Aparecer a cara descubierta en un reportaje del diario estadounidense New York Times manifestando su opinión sobre la represión de la cultura y la lengua tibetanas, le ha supuesto una petición de la fiscalía de 15 años de cárcel para Tashi Wangchuk, un militante tibetano de 32 años, que lleva dos en detención provisional, informa la sección francesa de Amnistía Internacional (AI).
El jueves 11 de enero de 2018 se celebró el juicio de Tashi Wangchuk ante un tribunal de la prefectura autónoma tibetana de Yushu, en la provincia de Qinghai (noroeste de China). Según su abogado, la principal prueba de cargo contra él, en una vista que duró cuatro horas y media, ha sido el cortometraje “A Tibetan Journey for Justice”, producido en 2015 por el New York Times sobre la campaña a favor de la enseñanza de la lengua tibetana en las escuelas; en el vídeo se narra el viaje de Tashi Wangchuk a Pekín para buscar algún abogado que le ayudara a denunciar a las autoridades locales por la falta de clases en lengua tibetana.
En el documental, que dura nueve minutos, se ve cómo ningún gabinete de abogados aceptó encargarse del asunto y cómo el canal estatal de televisión CCTV se negó a informar sobre ello, pese a los denodados esfuerzos de Tashi Wangchuk por conseguirlo.
Tashi Wangchuk, de 32 años, quiere que se utilice la lengua tibetana en las escuelas de las regiones pobladas mayoritariamente por tibetanos, donde actualmente solo se imparten clases en chino, y el mandarín va ganando terreno. Asegura sentirse muy preocupado por el hecho de que cada vez haya más niños tibetanos incapaces de utilizar su lengua materna, porque, dice, eso está contribuyendo a una extinción progresiva de su cultura.
Su odisea comenzó en el momento en que el vídeo apareció en línea. “En política, cuando una nación quiere eliminar a otra, lo primero que hace desaparecer son su lengua y su cultura », decía Tashi en el reportaje. Dos meses después, este comerciante, que vendía artesanía y hongos medicinales en su pueblo, estaba encarcelado.
En el juicio, el tribunal ha utilizado el cortometraje estadounidense como prueba de cargo, y acusa a Tashi Wangchuk de incitar al «separatismo» intentando manchar la imagen del gobierno chino en el extranjero, desacreditando la política que lleva a cabo con las minorías del país: “A partir del momento en que apareció en Internet, lo empezaron a reproducir muchos medios extranjeros y páginas web antichinas (…) Compartiéndolo de forma maliciosa han satanizado la imagen internacional de China».
Para AI, la película producida por el New York Times muestra que Tashi Wangchuk intentaba expresar su opinión sobre la política educativa por medios totalmente legítimos, utilizando los medios de comunicación oficiales y el sistema judicial chino, pero que nadie estaba dispuesto a ayudarle en un tema tan delicado: “Este caso es un ejemplo de la extremada discriminación que actualmente padecen los tibetanos en China, especialmente en forma de restricciones a su libertad de expresión y al derecho a utilizar su propia lengua. Denunciar y criticar la política gubernamental de represión de la lengua y la cultura tibetanas es un ejercicio legítimo de la libertad de expresión. El hecho de que eso haya sido calificado como ‘incitación al separatismo’ demuestra que las autoridades chinas utilizan obviamente esta acusación para amordazar a la disidencia”.
En espera de que se conozca la sentencia, en el diario francés Libération escriben que “en China, los casos que abordan cuestiones sensibles, como las de los derechos de las 56 minorías étnicas reconocidas por el régimen comunista, terminan casi siempre con un veredicto de culpabilidad”.