Luis Magín, presidente de la Asociación española de amigos de la viola, ha presentado en Madrid el libro ‘Francisco Fleta Polo. Obra compositiva y contribución a la didáctica del violín y la viola’, del que es autor, en un acto que tuvo lugar en La Quinta de Mahler el 7 de marzo de 2017, en el que estuvo acompañado por Judith Ortega responsable de publicaciones del ICCMU.
El libro está dedicado a la figura de Francisco Fleta, intérprete de viola, docente y creador, quien ha colaborado en todo momento con el autor del libro, si bien no pudo desplazarse de Barcelona a Madrid por motivos de salud. Lo hizo su hijo, Luis Fleta, violista también como su padre.
La razón de que su extensa obra compositiva (en la que destacan sus Siete sinfonías) sea tan poco conocida a día de hoy tal vez se deba al hecho de que se editó manuscrita, cosa que al autor le pareció bien y aún le sigue pareciendo (a mí también, puesto que, en manos expertas, ello debería suponerle un valor añadido), o quizás también al espíritu cainita que hace que grandes creadores permanezcan en el anonimato, cosa que a veces el tiempo se encarga de corregir.
Las muestras de su obra que pudimos escuchar durante el acto de presentación hablan de una gran calidad y sensibilidad compositivas dentro de una más que apreciable variedad de estilos, que van desde el historicismo de la primera etapa (con temas de la Edad media, el Barroco, etc.) hasta el dodecafonismo más entusiasta. Su primera composición, presentada como ejercicio a su maestro Toldrá, hizo exclamar a éste: «Esto es mío», para instantes más tarde, corregirse: «No, es de Shumann.»
Sus creaciones metodológicas docentes se basan en su trabajo como profesor de viola (fue catedrático en el Conservatorio Superior de Música de Barcelona después de haber sido violista del Liceu y de RTVE). En una ausencia total de materiales académicos, escribió sus propios métodos basándose únicamente en su experiencia, con aportaciones originalísimas no halladas anteriormente. La teoría de «intervalos puros» a fin de conseguir la «afinación perfecta» remite, según los expertos, a la Grecia clásica, como emocionante es la carta de su alumno Oriol Jürgens dando las gracias, ya violista de éxito, al esforzado y genial profesor tantas veces incomprendido.
Su vida como violista la componen 25 años de experiencia orquestal, también solista y miembro del cuarteto Condal del que fue fundador; fundador también del grupo de violas de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); 26 años de enseñanza de la viola en el CSMB, compositor de 300 obras más sus métodos didácticos… A los 83 años pierde la vista.
Según su biógrafo Luis Magín, Francisco Fleta es un hombre extremadamente humilde, muy trabajador (tocaba a diario La Chacona de Bach, lo que le valió sacar la cátedra del CSMB a la primera con esta misma composición) y enormemente comprometido con su entorno, dotado de un gran sentido del humor y, sobre todo, provisto de una gran densidad humana al que no le importa ni desagrada el anonimato.
Su familia, de origen aragonés trasladada a Barcelona, donde él nació en 1931, era conocida desde generaciones por la construcción de guitarras a las que ha dado nombre y renombre artístico (Hermanos Fleta. Constructores de Guitarras), y en cuanto a la viola, también supieron en ese taller introducir mejoras que cambiaron el rumbo de la técnica, como la modificación en cuña para adaptarla al hombro del músico, mucho más ventajosa que el recorte posterior. Él, como estudiante de música, ya desde muy pequeño empezó probando profesionalmente los instrumentos de cuerda que se fabricaban en el taller de su padre y de su tío, por lo que sacaba los cursos a pulso y del tirón, pero fue igualmente un buen trompetista, lo que no siempre le sirvió para escalar puestos sino al contrario. (Como anécdota, cuando una formación buscaba un buen trompetista, de inmediato saltaba su nombre, pero siempre había alguien que apuntaba «Es mejor violista», y al revés, cuando buscaban un buen violista, nunca faltaba quien apuntara: «Paco. Pero es mejor trompetista.»)