El Papa Francisco ha aceptado finalmente la jubilación del arzobispo de Tánger, conocido como el arzobispo de los inmigrantes, el franciscano gallego Santiago Agrelo, quien cumplirá 77 años el próximo mes de junio.
Así, el franciscano gallego deja de ser arzobispo de Tánger tras doce años, y dos años después de haber presentado su renuncia al Papa. El hecho se produce tras el histórico viaje papal a Marruecos el pasado marzo, en el que Agrelo participó y se notó su mano al incluir un encuentro con inmigrantes en Cáritas en Rabat.
“Los migrantes no son ilegales, los hacemos nosotros con nuestras leyes” señaló en su día además de decir que son “quienes llevan las marcas de Cristo”.
De momento, el Papa deja vacante la sede, a la espera del nombramiento del nuevo arzobispo, que será franciscano, la orden que históricamente ha dirigido la Iglesia de Tánger. Por el momento, será Cristóbal López quien administrará la sede.
«Mi tiempo se ha cumplido», explica en una carta pública de amor a la diócesis, el ya obispo emérito. «Si en el cielo hubiere primeros y últimos puestos, estoy seguro de que todos allí me precederíais, pues habéis derrochado tanto amor con los pobres, que, considerada la pobreza del mío, ni siquiera seré digno de desataros las sandalias», apunta Agrelo, quien previsiblemente regresará al convento de Santiago de Compostela como ha manifestado públicamente en alguna ocasión.
La diócesis abarca desde Alcazarquivir hasta Nador, la zona del antiguo Protectorado español de 1912 a 1956 en territorio marroquí. Las siete parroquias son Nador, Alhucemas, Tetuán, Mdiq –la antigua Rincón española-, Arcila, la actual Asilah, Larache y la catedral de Tánger –que tiene más de medio siglo de antigüedad-. En total una comunidad de 2500 católicos.
El prelado, natural de Rianxo, es conocido por sus críticas a la política informativa de la cadena eclesial 13TV de la que dijo que su línea editorial es “antievangélica por no calificarla simplemente de deshumanizada” y recibió el premio de la Asociación Pro Derechos Humanos que le otorgó la delegación en Cádiz en diciembre de 2018 por su labor en la diócesis y en defensa de los inmigrantes. Ha escrito poesía en gallego y un blog.
Criticó lo ocurrido con los quince inmigrantes muertos en el Tarajal en Ceuta, las concertinas de la valla de Melilla y acogió en la propia catedral de Tánger a inmigrantes que huían de una razzia provocada en la ciudad del Estrecho.
Hay que recordar que los inmigrantes subsaharianos que vagan por la ciudad norteafricana se acercan a la catedral o son acogidos en los bloques impersonales del barrio multicultural Boukhalef, cerca del aeropuerto Ibn Battouta, donde se ha vivido más de un incidente entre inmigrantes irregulares y policía o vecinos marroquíes que han atacado, y en alguna ocasión con víctimas mortales, a los subsaharianos que allí se refugian. La zona está alejada de cualquier servicio social o de un centro de salud.
Fue el único arzobispo en participar en un Congreso de Teología organizado por los teólogos de la asociación Juan XXIII, fue en 2014 tras décadas de no acudir ningún responsable de la jerarquía católica.
No obstante, habría que mencionar que su trayectoria social no empezó en Tánger, visitó a presos en Santiago, en Roma trabajó doce años en un suburbio, en medio de gente venida de fuera y que había hecho allí sus barracas. “Fue este uno de los períodos de mi vida de los que guardo recuerdos más hermosos”, sostiene. También fue director del albergue de transeúntes de Santiago durante varios años.
El otro arzobispado en Marruecos también lo dirige un español, el salesiano Cristóbal López en Rabat que ahora se hace cargo provisionalmente de Tánger.
