En una noche en urgencias uno piensa que va a llegar, va esperar unos minutos y le va a recibir un/una médico cansado, con sueño y posiblemente harto de haber atendido a una veintena de personas en el poco tiempo que lleva de guardia -es cierto, falta personal-. Pero a veces la vida sorprende y nuestra sanidad, sí, la sanidad pública tan denostada brinda una atención que muchos otros centros querrían tener. Hay médicos y médicos, como en todos los oficios; hay quienes lo saben hacer y quienes no. Pero en esta profesión que ellos han elegido, quizá la más vocacional y la menos valorada, la humanidad es tanto o más importante que el conocimiento.
La medicina es la atención al enfermo pero en todos sus aspectos, no sólo en el médico, sino también en el humano. Esto que tanto discutimos pero que tampoco enseñamos es el pan nuestro de cada día, de múltiples tertulias, foros y asociaciones. Es la lucha permanente de muchos de los que forman el ecosistema sanitario, incluyendo al personal administrativo, de limpieza, celadores, enfermeros y médicos, entre otros muchos, pero que a falta de uno se cae cual castillo de naipes.
Aplaudo a los médicos que colaboran en que sus diagnósticos sean más amables esbozando una sonrisa y a las enfermeras que mientras pinchan una vacuna te dicen que va a doler pero va con cariño. Celebro que un médico para examinarte camine de puntillas contigo, que los médicos de familia te pregunten y te llamen con nombre propio y me quito el sombrero ante el comentario cómplice del cirujano que va a operar. Tienen ante ustedes posiblemente una de las profesiones más bellas y necesarias que les permite cada día velar por el bienestar de los pacientes, y lo que es más importante, les da la oportunidad de salvar vidas, aunque a veces no estén en las condiciones idóneas. Esto convierte al equipo de cardiólogos infantiles del Hospital de la Paz en unos héroes en mayúsculas, así como a todos los médicos, enfermeros y voluntarios que acompañan en el duro, pero con intenciones de ser agradable, caminar de los cuidados paliativos.
Bravo por todo el personal que forma este gran ecosistema, bravo por todos los médicos que tienen una conversación de “mierda” cuando diagnostican un simple estreñimiento y bravíssimo por todos aquellos que con su pequeña aportación intentan hacer la medicina más humana.
Señores, por favor, eduquemos en la humanidad, que es nuestro gran tesoro, que los conocimientos ya los tienen.