Di cosas sin las cuales no se pudiera vivir. Cuando imagino que alguien me pone en ese brete, siempre me viene al magín una palabra: M-Ú-S-I-C-A. La música. Sin música no se pude vivir. Y es curiosos que sea la palabra música la que llega siempre la primera cuando en realidad la única cosa sin la que no se puede vivir es LA VIDA, y de elegir aun una dando por sentado que no tener vida impide vivir, saltando esa perogrullada graciosa, elegiría el amor. No se puede vivir sin amor. Los humanos no pueden vivir sin amor. Al menos sin amor aunomismo.
Pero el caso es que sí, la música es tan poderosa que en ese viaje desde nuestra memoria que hacen las cosas cuya ausencia nos imposibilitan vivir, ella es la primera que llega, turbulenta, perturbadora, hermosa, altiva, completa, invencible, superior a cualquier demostración artística, según mi modesta opinión, emocionalmente por encima de cualquiera de las maneras que los humanos hemos ideado para explicarnos a nosotros mismos y hacernos entender lo que creemos que podría ser eso a lo que llamamos realidad.
No guardo memoria de la primera canción que escuché, desde luego, pero sí recuerdo cuatro cosas nítidamente que son muy valiosas y ciertamente antiguas: a mi madre cantar No te mires en el río, de Cocha Piquer, a mí haciendo que canto en la terracita de nuestra (breve) casa de Villaverde Bajo o viendo una serie de dibujos animados en la tele con los Beatles como protagonistas y la primera vez que fui conscientemente a ver a un grupo musical interpretar en directo canciones que yo ya conocía, eran Asfalto.
La primera canción de la que aprendí su letra completa fue Échame a mí la culpa, que por aquel entonces, cuando se murió Franco, más o menos, cantaba exitosamente el gibraltareño Albert Hammond, y la única que he pretendido tocar (con malos resultados casi siempre) a la guitarra es el riff de bajo de Smoke on the water, el trallazo de Deep Purple.
Yo habría sido un buen intérprete vocal de música molona. Pero no tuve arrestos.
Mi gran reto personal es hoy componer una canción. Nada superará artísticamente a eso. Sólo besarle a ELLA.
Coda, mi último concierto
La primera vez que escuché a The Waterboys yo estaba haciendo la mili en Bétera. Recuerdo entrar en una discoteca y escuchar el sonido oceánico de la embrujadora The whole of the moon…
I pictured a rainbow
You held it in your hands
I had flashes
But you saw the plan
I wandered out in the world for years
While you just stayed in your room
I saw the crescent
You saw the whole of the moon
The whole of the moon
Desde entonces, desde aquel año 1986, Mike Scott y su grupo me han acompañado casi toda mi vida.
El 20 de noviembre de este año 2017 (hace nada) fui a verlos por vez primera en directo y asistí con ELLA a un espectáculo maravilloso basado principalmente en el gusto funkoide de su último disco, Out of All This Blue, que si de por sí es una buena grabación repleta de canciones molonas, en directo es pura música del siglo XXI, rítmica, emocionante y poderosa.
Disfruté mientras disfrutaba. No puedo pedir más.
