A pesar de las protestas de los ciudadanos, y del apoyo de todos los partidos políticos para que se respete el complejo, los dueños del Polyforum Siqueiros en el DF de México están empeñados en construir allí un edificio de más de 50 plantas.
Como informé recientemente, soplan malos vientos para la mayor muestra mundial del muralista mexicano David Siquieros.
Un total de 8000 metros cuadrados de pinturas pueden acabar, cuanto menos, deteriorados, si la familia Suárez, propietaria del espacio donde se levanta el edificio, consigue el permiso de obra para levantar lo que parece ser su sueño: un edificio de más de 50 pisos. Realmente no es que sea su sueño, lo que sucede es que les quita el sueño perder miles de millones de pesos si no consiguen llevar el Polyforum a otro lugar. Porque serán dueños del terreno, del espacio que ocupa, pero no pueden destruir la obra. Eso es lo que frena su ambición.
La obra de Siqueiros está protegida mediante un Decreto Ley fechado el 18 de julio de 1980, firmado por el entonces presidente de México José López Portillo, que declara monumento artístico nacional “la totalidad de la obra realizada por el artista mexicano David Alfaro Siqueiros, por considerar que reviste un valor estético relevante”. En uno de los artículos, el cuarto concretamente, se estipula que quien posea una obra suya “sólo podrá llevar a cabo reparaciones o restauraciones en las mismas, mediante autorización que al efecto expida el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, de acuerdo con las disposiciones aplicables, por lo que deberán dar aviso al propio Instituto de cualquier alteración, cambio o deterioro que observen en ellas”.
Buenas intenciones y nada más
Hace escasas fechas, con motivo de la segunda manifestación para impedir que se traslade el Polyforum (un “abrazo” simbólico), representantes de todos los partidos políticos dijeron públicamente estar a favor de la iniciativa. Una iniciativa puesta en marcha por la Fundación Conciencia y Dignidad, secundada por algunos senadores y diputados, y refrendada por los políticos de la capital, incluso por el propio presidente municipal (alcalde), Miguel Ángel Mancera, pero que suena un tanto a hueco.
Suena a hueco, porque no se ve ni una sola acción, sólo se oyen palabras. En el Senado escuchamos unas manifestaciones bienintencionadas: solicitar que la Unesco declarara Patrimonio de la Humanidad el monumento. Eso fue en abril. A día de hoy no han movido ni una sola ficha para ello.
Sin embargo, Alfredo Suárez Ruiz, flamante propietario de la joya Siqueiros, sí la movió. Le faltó tiempo para entrevistarse con los senadores a fin de dejar patente su intención de preservar el legado y lamentar que se hubieran malinterpretado sus intenciones, pues tan solo pretendía llevar a cabo una rehabilitación muy necesaria y costosa.
En aquella ocasión habló de que les costaba un millón de pesos mensuales el mantenimiento. Recientemente, el importe lo ha elevado a cinco, sin dar más explicaciones. Y ante la posibilidad de que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) interviniera y le impidiera seguir con sus planes, presentó un amparo (recurso) que le dejaba a salvo de su intervención. Aquí hay que aclarar que esta institución había resuelto el sexenio pasado que el Polyforum podía ser desmantelado siempre y cuando no se deteriorase, pero la actual administración denegó el permiso. Así, solo dispone de permiso para restaurar, que falta hace, el complejo, pero no puede trasladarlo a ningún otro lugar.
En cuanto a los partidos políticos, quienes con tanta prontitud acuden a los eventos que les permite hacerse publicidad, también dejan mucho que desear. El propio PRI (partido que gobierna en el país) cuenta con mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, por lo que podría promover una expropiación del Polyforum que hiciera inviable su desmantelamiento. Me pregunto por qué no lo hacen. Y pienso mal, muy mal. Porque hay una solicitud de construcción de la que nadie quiere hablar, o mejor dicho nadie quiere hacerse responsable. Pero alguien tiene que dar su permiso… o denegarlo. Mancera dice que no lo firmará. El resto de políticos dice lo mismo. Pero da la sensación de que lo hacen con la boca pequeña, como para que les crean los ciudadanos. Y todos ellos tienen un buen motivo: las elecciones del próximo año. Así, hay que prometer, hay que salir en la foto, no disgustar a los electores… y dejar que pase el tiempo.
Mientras, una obra espectacular puede acabar en la basura. Porque, vista la “rapidez” con la que actúan quienes deberían protegerla, una vez que se trocee, nadie se va a preocupar de comprobar si su reconstrucción se lleva a cabo adecuadamente.
La Fundación Polyforum (de los Suárez, por supuesto) ha colocado unos carteles enormes a la entrada del recinto donde puede leerse:
“Nuestra Misión es promover, difundir y preservar la obra escultopictórica del maestro David Alfaro Siqueiros y posicionar el Polyforum al nivel de los mejores museos internacionales.
Esta misión la hemos cumplido cabalmente por 40 años. Incansables guardianes de este legado, seguiremos salvarguardando la muestra más importante y prepresentativa del muralismo mexicano.
Polyforum Siqueiros es y seguirá siendo un espacio multidisciplinario de encuentro y cultura, en beneficios de todos”.
Pero es difícil creerlo.
Es verdad que durante 40 años han respetado un legado impuesto por un asturiano empeñado en proteger la cultura. Pero hoy, sus descendientes están más interesados en la economía que en las artes. La dejadez en que han sumido al Polyforum, y sus pretensiones actuales, hablan a las claras de sus intenciones. Aunque el joven Esteban (Suárez, el retoño) vuelva a ponerse delante de una cámara para ensalzar el altruismo de la familia, su mecenazgo desmesurado, su amor por Siqueiros y el respeto por el abuelo Manuel (Navia, Asturias)… nadie se lo creerá, mientras no declare públicamente que renuncian a construir un rascacielos donde Siqueiros dejó su mayor legado.