El nuevo aeropuerto de Ciudad de México, como el de Abu Dhabi

Coincidiendo con la presentación del balance de su gestión al frente del Gobierno mexicano, en una más que ensayada puesta en escena, Enrique Peña Nieto informaba sorpresivamente de la inminente construcción de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México. La mayor obra de infraestructura de los últimos años, como la han bautizado, ya tiene luz verde.

Que las instalaciones aeroportuarias necesitaban ser ampliadas es algo que nadie discute. Nadie lo contesta. Sin embargo, hay algunos “peros” importantes que opacan el brillo con el que se ha dado la noticia, imaginamos que para desviar la atención de una “rendición de cuentas” que no satisface a nadie: ni la seguridad a bajado, ni la economía va viento en popa, ni las reformas aprobadas van a ser la panacea del país. De la corrupción, ni se habla. Esa sí que sería una buena reforma, me decía un colega hace unos días.

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Abu-Dhabi-Airport-MexicoDF El nuevo aeropuerto de Ciudad de México, como el de Abu Dhabi
Arriba proyecto para el DF y abajo aeropuerto de Abu Dhabi

Volviendo al aeropuerto, los “peros” están relacionados con el terreno que se va a ocupar y con el diseño del proyecto arquitectónico. El aeropuerto será construido al oriente del DF, en Texcoco, localidad perteneciente al Estado de México, en una superficie de al menos 4600 hectáreas. Aunque el terreno pertenece al estado vecino, la realidad es que la distancia física con el actual no llega a 20 kilómetros, pues dista 28 con el zócalo capitalino. En una primera etapa se construirán dos pistas, una terminal y una torre de control. El aeropuerto tendrá, en una segunda etapa, seis pistas para transportar 120 millones de pasajeros al año, cuatro veces más de la capacidad del actual.

La zona en la que levantará tiene el peor suelo para una obra de esa magnitud, según el exdirector de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege Tamargo en declaraciones a Ciro Gómez Leyva. Además, parece que la zona es la confluencia de todos los drenajes de la ciudad.

Y los habitantes de Texcoco no deben estar muy contentos con la decisión presidencial, pues ya consiguieron parar una idea similar en los años 80 y parece que van a volver a protestar. Suponemos que unirán sus voces al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador Atenco, afectados también por la obra. FPDT ya ha anunciado un plan de movilizaciones, además de recurrir a la vía legal, para defender sus tierras e impedir que se construya el nuevo aeropuerto. El terreno estaba catalogado como de uso común y ha sido modificado a “dominio pleno”. Esto permitirá expropiarlo, aunque el gobierno afirma que todo el terreno que se va a utilizar es de propiedad estatal. Pero el Frente asegura que no es así.

El portavoz de Presidencia, Eduardo Sánchez Hernández, ha explicado que este proyecto permitirá rescatar una zona degradada y convertirla en polo de desarrollo sustentable, además de que brinda la oportunidad para resolver problemas que afectan a los habitantes de esa zona desde hace décadas. No ha puntualizado qué tipos de problemas.

Por su parte, el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, ha asegurado que no se requerirá de un metro más de tierra que no sea propiedad del gobierno federal: “en esta administración no hay ni habrá decreto expropiatorio”.

Con oposición o sin ella, en los siguientes meses se realizarán 40 estudios, entre ellos: de suelo, conectividad para vialidades y transporte masivo; de diseño arquitectónico y financieros. Finalmente, se contratarán los proyectos de ingeniería y arquitectura.

Proyecto a dedo y “copiado”

De lo que no ha hablado el Gobierno es de convocar un concurso para elegir el proyecto, sino que ya le ha sido encargado al archifamoso Norman Foster, cuyo socio en México es nada más y nada menos que Fernando Romero, yerno del empresario Carlos Slim (el hombre más rico de México) y creador del Museo Soumaya.

Romero ha explicado que la entrada a la terminal será un jardín de cactáceas con elementos que también simbolicen a la serpiente y a las alas del águila. Además, dijo que los espacios serán amplios y grandes como un homenaje a la arquitectura monumental que caracteriza a algunas obras, como el Museo de Antropología en la ciudad de México.

DF-aeropuerto-proyecto El nuevo aeropuerto de Ciudad de México, como el de Abu Dhabi

Norman Foster ha informado de que el aeropuerto no tendrá “paredes tradicionales, ni muros; es una estructura que se extiende, que vuela, que abre camino en su género… dictará la pauta de nuevos estándares internacionales”. Viendo las imágenes y dibujos que ha presentado a Peña Nieto, la verdad es que el proyecto es impactante.

Pero me pregunto, y ahí está el otro “pero”, cómo es que se parece tanto al de Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes, diseñado por Kohn Pedersen Fox Associates (KPF).

De una ingeniería singular, en la terminal árabe los largos tramos de arcos que sostienen una cubierta de nubes alcanzan los 50 metros en su punto más alto. La escala interna de la zona de salidas proporciona al edificio una apertura que conecta de manera significativa el paisaje exterior y el espacio interior. Y, al igual, que en el proyecto de Foster, el interior “carece de paredes tradicionales”. ¿Sabrá don Enrique algo de esta similitud? De paso, sería bueno que explicara quién decidió contratar a los señores Foster y Romero, y por qué. Más que nada, por transparencia, esa palabra que tanto le gusta.

Por cierto, el encargado de supervisar el desarrollo del proyecto mexicano será Manuel Ángel Núñez Soto, economista y exgobernador del estado de Hidalgo (1999-2005), además de militante del PRI, por supuesto.

Para terminar, ¿quieren saber qué va pasar con la terminal actual? Pues parece que la van a reconvertir en escuelas, hospitales, plazas públicas, áreas verdes y de negocios. Eso es lo que dicen, otra cosa es lo que hagan.

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Concha Moreno
Periodista. Tras más de 30 años en el sector de la construcción en general, de la mano de una publicación para profesionales, un buen día nuevos derroteros la llevaron al mundo de la política, pero sin dejar la comunicación. Esa época determinó el comienzo de un camino dirigido a la solidaridad, a la defensa de los derechos humanos, a la denuncia. Poco después dejó España y se instaló en México. Allí comenzó a publicar en el periódico México Inteligente, donde tuvo su propia columna. Posteriormente, colaboró con el Periódico de Puebla y con revistas literarias, donde editó poesía. Un buen día contactó con Periodistas en Español, medio que le permitió relatar a los españoles lo que sucedía en el país azteca, así como describir las maravillas de su naturaleza. Tras siete años de estancia en México, a mediados de 2018 regresó a España. Actualmente sigue los avatares mexicanos y continúa contándolo en Periodistas en Español.

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