Compañero de generación de David Foster Wallace, con quien le unía una gran amistad y no pocas similitudes, Jonathan Franzen (Chicago, 1959) es autor de un ensayo publicado en 1996 con el expresivo título de «Cómo estar solo», en el que analizaba la pérdida de interés e influencia de la novela en la sociedad contemporánea a manos de la cultura de la imagen y de la sociedad de consumo, y planteaba un regreso a los viejos cánones de Dickens y Dostoievski para recuperar la audiencia perdida.
En literatura Franzen se inició con dos novelas urbanas que despertaron interés en la crítica americana, «Ciudad veintisiete» (1988) y «Movimiento fuerte» (1992), dedicadas a los entornos de Boston y San Luis, sin conseguir con ninguna el éxito literario, que le llegó con «Las correcciones», National Book Award en 2001.
Tardó casi diez años en terminar «Libertad», su siguiente novela, que le encumbró internacionalmente como el gran novelista americano del nuevo siglo, una categoría que no mantuvo con «Pureza», a pesar de su lanzamiento a través de una gran operación de marketing.
Dios en la encrucijada
La presencia de Dios y Su influencia en el comportamiento de la gente ocupó el centro de muchas obras literarias a lo largo de la historia. Sin embargo es raro encontrar en la novela contemporánea relatos que tengan a Dios o a la religión como protagonistas o como fuerzas movilizadoras de las conductas de los personajes.
Sorprende por tanto que sea uno de los autores más importantes de la actual narrativa americana, Jonathan Franzen, quien utilice el tema en «Encrucijadas», su última novela, publicada en España por Salamandra, donde la presencia de Dios, la creencia en Su intervención, los problemas de la fe y las actividades religiosas de una comunidad, van condicionando los avatares de la trama.
Encrucijada es el nombre de una agrupación juvenil cristiana menonita que trata de mejorar los comportamientos de sus miembros a través de ejercicios espirituales y de trabajos en beneficio de la congregación y de comunidades deprimidas como los indios navajos de Arizona.
En una sociedad de cambios profundos, los adolescentes que forman parte de la asociación han de enfrentarse a los problemas tradicionales de la generación de sus padres, a los que se suman otros nuevos, derivados de las drogas, los modernos conceptos de libertad y las relaciones sexuales.
Como en otras de sus novelas (en estas mismas páginas hemos hablado de «Libertad» y «Las correcciones») Franzen utiliza las relaciones entre padres e hijos para llevar a cabo una crítica a la sociedad americana, esta vez desde la óptica de una comunidad religiosa, uno de cuyos dirigentes es Russ Hildebrandt, un pastor menonita que ejerce sus funciones en la Iglesia Reformada de la localidad de New Prospect, cercana a Chicago.
Russ se ve inmerso en una serie de conflictos que le enfrentan a su fe y a su familia (esposa y cuatro hijos) a lo largo de una crisis en la que se mezclan la religión, las relaciones sociales, las drogas y el sexo. Sus hijos viven también en encrucijadas que la vida les va planteando, entre ellas la del enfrentamiento con sus padres.
Apasionado por la literatura europea y admirador de la forma de narrar de Dickens y de los métodos tolstoianos de análisis del alma humana, Franzen también intenta penetrar hasta el fondo en los sentimientos de sus protagonistas. Hay aquí una cierta identificación entre las radiografías que lleva a cabo el escritor americano en sus personajes, y las del autor de «Ana Karenina» en su literatura.
En «Encrucijadas» Franzen analiza las difíciles relaciones entre miembros de diferentes generaciones y los problemas de un matrimonio condicionado por los comportamientos de sus hijos adolescentes, por sus creencias religiosas y sometido a la influencia de un pasado escabroso. Las vidas y la personalidad de Russ, de su atormentada esposa Marion, y de sus hijos Perry, Clem y Becky (el menor, Judson, no es aún consciente de lo que pasa a su alrededor) subrayan el devenir de una historia personal en la que las pasiones chocan con las creencias religiosas («aunque los mandamientos eran importantes, los llamados del corazón obedecían a una ley superior», dice uno de los protagonistas) y los valores fracasan con frecuencia víctimas de ambiciones personales y fanatismos extremistas.
Anunciada como la primera entrega de una trilogía, como en anteriores novelas también Jonathan Franzen lleva a cabo en «Encrucijadas» un retrato implacable de la sociedad americana, en esta ocasión la de los años setenta del siglo pasado, con el trasfondo de las políticas de Nixon y los últimos coletazos de la guerra de Vietnam.
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