Gaza vuelve a los carros tirados por burros

Los camiones de basura están parados en la ciudad de Gaza por una falta de combustible que afecta todos los aspectos de la vida diaria, incluyendo los servicios esenciales. Por eso, los burros han vuelto a las calles, informa Mohammed Omer (IPS).

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Los carros y los burros son la única opción para recolectar la basura en Gaza. Crédito: Mohammed Omer/IPS

Abú Hesham, de 33 años, tiene un carro y un burro que usa para recolectar basura, pero en el barrio gazatí de Barcelona los contenedores están rebosando desde hace días, y no tiene más remedio que lanzar los residuos a un lado de la calle.

«¿Qué más podemos hacer?», dice a IPS, mientras carga desperdicios en la niebla matinal de Gaza.

El olor se hace insoportable. La gente quema los desechos para reducirlos y minimizar riesgos de infección, pero el aire entonces se llena de humo negro.

La municipalidad, administrada por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), se encuentra limitada por el bloqueo israelí, las rivalidades con el partido secular Fatah, que gobierna Cisjordania, y la presión del nuevo régimen militar en Egipto.

Mahmoud Abú Jabal, de 55 años, va en su carro por las calles de la ciudad. Su hijo de 10 años, Ala’a, lo sigue descalzo entre pilas de basura acumuladas.

El municipio anunció que el combustible para sus camiones se había agotado y no tenía fondos para comprar más.

En los últimos años, la franja de Gaza dependió de combustible importado de Egipto a un dólar el litro. En julio, el nuevo gobierno militar de ese país clausuró los túneles por los que pasaban los suministros contrabandeados a territorio gazatí, como forma de castigar a Hamás, aliada del derrocado presidente Mohammad Morsi (2012-2013).

Las autoridades indican que la gasolina que llega de Israel es inalcanzable porque los altos impuestos elevan el precio al equivalente de dos dólares.

En las últimas dos semanas creció la demanda por el trabajo de Abu Jabal. Antes se limitaba a los alrededores de los principales hospitales, pero ahora recolecta basura de casi toda la ciudad: «Es mi única fuente de ingresos para alimentar a mis 12 hijos y mi burro», señala.

Abu Jabal está enfermo y no puede encontrar otro empleo. Gana unos 200 dólares al mes, que no alcanzan para cubrir las necesidades de su familia: «Se han detenido todos los camiones, que recolectan unas 1.700 toneladas de desechos diarios», anunció el ministro de Gobierno Local en Gaza, Mohammad al Farra, en una conferencia de prensa junto al mayor vertedero de la ciudad, cerca de la cancha de fútbol de Yarmouk.

Para mantener limpias las calles, se necesitan unos 150.000 litros de gasolina al mes, sin mencionar los 7.000 litros de gasóleo necesarios para hacer funcionar el suministro de agua potable y saneamiento.

Entre las aldeas y los campamentos, los palestinos no encuentran otro lugar para tirar los desperdicios que a la vera de caminos o en vertederos improvisados en áreas residenciales.

Al Farra alertó que esta situación podría desencadenar epidemias y enfermedades.

Pero la escasez de combustible no solo está provocando una acumulación de mugre. La principal central eléctrica de Gaza no puede funcionar, y hay apagones de más de 18 horas diarias. Las familias no tienen calefacción ni energía para cocinar, tampoco tienen luz y están rodeadas de basura.

En Beit Lahia, en el norte de la franja, un desastre ambiental es inminente porque los cortes de energía impiden que funcionen las plantas de bombeo de aguas servidas, que en cualquier momento pueden inundar las calles, explicó el alcalde Jalil Matar.

El ministerio tampoco puede pagar a los trabajadores de saneamiento debido a las dificultades financieras, indicó Matar.

En 2007, ya había colapsado el sistema de alcantarillado y se inundaron las áreas residenciales. Cuatro personas murieron y se arruinaron cultivos.

Matar ha apelado a grupos árabes y de otros países para que ayuden a la ciudad a superar la crisis.

Organizaciones de derechos humanos también alertan ante un desastre ambiental y sanitario en ciernes.

El coordinador especial de la Organización de las Naciones Unidas para el Proceso de Paz en Medio Oriente, Robert Serry, dijo en conferencia de prensa en el norte de Gaza que Turquía donará combustible como solución temporal.

Las autoridades municipales recibieron 16.700 litros de combustible, pero es una cantidad que solo alcanza para unos días.

Decenas de hogares de refugiados palestinos se inundaron con las fuertes lluvias de los últimos días. Equipos de rescate evacuaron a muchas familias cuando las aguas servidas volvieron a desbordarse el miércoles 4.

La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) dijo que 19 de sus 20 proyectos de construcción en Gaza tuvieron que detenerse porque Israel bloquea la entrada de materiales.

Frente a esta situación, el gobierno gazatí anunció que reducirá el salario de su personal para emplear a 430 nuevos trabajadores en la recolección de basura con 250 carros tirados por burros. Uno de ellos es conducido por Abú Jabal.

Los trabajadores de limpieza comienzan sus tareas a las cuatro de la mañana.

«Estamos viviendo una crisis», dijo el director general de salud y ambiente de la municipalidad de Gaza, Abdel Rahim Abú al Komboz.

El problema se agravó porque la población comenzó a arrojar basura en distintos sitios de la franja, con 1,8 millones de habitantes.

«Cuando la economía se detiene, el desempleo aumenta, lo que significa que la gente no puede pagar las cuentas de los servicios públicos. Solo entre 10 y 15 por ciento de la población puede pagarlas», dijo Abú Al Komboz.

Cuando los túneles con Egipto estaban abiertos, muchos palestinos bromeaban con que los carros con burros serían reemplazados por los «tuck-tucks» (motocicletas de tres ruedas), que entraban de contrabando y requieren muy poco mantenimiento.

Pero ahora que no hay combustible, los tuck-tucks están parados y los carros vuelven a circular.

Los recolectores podrán ganar muy poco para alimentar a sus familias, pero pueden abrir una bolsa de basura y alimentar con ella a sus burros.

Es solo una solución temporal. La amenaza sanitaria está latente, y también la proliferación de animales carroñeros, roedores y perros callejeros. Es como volver a la Edad Media.

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