Cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, criticó «el mayor ataque aéreo», que afectó «un hospital de maternidad, un centro comercial y zonas residenciales matando a personas inocentes», no se refería a los devastadores ataques israelíes contra Gaza sino que estaba criticando el más reciente ataque militar ruso a Ucrania, informa Thalif Deen (IPS) desde naciones Unidas.
Obviamente, Biden tiene un criterio para los rusos y otro para los israelíes, mostrando pura hipocresía y doble rasero político, adujeron analistas consultados por IPS.
La declaración que salió de la Casa Blanca a finales de diciembre decía: «Es un claro recordatorio para el mundo de que, después de casi dos años de esta guerra devastadora, el objetivo de (el presidente ruso, Vladimir) Putin permanece sin cambios. Busca destruir a Ucrania y subyugar a su pueblo. Hay que detenerlo».
Quizás desde un ángulo más realista, su declaración podría haber añadido al menos: «El objetivo de, primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, permanece también sin cambios. Busca destruir Palestina y subyugar a su pueblo. Hay que detenerlo».
Y el panorama más contrastante son los más de veinte mil asesinatos de civiles en Gaza, incluidos 8697 niños y 4410 mujeres, en comparación con las decenas de civiles asesinados la última semana de 2023 por los rusos. Aun así, la conclusión es que no hay justificación para ninguna de las dos cosas.
Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy y director nacional de RootsAction.org, dijo a IPS que los pasos retóricos de Biden han aterrizado con ambos pies en una zona orwelliana que no se describe adecuadamente como «hipocresía».
A su juicio, «solo acierta a medias cuando condena a Rusia y al mismo tiempo apoya a Israel».
«En realidad, el presidente ha hundido a Estados Unidos en un abismo inmoral tan profundo que ha creado una enorme repulsión y disgusto dentro de Estados Unidos y en gran parte del resto del mundo».
Biden está tan ansioso por ayudar al ejército israelí a seguir matando palestinos en masa en Gaza que ha pasado dos veces por alto al Congreso para autorizar grandes envíos de armamento a Israel, sabiendo muy bien que el gobierno de Estados Unidos está ayudando e instigando directamente a matanzas a gran escala de niños, mujeres y otros civiles», dijo Solomon, autor de obras como «La guerra hecha invisible: cómo Estados Unidos oculta el costo humano de su maquinaria militar».
En diciembre, el fugaz comentario de Biden de que Israel debería detener sus «bombardeos indiscriminados» en Gaza fue rápidamente desestimado por la misma Casa Blanca. Y Estados Unidos ha ayudado notablemente con ese bombardeo indiscriminado enviando cinco mil bombas de dos mil libras a Israel desde el 7 de octubre, cuando comenzó el conflicto a raíz del ataque del grupo de Hamás a Israel, en el que murieron 1200 personas.
En resumen, dijo Solomon, las condenas de Biden a Rusia se aplican plenamente a Israel y también a Estados Unidos como participante directo en la matanza que ya se ha cobrado más de veinte mil vidas civiles en Gaza durante los últimos tres meses.
«El mundo necesita desesperadamente una norma única de derechos humanos y una adhesión real al derecho internacional. Biden se burla de ambos conceptos al denunciar justificadamente la guerra de Rusia contra los ucranianos, pero ayuda poderosamente a Israel a participar en una guerra genocida contra el pueblo palestino en Gaza» aseguró el especialista.
Solomon considera que «necesitamos protestas sostenidas en todo el mundo y una intensa presión diplomática para poner fin a la matanza, empezando por un alto el fuego inmediato y permanente».
En un artículo analítico en Common Dreams, un sitio web estadounidense, Jessica Corbett, editora sénior y redactora de la publicación, considera que las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza son diferentes por innumerables razones, pero el comportamiento de los líderes occidentales en los dos casos resulta hipócrita por oponerse a la invasión rusa. pero respaldar lo que los expertos mundiales advierten que es una operación israelí «genocida».
Una crítica, aduce, que se renovó el 29 de diciembre ante la declaración de Biden sobre el ataque ruso en Ucrania.
Esa declaración se produjo después de que Rusia lanzara su «ataque aéreo más masivo» desde que invadió Ucrania en febrero de 2022, matando a decenas de personas, hiriendo a más de 150 y atacando «más de 100… casas privadas, 45 edificios residenciales de varios pisos, escuelas, dos iglesias, hospitales…, una sala de maternidad y muchas instalaciones comerciales y de almacenamiento» según detalló el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Después de señalar el impacto del «bombardeo masivo» fue cuando Biden apuntó directamente al presidente ruso Vladimir Putin y dijo que su «objetivo permanece sin cambios. Quiere destruir a Ucrania y subyugar a su pueblo. Hay que detenerlo».
El periodista Mehdi Hasan, cuyo programa en la MSNBC acaba de ser cancelado tras ofrecer una cobertura crítica del asalto israelí respaldado por Estados Unidos contra civiles en Gaza, compartió esa parte de las declaraciones del presidente en las redes sociales con una sugerencia, según recuerda Corbett en su artículo.
«Os reto a leer esta declaración de la Casa Blanca hoy… pero… cambiad las palabras Rusia, Ucrania y Putin por Israel, Gaza y Netanyahu» dijo, refiriéndose al primer ministro israelí. «Adelante. Háganlo. Compruébelo usted mismo» exhortó.
En una entrevista con Connor Echols, periodista de Responsible Statecraft, Kenneth Roth, ex director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW), afirma que la administración de Biden ha sido demasiado deferente con el gobierno israelí, a pesar de la comisión bastante clara de crímenes de guerra en Gaza.
Washington ha presionado y presiona estos mismos días para paliar algunos de esos crímenes de guerra, demandando el acceso humanitario e instando a una mayor atención para evitar víctimas civiles.
Pero se trata a juicio de Roth de una presión que no pasa de la retórica. «Podría haber presionado realmente al gobierno israelí para que se detuviera, ya fuera reteniendo o condicionando la venta de armas o la asistencia militar en curso, o incluso permitiendo que una resolución del Consejo de Seguridad siguiera adelante» dijo.
Sobre cual sería un mejor enfoque estadounidense ante los crímenes de guerra en Gaza, el activista de derechos humanos consideró que el problema inicial fue que Biden se involucró bastante incondicionalmente en la respuesta del gobierno israelí a los horribles atentados del 7 de octubre de Hamás.
En sus comentarios iniciales, recordó, había advertencias escritas sobre la necesidad de respetar el derecho humanitario, pero no había ninguna fuerza emocional detrás de ellos.
«Estaba bastante claro que Biden simplemente apoyaba a Israel y le daba luz verde para seguir adelante con su respuesta militar a Hamás sin esforzarse mucho, al menos durante las primeras semanas, por garantizar que esa respuesta cumpliera realmente con el derecho humanitario» reflexionó.
En consecuencia, planteó, «creo que el gobierno israelí captó el mensaje de que las referencias al derecho humanitario eran necesarias para determinadas audiencias, pero que la administración (estadounidense) no estaba por la labor».
Sobre si los funcionarios estadounidenses pudieran ser legalmente cómplices si se descubre que Israel ha cometido crímenes de guerra en Gaza, Roth respondió: «Bueno, podrían serlo».
«Está claro que las referencias de Biden a los bombardeos indiscriminados del ejército israelí no fueron sólo un desliz verbal. Probablemente reflejaba las conversaciones internas que mantiene la administración. La segunda incluso parece haber sido algo deliberado» añadió.
Y la importancia de esto, remarcó, es que el bombardeo indiscriminado es un crimen de guerra. Como cualquier abogado de la administración sabría, dijo Roth, seguir proporcionando armas a una fuerza que está implicada en crímenes de guerra puede hacer al remitente culpable de complicidad en crímenes de guerra.
«No se trata de una teoría descabellada. Esa fue la base sobre la que el expresidente de Liberia, Charles Taylor, fue condenado por un tribunal con respaldo internacional, el llamado Tribunal Especial para Sierra Leona, por suministrar armas al grupo rebelde sierraleonés conocido como Frente Revolucionario Unido, famoso por cortar las extremidades de sus víctimas» recordó Roth.
Como Taylor siguió proporcionando armas a cambio de los diamantes al Frente Revolucionario Unido (FRU), mientras sabía que ese grupo armado rebelde cometía estos crímenes de guerra, «este tribunal respaldado internacionalmente lo declaró culpable de complicidad y lo condenó a cincuenta años de prisión, que actualmente cumple en una cárcel británica» dijo.