Los cantaores María Teresa Sánchez Campos La Cañeta y Sebastián Heredia Santiago Cancanilla de Málaga abren el ciclo Andalucía Flamenca 2016/17 en el Auditorio Nacional de Madrid
María Teresa Sánchez Campos La Cañeta, hija de El Cañeto y de La Pirula, nació en el flamenquísimo barrio de El Perchel de Málaga allá por los años treinta del siglo pasado. Y ahí sigue, joven y bella, con un torrente de voz que ya quisieran tener algunos en edad de ser sus nietos, una profesionalidad, unas tablas y una sabiduría flamenca y de vida en general que la han mantenido con la vitalidad y pasión de la juventud. Eso y que los cantes de Málaga son festeros por definición y eso es alegría de vivir, otra condición sine qua non para ser eternamente joven. Eso y el orgullo de ser gitana y artista.
La Cañeta sigue estando presente en festivales, peñas, tablaos y ciclos de flamenco. Málaga Cantaora se estrenó el pasado febrero en el Teatro Central de Sevilla, dentro del ciclo El Flamenco viene del Sur, con los mismos artistas que pudimos ver el viernes 21 de octubre 2016 en la inauguración del ciclo Andalucía Flamenca en el Auditorio Nacional de Madrid con el patrocinio del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y del Instituto Andaluz de Flamenco (IAF).
María Teresa empezó como casi todos los flamencos de niña, aprendiendo con su madre La Pirula, una genial creadora de cantes, sobre todo de estilos de tangos, que se fue demasiado pronto. Se vino a Madrid a los veintitantos, debutó en El Duende, luego se fue a Villa Rosa, se casó con el cantaor extremeño José Salazar Salazar, su compañero de vida y arte hasta hoy. Luego vino la etapa internacional, con giras a México, donde estuvo un año entero en El Rincón de Goya. Volvió a Madrid donde hizo todo un ciclo de tablaos, El Duende, Corral de la Morería, Venta del Gato y después expansión a lo grande por tierras europeas, americanas y japonesas. Pero sin olvidar nunca su Málaga.
Sebastián Heredia Santiago Cancanilla de Málaga cantaor y bailaor gitano, nacido en Marbella en los primeros años cincuenta del siglo pasado. Como tantos otros flamencos viene de una familia de artistas. Ya de niño bailaba en un tablao de Marbella. Empieza pronto a viajar por el mundo, con la compañía del famosísimo bailarín italo-norteamericano José Greco con quien a los quince años hace su primera gira americana. Luego con Lola Flores va a México donde se queda dos años bailando en un tablao. Vuelve a Madrid, a Los Canasteros, el inolvidable tablao de Manolo Caracol. Y al Corral de la Morería donde baila nada menos que con Blanca del Rey. Hasta ganó un Giraldillo de baile en una Bienal de Sevilla, pero a partir de ahí decide pasarse al cante como actividad principal. Y como cantaor empieza a ganar premios, el más importante el Enrique el Mellizo, en el más prestigioso de los concursos, el Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en 1998. Cancanilla está hoy en día a la altura de los mejores cantaores, conoce al dedillo todos los estilos flamencos, es un maestro del compás. Y es que cuatro décadas de tablas y de compartir escenario con los más grandes marcan carácter.
El concierto
La Cañeta estuvo acompañada por su guitarrista habitual Antonio Soto. A las palmas su hija Loli Salazar y su sobrino Kiko el Tiriri. Cancanilla de Málaga con su guitarrista José Antonio Conejo Vida Chaparro de Málaga.
Nada más salir a escena, haciendo gala de ese carisma y don de gentes que la ha acompañado toda su vida, La Cañeta ya tiene ganado a su público. Es que habla, ya antes de cantar y hechiza. Y cuando empieza a cantar, tan cercana, como en un tablao, tan cómplice con su público, al que sabe entregado de antemano. Son muchos años, mucha vida, para saber que los que van a verla y escucharla saben perfectamente a quién van a ver y escuchar. Y eso la enardece, la apasiona, lo mismo hoy que hace seis décadas. Sus facultades vocales siguen siendo realmente portentosas.
Empieza por Soleá por Bulerías y mezcla como nadie lo solemne y lo festivo; sus versos tienen sabor a poesía, su música y estilo saben a flamenco antiguo, racial, como si su madre La Pirula estuviera inspirándola. Que voz tan bellamente trabajada, voz con experiencia de años, en la que se notan los matices que ha ido puliendo a lo largo de la vida. Es una delicia.
Sigue por Alegrías, la catedral de los cantes festeros y aquí el conjunto de guitarra, voz, versos, baile y palmas crean ese ritmo que a ellos los va llevando a un crescendo alegremente contagioso y al público al ánimo de fiesta total. Y para seguir de fiesta sigue por Fandangos de Huelva, Tangos ¡Ay tangos de La Pirula, recuerdo de su madre! y finalmente para terminar de crear ambiente, termina con unas Bulerías jerezanas de toda la vida. Ella sabe como nadie hacer feliz a la gente con su arte que va más allá del cante.
La guitarra de Antonio Soto fue un elemento primordial en la armonía del conjunto. Sus falsetas aún resuenan en la memoria. Un maestro.
Cancanilla de Málaga o de Marbella, su ciudad natal, se arrancó por una soleá para ir entrando en ambiente, para ir calentando él mismo. Y a fe que lo consiguió porque en su siguiente palo, una serrana a ritmo de seguiriya que es la especialidad de la casa puso en juego su voz poderosa en esos tercios de cambio que él matiza con enorme maestría. Se agradeció el cante antiguo de serranía que hoy se oye poco.
Luego sigue por Tientos que suenan cercanos a tangos en homenaje a Enrique el Mellizo por aquel premio que ganó en Córdoba hace ya algunos años. Se recrea en el ritmo lento, en el sostenido prolongado. Otra serie que recuerda el estilo de Pastora Pavón y una más al estilo de Jerez antiguo de los tangos de La Serneta. Todo un recital y toda una lección magistral.
Para terminar nos metemos en fiesta con unas preciosas series de Fandangos por Bulerías y después puros Fandangos de Huelva, con los dos cantaores turnándose para deleite del respetable.
Esta noche se ha vivido en el Auditorio madrileño algo grande con estos jóvenes de espíritu repletos de sabiduría y experiencia.
