He aquí una foto normal y corriente, tan mejorable en su factura técnica como perfeccionable en el otro fotoacabado, el de la impronta estética. A primera vista es una foto ordinaria, insustancial, vulgar. Una más entre la infinidad de fotos que a diario se hacen en el mundo mundial. ¿Seguro? Puro espejismo, porque cuando la leemos y le ponemos nombres y biografías a las personas en ella retratadas nos encontramos con un portentoso torrente de significación, un maremágnum de sustancia. Es una foto con asunto. Con mucho asunto.
De izquierda a derecha, vemos en la foto a Abraham, Benjamín, Jane, Moisés, Rubén y Jose. Posan a la caída de la noche de un día cualquiera en el campo objeto de nuestra apología anterior: L’Alter-Nova Vida en Poble Nou, Torrent, Valencia, España. A la vista está que forman equipo
Un equipo muy especial. Nos lo presenta embargado de emoción Xoán Castro, pastor de la Iglesia Bautista Comunidad Tiempo de Cosecha, de la que nace la iniciativa de acoger niños en riesgo de exclusión de la barriada para hacer con ellos algo que a la vista está que ha dado resultado: del camino del riesgo de exclusión al estudio y la educación en valores con una pelota en los pies y sin salir del barrio.
Xoán es el marido de Jane. Ambos forman el equipo original (junto con Javier Noguera, el impulsor del equipo Evangélico, F. C., el equipo de la Comunidad y responsable, en su día, de la acción social de la iglesia). Xoán es el director del Ministerio de Evangelización y Misiones de la Unión Bautista de España. Jane, su mujer, pastora también de la iglesia, es graduada en Relaciones Laborales, enfermera y graduada en Teología por el STUEBE de Alcobendas, Madrid. Ambos son bien conocidos en el campo evangélico en España, donde gozan de gran prestigio.
Abraham y Jose son hermanos. Benjamín y Rubén son hermanos también. Moisés es tío de José y de Abraham. Son gitanos. Todos ellos se han criado y viven en la misma calle del mismo barrio deprimido -Poble Nou- del mismo pueblo -Torrent-. Un barrio históricamente de alta conflictividad, originariamente de población gitana y merchera, a la que se han añadido en tiempos más recientes latinos y norteafricanos.
Los mercheros son payos que viven de la venta en el mercado, también llamados quincalleros, pues vendían quincalla. Gitanos y mercheros no siempre se han llevado bien. Sobreviven en un ambiente difícil en el que el alcoholismo y la droga dejan sentir, a veces con contundencia, sus efectos.
Cuando Xoán y Jane llegaron a Torrent a pastorear la iglesia vieron la realidad de esa barriada con tantos niños en la calle, con un elevadísimo absentismo escolar. Visto y hecho, Jane empezó a trabajar con ellos.
Abraham tenía entonces siete años. El equipo de la iglesia que trabajaba en el área social vio que era la edad adecuada para empezar a trabajar con él, para tutelarle. Otros en su familia estaban traficando con heroína. La labor de evangelización que Jane y Xoán hicieron con él -hablarle de Jesús, pero antes quererle, ponerle a estudiar como condición para jugar al fútbol y educarle en valores- dio su fruto. Hoy es un chico modelo, muy activo en la iglesia, un ejemplo para la comunidad.
Las de los otros chicos son otras tantas historias de conversiones duras, de saltos milagrosos de la exclusión a la plena integración, del infierno de los ambientes de la droga a la solidaridad más militante.
El padre de Benjamín y Rubén estaba en la cárcel, la madre sufría de alcoholismo. Hoy ambos son creyentes y están integrados en la sociedad a través de la iglesia.
El pasado de Abraham, como el de su hermano Jose, es “dificilísimo”, comenta Xoán. Padres yonquis y la abuela sacándoles adelante a trancas y barrancas en un entorno muy complicado.
El fútbol fue el puente que les permitió rehabilitarse. Fútbol con valores, que enumeramos en el anterior artículo de apología del campo: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, lealtad, humildad y dominio propio.
No fue un camino de rosas el que tuvieron los chicos del equipo para llegar a ser lo que son: personas con un testimonio personal estremecedor de puro ejemplar.
Benjamín tuvo que pasar más de un año en un campo de reclusión de menores en Picassent. Le pegaron a su hermano, él intervino para defenderle, hubo un problema serio y a él le internaron. Fueron a visitarle, le hablaron del Señor y se convirtió. En poco tiempo experimentó un cambio radical tal que fue premiado por el mejor comportamiento en los campos de reclusión de menores de toda la Comunidad Valenciana.
“Benjamín tiene una autoridad muy grande cuando habla”, me comenta Xoán, “cuando comenta lo que Cristo ha hecho en su vida, lo que ha tenido que pasar y lo maravilloso de su nueva vida.
Moisés tenía una vida bastante parecida. Cuidaba de sus sobrinos Abraham y José. Hoy hace piña con ellos en el equipo.
“Llegamos a tener (en nuestra escuela de fútbol) un grupo de unos 185 chicos”, dice Xoán. La vía de entrada es el fútbol. Junto con el fútbol les hablamos del Señor. Jane cuidaba de su higiene, llegando a despiojarlos, y junto con otras jóvenes de la iglesia, con Javi y el propio Xoán, les facilitaban ropa y material escolar.
Todos habían adquirido el compromiso de tutelarles. Xoán iba a recoger a Rubén; sus padres pasaban de él, sumidos en el alcoholismo y la droga.
Llegaron a firmar un compromiso mutuo con siete colegios para dar apoyo a los chicos. El lema: “Si no estudias, no juegas al fútbol”.
He aquí en síntesis unas pinceladas sobre una foto aparentemente vulgar.
A saber cuántas más historias no habrá detrás de los 380 mil millones de fotos que actualmente se hacen en el mundo al año. La de nuestra foto de hoy, una espléndida apología del equipo, es dura donde las haya, pero tiene un final feliz. Aleluya, amén.
Publicación compartida con Protestante Digital / Magacín / Leyendo fotos
No estoy de acuerdo con que los mercheros son pallos habéis sacado eso de la manga de algún envidioso y te habla una merchera,borra este post
Entonces que sois?