En la madrugada (hora europea) de este lunes, 1 de febrero de 2021, el ejército birmano ha dado un golpe de estado y a continuación ha proclamado el estado de urgencia durante un año.
La dirigente Aung San Suu Kyi –Premio Nobel de la Paz 1991, consejera del gobierno y de hecho quien ha dirigido el país durante los últimos años- ha sido detenida mientras que unos cuantos generales se autonombraban para los principales puestos dirigentes, justo cuando el Parlamento salido de las últimas elecciones generales, ganadas por el partido de la Liga Nacional para la democracia (LND), en el poder desde 2015, iba a celebrar su primera sesión.
Hace exactamente diez años que Birmania salió de su anterior golpe de estado, impuesto por el régimen militar de una Junta despiadada durante medio siglo, y que Ang San Suu Kyi recobró la libertad.
Una vez controlados los puntos clave del país, los militares han declarado, a través de un anuncio difundido en su canal de televisión, NAME, que quieren «preservar la estabilidad» del país, al tiempo que acusan a la comisión electoral de no haber solucionado las «enormes irregularidades» que se produjeron en las legislativas de noviembre de 2020, de nuevo ganadas por una mayoría muy significativa por la LND. Desde entonces, los jerarcas militares han pretendido que la Comisión, dirigida por el gobierno, publicara la lista de electores para verificar si se habían cometido fraudes.
Según diversas fuentes, bastante imprecisas a estas horas, también han detenido al presidente de la República de Birmania, Myo Nyunt, y otros responsables políticos. El ejército habría ocupado el edificio del ayuntamiento de la capital económica, Rangún, y habría bloqueado el acceso al aeropuerto internacional. Según la ONG Netblocks, las telecomunicaciones estarían controladas, lo mismo que Internet.
Un comunicado del ejército, que por mandato constitucional ocupa una tercera parte de los escaños del Parlamento, ha anunciado que el general Min Aung Hlaing va a concentrar ahora los tres poderes «legislativo, administrativo y judicial», al tiempo que se nombraba presidente interino al general Myint Swe, hasta ahora vicepresidente del país.
Tanto la LND como su fundadora y máxima dirigente, Aung San Suu Kyi, han sido muy cuestionados en los últimos tiempos por su apoyo implícito a la represión de los musulmanes rohinyás (una minoría de la que cientos de miles de sus miembros han huido desde 2017 refugiándose en el vecino Bangladesh).
Aung San Suu Kyi, hija del general Aung San, uno de los negociadores de la independencia de Birmania asesinado en julio de 1947, seis meses antes de la independencia, estudió filosofía y economía en Oxford y cursó estudios superiores en Nueva York, donde ocupó un puesto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), regresó a Birmania en 1988 para ocuparse de su madre enferma y ese mismo año, junto con los generales Aung Gyi y Tin OO, fundó la LND.
Detenida en julio de 1989 permaneció seis años en arresto domiciliario. En libertad desde 1995 no estuvo autorizada a salir del país hasta 2002, tras una negociación secreta entre la ONU y la Junta Militar birmana. Detenida de nuevo en 2003 en una emboscada en la que perdieron la vida varios miembros de su partido, y de nuevo en residencia vigilada, el 13 de noviembre de 2010, en un acto simbólico, recobró la libertad cuando la policía se llevó las barreras colocadas frente a su domicilio. Ocupó por primera vez un escaño en el Parlamento en 2012
En 1990, Aung San Suu Kyi recibió el Premio Sajarov a la Libertad de Expresión, que concede el Parlamento europeo, y el premio Rafto, una distinción noruega que premia la defensa de los derechos humanos, y al año siguiente el Premio Nobel de la Paz. Esta última distinción ha sido objeto de críticas en los últimos años ya que la LND ha estado apoyando la represión contra el pueblo rohinyá