Teresa Gurza¹
Nadie hubiera imaginado hace pocos años que se convertirían en derechos, entre muchos otros, las decisiones personales para contraer matrimonio, las opciones sexuales y matrimonios igualitarios, las aspiraciones de mujeres y niños a no ser violados ni golpeados, de trabajadores a ocho horas de jornada, de padres ancianos a recibir pensión de sus hijos, y de los animales a no ser maltratados.
Pienso, por eso, que tal vez algún día será derecho universal la asistencia para que puedan morir con dignidad y sin dolor quienes sufren padecimientos físicos o psíquicos sin solución.
Es triste que ayudemos a nuestras mascotas a irse de esta vida cuando por edad o enfermedad es necesario, y no seamos igual de misericordiosos con seres humanos que padecen sufrimientos inaguantables y sin perspectiva de mejora.
Todos hemos visto personas amadas sufrir indeciblemente al final de sus vidas, sin que haya forma de cambiar su situación clínica; y eso podría haberse evitado con decisiones adecuadas.
Siendo un tema muy polémico por todo lo que implica, creo que la «muerte digna» es la solución para no morir entre desconocidos, llenos de cables y en carísimas unidades de última tecnología, que solo alargan la agonía, retardando el fallecimiento y dejando endeudada y agotada a la familia.
Cuando hace cuatro años, precisamente otro noviembre, murió de cáncer mi hermana Beatriz, escribí que antes se temía que la muerte llegara demasiado pronto, pero que con los adelantos médicos, el miedo es a que sea demasiado tarde.
Y ahora que murió Manuel, por epoc, tras pasarlo muy mal por una caída que complicó su estado, quiero destacar la necesidad de prepararnos para que, en el momento de enfrentar esa inevitable experiencia suprema que es la muerte, conozcamos opciones que nos permitan elegir el mejor final de vida posible.
Hasta el momento, la iglesia católica no aprueba la eutanasia, pero es ya legal en ocho países; algunos de ellos de fuerte tradición religiosa.
Holanda fue el primero en legalizarla en 2002, Bélgica meses después, Luxemburgo en 2007, siguieron Canadá y Colombia, con algunas restricciones, y desde 2011 la Corte Europea de Derechos Humanos concluyó que las personas tienen derecho a decidir la forma de su muerte.
En marzo de este 2021, España legalizó el derecho de los enfermos terminales a una «muerte digna».
La Cámara de Diputados de Chile aprobó este año un proyecto de eutanasia que no contempla a menores de edad y excluye la causa de dolencias psíquicas.
Italia, Irlanda y Uruguay están en ese camino y el parlamento portugués lo está analizando.
Mientras que Suiza y el estado australiano de Victoria permiten el suicidio asistido, cuya diferencia con la eutanasia es que en ésta un profesional de salud administra alguna sustancia letal, y el suicidio asistido consiste en ayudar a que se realice en las mejores condiciones.
Este lunes 22, Italia aprobó el primer caso en beneficio de un tetrapléjico de 43 años y los setenta millones de habitantes de diez estados gringos pueden solicitarlo legalmente.
En México solo hay eutanasia pasiva, que «permite» que el enfermo grave rechace alimentos y procedimientos médicos; también puede firmarse, estando sano, el documento de «Voluntad Anticipada».
Los cambios mundiales han ido ocurriendo, principalmente, porque hijos médicos que han visto el sufrimiento de sus padres han pugnado por modificar la forma en cómo la gente ve el morir, en contraste con lo que pasaba hace pocas décadas, cuando incluso pensar en eso se consideraba crimen y pecado.
Otro reciente adelanto en el tema de derechos, pero de animales, lo protagonizó este jueves 18 de noviembre el Congreso de Francia, que argumentando que perros y gatos son seres vivos y sensibles y no juguetes, prohibió su venta en tiendas a partir de 2024 y la exhibición de animales en circos y delfinarios, y se penará el abandono de mascotas.
España presentó recientemente una ley para regular la tuición de animales domésticos cuando las parejas se separen y diputados de Ohio, EE.UU, aprobaron otra que los reconoce como «gente».
Y legisladores de Colombia prohibieron matar a los hipopótamos que, buscando comida, salieron del zoológico del narcotraficante Pablo Escobar, muerto por la policía en 1993, y se han reproducido hasta convertirse en plaga.
Uno de los primeros avances en derechos animales fue el apoyo que una jueza argentina dio en 2014 a la orangutana Sandra, cuyo caso comenté aquí y culminó en reconocerla como «persona no humana», para poder sacarla de su jaula en el zoológico de Buenos Aires y llevarla a un santuario en Florida.
- Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente.