Dos aventureros recién llegados del Far West han aparcado su carromato en el escenario del Teatro Luchana de Madrid para compartir un misterioso elixir que han importado desde el desierto de Arizona.
Lo que en un principio parece que va a ser algo parecido a una venta de crece pelo por parte de dos embaucadores muy comunicativos (bailan, cantan, se pelean y liman asperezas a la vista del público) se convierte en un viaje por las culturas del otro lado del Océano. Un viaje lleno de estampas cinematográficas en que reconocemos a la alcaldesa y al sheriff de Éxistir (nombre de un pueblo del Oeste), a la señora Chavelita (que vive sola al otro lado del Gran Río) y al Indio Remigio (que es nada menos que el guardián del Elixir de Éxistir).
Esta aventura del desierto titulada El secreto del Elixir es un espectáculo para público familiar que la compañía El Autómata Obstinado ha estado creando durante más de cuatro años, de manera que si en 2011 duraba quince minutos, ahora dura cincuenta y cinco.
Todo ocurre en un desierto, el desierto de Arizona, un lugar vacío hecho para meditar. Un lugar donde se vacía el alma mientras el cuerpo se dispone a resistir. Pero, ¿por qué el de Arizona y no por ejemplo el del Sáhara, que nos queda más cercano? Tal vez porque socialmente se considera más hostil el de Arizona, que siempre aparece poblado básicamente por sheriffs, marshalls, esposas honradas y ciudadanos serios.
Son referentes cinematográficos cercanos que todos conocemos y eso actúa en el montaje de lo que se nos quiere contar. Personas serias que quieren saber qué te ha llevado hasta allí y que no suelen apiadarse de los intrusos ni de los forasteros porque su misión es precisamente mantenerlos alejados. Ahí creen que radica la supervivencia de su pueblo, que se llama nada menos que Existir, nombre que parece oponerse a Vivir.
Existir es un pueblo tranquilo que no quiere en sus calles gente sin oficio conocido. Y nuestros dos protagonistas son todo eso y mucho más: son ladrones de estrellas, soñadores errantes que con su caravana (o carromato de madera convertible en barco cuando la ocasión lo requiere) van capturando estrellas, dando saltos de alegría con cada nueva captura y celebrándolo por lo más alto cantando y bailando. También se pelean cuando no están de acuerdo en el modus operandi y pronto se ve quién lleva la voz cantante. Se comprende que con este cometido y estos modales, no tienen buen recibimiento en lugares como Existir, que a nadie le gusta que le capturen sus estrellas.
El cambio que sus habitantes experimentarán al contacto con estos dos visitantes se debe al secreto del elixir. Un cambio inesperado que los convertirá en amigos. En el carromato, que es a la vez teatro de sombras y teatrillo de títeres, se representan pequeñas historias, como la de la anciana que vive sola en el desierto, la de la alcaldesa y el sheriff de Existir y el Indio Remigio. Sobre un fondo escenográfico con el que los actores interactúan en un continuo de proyecciones tipo cartoon, ha sido diseñado por el artista Gabriel Andújar.
Algo va a ocurrir que va a cambiar el ánimo de los habitantes de Existir a favor de estos dos cazadores de estrellas.
Hay que decir que cuando por fin aparece el contenido de la misteriosa caja, al principio parece un poco chusco, la verdad, pero luego le encontramos una serie de propiedades «comunicativas» y ése será su principal logro: la capacidad de ser compartido para fabricar con él profusión de dibujos, juegos y figuras. Un lujo que no hemos apreciado lo suficiente porque nunca nos falta.
Las canciones que se van intercalando de principio a fin a medida que la aventura avanza, convierten la obra en un semi-musical en el que un personaje enseña a otro a cantar, clave mágica para capturar estrellas
- Título: Aventura en el desierto: el secreto del Elixir
Creadores y actores: Andrea Soto y Álvaro Lizarrondo
Proyecciones diseñadas por Gabriel Andújar.
Compañía: El Autómata Obstinado