Reestreno en Francia con copia restaurada
Galardonada con el premio especial del jurado en el festival de Venecia en 1952, “Mandy” es una pequeña joya del cine británico producida por los célebres estudios Ealing y dirigida por Alexander Mackendrick, (1912-1993), cineasta más recordado por comedias tan conocidas como “Whisky a gogo”, “El hombre del traje blanco”, o “El quinteto de la muerte”.
Editada ya en DVD, y ahora con copia restaurada, “Mandy” es distribuida en Francia por Tamasa difusión, y será reestrenada en los cines a partir del próximo 5 de abril.
Mackendrick un perfeccionista del cinematógrafo
Aunque nacido en Boston (EE.UU.), Alexander Mackendrick volvió todavía niño a Escocia con su familia y cursó estudios en Glasgow, orientándose hacia el dibujo y las bellas artes. En 1937 entró a trabajar como guionista en los estudios de Pinewood.
Durante la segunda guerra mundial trabajó con el ejército en la realización de documentales y posteriormente fue contratado como guionista por los estudios Ealing, en donde dirigió su primera película en 1948: “Whisky a gogo”, una de las obras maestras de la comedia británica, transgresora de la moral tradicional, con su elogio del guisqui como elemento generador de la alegría de vivir y de la solidaridad entre los seres humanos.
Pero su consagración vendrá sobre todo con su segundo largometraje en 1951 “El hombre del traje blanco”, un ingenioso y tragicómico cuento filosófico interpretado por Alec Guinness y Joan Greenwood, que fue nominado a los Oscar de Hollywood y a los premios Bafta en Gran Bretaña.
“Mandy”, en 1952, será su tercera película, cambiando totalmente de registro con un relato la sordera infantil, adaptación al cine de la novela “The day is ours” de Hilda Lewis (1896-1974), una película que marca el interés de Mackendrick por la mirada infantil, universo al que volverá también mas tarde en “Viento en las velas” 1965, con las aventuras del capitán Chavez interpretado por Anthony Quinn, adaptación de la novela de Richard Hughes “Huracán en Jamaica”.
En su filmografía británica destaquemos también la brillante comedia “El quinteto de la muerte” en 1955, de nuevo con el gran Alec Guinness, y con Peter Sellers, de gran éxito internacional justo antes de instalarse en Estados Unidos, en donde tropezó en cambio con grandes dificultades. “Para hacer una película en Hollywood, hay que ser buen negociador -decía Mackendrick- y yo nunca he tenido talento para eso”.
Lo cierto es que participó en la dirección de varias películas que no terminó, entre ellas “El discípulo del diablo” 1959, que fue acabada por Guy Hamilton, o “Los cañones de Navarone” 1961, que terminó dirigiéndola Jack Lee Thomson. Su amarga experiencia en Estados Unidos le llevó a dejar la realización e inclinarse, finalmente, a partir de 1968, por la enseñanza en la Escuela de cine de California, de la que pudieron beneficiarse varias generaciones de cineastas.
Señalemos que Asier Aranzubia ha escrito en España un excelente libro monográfico sobre Alexander Mackendrick, ediciones Cátedra 2011, que permite comprender mejor la variopinta filmografía y la personalidad de este realizador británico, que tenia la merecida reputación de ser un perfeccionista tanto en la puesta en escena como en la dirección de actores.
Mandy, sobrio y didáctico melodrama sobre la sordera infantil
Los esposos Garland, interpretados por Terence Morgan y Phyllis Calvert, viven felices con su hija Mandy, hasta que un día se dan cuenta de que la niña es sordomuda, y deciden, para protegerla, instalarse en casa de los abuelos, para que no sufra del contacto con otros niños en la escuela. Mandy crece así sobreprotegida por los suyos, pero su hándicap se va acentuando debido a ese aislamiento del mundo exterior.
La madre, magistralmente interpretada por Phyllis Calvert, decide entonces llevar a la niña, que ya tiene seis años, a una escuela especializada, provocando un conflicto con su esposo y sus suegros, que quieren protegerla del mundo exterior. Lo que podría haber sido un lagrimoso melodrama, es tratado por Mackendrick con mucho tacto y controlada emoción.
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La película mezcla además la ficción con el rigor documental, ya que las escenas en la escuela fueron rodadas en esa reputada institución (Royal Residential Schools, de Manchester, Inglaterra) que se ocupa del cuidado de niños sordomudos. El realismo psicológico en el tratamiento de este drama familiar se acompaña así de un tono naturalista que otorga plena credibilidad al relato.
La interprete de Mandy es en cambio toda una profesional: la actriz prodigio Mandy Miller, quien tenía entonces ocho años y había hecho ya una primera aparición en el cine en “El hombre del traje blanco”. Mandy Miller desarrolló en la década de los cincuenta una corta y brillante carrera de actriz, siendo niña y adolescente. A sus 18 años se instaló en Nueva York, casándose con un arquitecto y abandonando su carrera artística.
La niña actriz Mandy es una gran revelación de esta película, gracias a la meticulosa realización de Mackendrick y a su hábil montaje, tanto en las imágenes como en su banda sonora, que gracias a la magia del cine, contribuye a hacernos pensar que quizás esa protagonista infantil sea una verdadera sordomuda.
En su excelente guión, Mackendrick añade a la conflictiva relación de los esposos el personaje carismático del educador Richard Searle, interpretado por el muy veterano actor Jack Hawkins. Su interés por ayudar a la niña, provoca una reacción de celos del marido y rumores sobre su presunta relación con la madre de Mandy. Todo ello es filmado con mucha sensibilidad y crítica mirada sobre los prejuicios de esa sociedad británica en los años cincuenta.
Mackendrick multiplica sus ingeniosas soluciones de puesta en escena para mostrar con sus imágenes el calvario que vive la niña y sus sucesivas crisis, antes de lograr decir sus primeras palabras y lograr enfrentarse por fin sin miedo al contacto con el mundo exterior. La lucha de la niña para superar su hándicap, sirve también de metáfora sobre la ausencia de comunicación entre los adultos, los prejuicios sociales y morales, y los problemas educativos con que deben enfrentarse sus padres.