El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, acogió con satisfacción la «pausa humanitaria» a la guerra que se desarrolla en la Franja de Gaza, pactada entre Israel y el movimiento palestino Hamás, y ofreció colaboración para «maximizar» el impacto positivo del acuerdo, informa la IPS desde Naciones Unidas.
«Este es un paso importante en la dirección correcta, pero es necesario hacer mucho más», expresó Guterres en un comunicado presentado por su portavoz Farhan Haq.
El principal funcionario de la ONU a cargos de los esfuerzos para una paz duradera en Medio Oriente, Tor Wennesland, también saludó la tregua de 96 horas que se inicia este jueves 23 en la franja destrozada por 48 días de guerra.
«Esta pausa debe utilizarse al máximo para facilitar la liberación de los rehenes (capturados por Hamás al incursionar en suelo israelí el 7 de octubre) y aliviar las extremas necesidades de los palestinos en Gaza», incesantemente bombardeada por Israel, dijo Wennesland.
El acuerdo contempla un alto el fuego de cuatro días, ampliables a cinco, y Hamás liberará a cincuenta rehenes de las aproximadamente 240 personas que secuestró, de las cuales treinta son niños y adolescentes, y veinte mujeres, de las cuales ocho son madres.
A cambio, Israel liberará 150 –menores de edad y mujeres- de los ocho mil presos palestinos que tiene en sus cárceles, y los intercambios se harán por fases y grupos.
El trato incluye la entrada por el paso de Rafah -la frontera de Gaza con Egipto- de cientos de camiones con ayuda para la población de la Franja.
Wennesland reconoció los esfuerzos de los gobiernos de Egipto, Qatar y Estados Unidos para facilitar el acuerdo.
Los trabajadores de las agencias humanitarias de la ONU reiteraron que siguen dispuestos a aprovechar la oportunidad para aumentar la ayuda en el superpoblado enclave, de 365 kilómetros cuadrados y 2,3 millones de habitantes.
«No podemos seguir proporcionando ayuda a Gaza en un océano de necesidad. Los combates deben cesar para que podamos ampliar rápidamente nuestra respuesta», dijo Ahmed Al-Mandhari, director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Mediterráneo Oriental.
La OMS informó de que se estaba llevando a cabo una nueva evacuación en el asediado hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza –desde donde ya fueron retirados 31 bebés prematuros que luchan por su vida en incubadoras-, y que se harían más evacuaciones en el norte de la franja.
Al-Mandhari guardó un minuto de silencio en honor a la funcionaria de la OMS Dima Alhaj, asesinada en Gaza junto a su bebé de seis meses, su marido y dos hermanos.
Dijo que «mientras lloramos, recordamos la naturaleza sin sentido de este conflicto y el hecho de que hoy en Gaza ningún lugar es seguro para los civiles, incluidos nuestros propios colegas de la ONU».
Desde el inicio de las represalias de Israel por las masacres de Hamás del 7 de octubre, que dejaron 1200 muertos y unos 240 rehenes secuestrados, 108 miembros del personal de la ONU han sido asesinados en la Franja.
En Gaza, según su Ministerio de Salud dirigido por Hamás, han muerto trece mil personas, entre ellos 5600 niños y 3550 mujeres, los heridos son más de 31.000, y hay unas 6500 personas desaparecidas, muchas de ellas presumiblemente bajo los escombros de edificios derruidos por los bombardeos.
El conflicto también ha causado la muerte de 53 trabajadores de los medios de comunicación, según el estadounidense Comité para la Protección de Periodistas.
Las agencias de la ONU dan cuenta además de que debieron huir de sus hogares más de 1,5 millones de gazatíes, y al menos la mitad de ellos buscaron abrigo en saturadas instalaciones como hospitales, escuelas y otros centros de refugio.
Al-Mandhari deploró que ni siquiera los hospitales estén protegidos de los horrores del conflicto en Gaza. La OMS documentó 178 ataques a la atención sanitaria en la Franja desde el 7 de octubre, y de los 36 hospitales del enclave, veintiocho ya no funcionan.
Según la oficina de coordinación de asuntos humanitarios de la ONU (Ocha), los camiones de ayuda que han entrado en Gaza desde el 21 de octubre representan apenas catorce por ciento del volumen mensual de transporte humanitario y comercial que llegaba al enclave antes del inicio de las actuales hostilidades.
Eso excluye el combustible, que hasta hace unos días estaba completamente prohibido por las autoridades israelíes, pues considera que Hamás lo toma para activar sus dispositivos de ataque contra Israel.
La Ocha dijo que el martes 21 entraron en Gaza 63.800 litros de combustible desde Egipto, tras una decisión israelí del 18 de noviembre de «permitir la entrada diaria de pequeñas cantidades de combustible para operaciones humanitarias esenciales».
El combustible se requiere para el funcionamiento de las plantas eléctricas de los hospitales, de la maquinaria desalinizadora para contar con agua potable, para el desplazamiento de ambulancias, funcionamiento de panaderías y otros servicios.
La noticia del acuerdo de alto el fuego llegó en medio de temores de que el hambre se extienda en el norte de la Franja, aislado del sur por los militares israelíes.
Debido a la falta de instalaciones para cocinar y de combustible, «la gente está recurriendo a consumir las pocas verduras crudas o frutas inmaduras que quedan a su alcance», el poco ganado también se enfrenta al riesgo de muerte y los cultivos están cada vez más abandonados.
Ocha dijo que la angustia causada por los constantes bombardeos, el desplazamiento y el hacinamiento masivo en los refugios -en algunos de los cuales hay un baño para cuatrocientas personas- ha cobrado un alto precio psicológico a los habitantes de Gaza.
Las necesidades de salud mental «están disparándose», especialmente para los más vulnerables: niños, personas con discapacidad y aquellos con condiciones complejas preexistentes. También se ha incrementado el movimiento de niños no acompañados y familias separadas.