Un viejo dicho menciona que si estás en Marruecos que nada te sorprenda, todo es normal. Así, por un lado, el viceministro de Interior de Marruecos, Nuredín Boutayeb, ofreció datos en el Parlamento de «la seguridad y la estabilidad» en el país y su baja criminalidad pero, paradójicamente, la realidad carcelaria es otra.
En su intervención el político citaba, el pasado 4 de diciembre, que la tasa de criminalidad, con menos de 21 incidentes anuales por cada 1000 habitantes, es una de las más bajas del mundo.
Los datos ofrecidos mostraban que las fuerzas de seguridad marroquíes resolvieron en los nueve primeros meses de 2017, un total de 378 974 de los 420 664 casos de criminalidad que se registraron (el 92,33 %), y un total de 402 384 personas comparecieron ante la Justicia en el mismo período.
El viceministro precisó que este índice ha estado generalmente estable desde 2015 y confirma la tendencia a la baja de los últimos cuatro años. Boutayeb citó que los servicios de seguridad de Marruecos han impedido la entrada clandestina en Europa de unas 50 000 personas en lo que va de año y han desmantelado 73 redes criminales dedicadas al tráfico de inmigrantes.
Como curiosidad, los datos se dieron a conocer justo cuando se produjo el asalto a una maestra española cerca de Larache, a lo que se añade el dato ya hace unos meses de un estudio que refleja que Marruecos es el segundo país más peligroso, tras Egipto, para una mujer turista, según la web de viajes Trip.com. También el propio departamento de Estado de Estados Unidos consideró en su dia la criminalidad como un problema serio en Marruecos.
Pero las cifras oficiales anunciadas ocultan otro dato alarmante. El Consejo Nacional de Derechos Humanos dio a conocer hace apenas un mes que en Marruecos hay 82 400 detenidos en las cárceles en septiembre de 2017, en agosto de 2015 había 76 794 presos y en 2012 la cifra ascendía a 68 000. Casi la mitad, un 46 % eran preventivos, es decir, sin sentencia firme.
La media de espacio por cada detenido, no obstante, ha aumentado de 1,68 metros cuadrados a 1,83 y el número de detenidos por habitáculo preventivo ha sido limitado a ocho personas. Según las mismas cifras hay un médico por cada 820 detenidos con seis chequeos médicos anuales por preso.
Marruecos cuenta con 77 cárceles. Además se está trabajando en la construcción de siete nuevos centros penitenciarios mientras que desde 2015 se han puesto en marcha diez nuevas cárceles con capacidad para 9000 nuevas plazas.
Desde el pasado 30 de octubre no se permite a los familiares entregar paquetes de comida a los detenidos, la conocida como qoffa, la típica cesta que entregaban. Los motivos argumentados por las autoridades es que eran un modo de introducir sustancias ilícitas dentro de los muros de las cárceles. Por su parte, han abierto a sociedades privadas los servicios de restauración, lo que ya ha motivado la protesta por su mala calidad.
La propia Dirección General de Administración Penitenciaria y de Reinserción (Dgapr) afirmó «ser consciente» del problema de la superpoblación carcelaria, con tasas de hacinamiento del 44 %, según las cifras de la propia administración penitenciaria.
Marruecos es el país árabe con un mayor número de población carcelaria, superior a países con una población mayor o similar, según un estudio del Centro Internacional de Estudios Penitenciarios (ICPR, siglas en inglés)
La última ‘lista mundial de la población carcelaria’ de 2015 está liderada en números absolutos por Marruecos que ocupa el puesto 19 en cuanto a números de presos totales.
Además, el país magrebí ocupa la tercera plaza de la lista en cifras relativas, con 222 presos por cada 100 000 habitantes, sólo por detrás de Bahrein (301) y Emiratos Árabes Unidos (229). A título comparativo, el país vecino Argelia, con una población poco superior a la marroquí, tiene 60 220 presos, según la lista mundial, y un ratio de 162 reclusos, otros países árabes, Túnez, 212, Libia 99 y Egipto, 76. La media mundial es de 144 presos por cien mil habitantes.
