Hoy es martes y 13. No nos casamos; no nos embarcamos; tan solo celebramos los periodistas de las ondas que la radio sigue más viva que nunca. Quizá en el dial del transistor entendamos que no todo está perdido en este oficio que se llama periodismo. En el día mundial de la radio, la información, la música, el entretenimiento sigue dispuesta a seguir; quizás hoy más que nunca.
La Asamblea General de las Naciones Unidas programó en un 36ª reunión este día como la efeméride para ser recordada. Y hoy, si perteneces a la radio, debes comunicárselo a la UNESCO que invita a todas las emisoras de radio y organizaciones de apoyo a unirse a este evento mundial. Una oportunidad que favorecerá la paz, la diversidad y el desarrollo a través de la radiodifusión.
La interacción con la audiencia; el reciente crecimiento en las redes sociales de los programas; la nueva forma de hacer radio, hace que este medio sobreviva más que nunca al tsunami que atraviesa nuestra profesión; quizá que más intrusos alberga y la que más cambio ha sostenido a lo largo de tres décadas. Entretenimiento unido a la imagen y poco rigor, información y fuentes. En la radio todo es real; fresco y único. Las personas no actúan ni esperan a ser vistas aunque muchos programas se empeñen en conseguir la imagen del locutor. La voz es la que sigue entrañando el misterio del día, de la tarde y de la ya entrada noche, cuando las personas no duermen y alguien con contenidos, ofrece su voz.
La compañía, eterno rival del prójimo, es sin duda el apelativo más cariñoso que tenemos, porque ciertamente hacemos compañía a las personas que no se quieren sentir solas. No están solas porque hay alguien siempre detrás. El teléfono de la emisora, en constante recepción de acontecimientos; de búsquedas; de pérdidas; de dolor; de amor…siempre ahí, abiertos los micrófonos para que las personas desde cualquier lugar del mundo expresen con su voz qué les sucede y sean por un instante únicas. Esa es la radio; quizá es la única forma de seguir haciendo periodismo. Sin dudas, con calidad, siempre buscando las fuentes y encontrando las entrañas de lo que supone seguir en la brecha de la información. Programas, locutores, directores, redactores, técnicos, músicos, todas esas personas que hacen que siga siendo el medio en mayúsculas.
Felicidades a todos los que empiezan; a todos los estudiantes que siguen queriendo que la radio no muera. Sus programas de calidad hacen que sea posible de nuevo la magia y la pasión, y que año tras año, perdure eso que se llama radiodifusión.
