presión o de montaje.
Posiblemente esta desatención a los neumáticos se debe en gran medida a que las calidades de fabricación han mejorado notablemente y hay mayor resistencia o recursos ante un pinchazo inoportuno o una pérdida de presión, así como a una mejora generalizada de las carreteras, aunque ya se empieza a reconocer en las estadísticas oficiales que las causas de muchos accidentes está en la falta de un mantenimiento adecuado de la red vial debido a la crisis económica.
Pero un repaso a las normas de etiquetado de la UE que ofrece la marca de neumáticos “Cooper Tires” nos indica que además de esas preocupaciones básicas de comprobar la presión cada vez que se emprende un viaje por carretera, y verificar que el desgaste que se ha producido no supondrá un peligro para quienes viajan, deberíamos también tener en cuenta la climatología habitual del sitio en que vivimos o la del lugar al que nos queremos desplazar, para asegurarnos no solo más seguridad, sino también mayor confortabilidad y, no olvidemos el cambio climático, mejor índice sobre eficiencia energética.
En concreto, los usuarios deberíamos mostrar interés en tener más información en el momento de elegir un neumático sobre la adherencia que va a mostrar al rodar sobre mojado (distancia de frenado en línea recta) si una buena parte de los kilómetros que hacemos se hacen en regiones donde la pluviosidad es mayor, o sobre el ruido exterior si rodamos sobre firmes que no están acondicionados acústicamente, y especialmente sobre la eficiencia que presentan en el consumo de combustible, porque hay que tener en cuenta que la resistencia a la rodadura influye en las veces que tenemos que llenar el depósito.
Se usa en el este artículo el condicional deberíamos porque lo habitual es que en el momento de cambiar neumáticos respondamos sólo por criterios de precio y busquemos la oferta más barata, sin tener en cuenta los otros condicionantes mencionados de seguridad y confortabilidad, y desconociendo también que en ocasiones la oferta más barata puede no resultar la más económica a medio plazo porque las necesidades de mantenimiento se encarecen o porque tienen un ciclo de vida útil menor, además de la citada eficiencia del combustible: una menor resistencia a la rodadura representa una reducción de emisiones de CO2, y además hay un 7,5 % de diferencia en el ahorro de combustible entre la mejor y peor clase (promedio).
En conclusión, hay que tomarse más en serio los neumáticos con los que calzamos a nuestros vehículos, buscar buena información y asesorarse de forma adecuada, no dejándose llevar por las múltiples ofertas de lo más barato.