En pacientes con dolor agudo por enfermedades reumáticas tales como la espondilitis anquilosante, la artritis reumatoide entre otras patologías de la misma entidad que afectan principalmente al esqueleto axial, y no responden a tratamientos convencionales con AINEs y FAMEs, pueden recibir actualmente las nuevas terapias con agentes biológicos inhibidores del factor de necrosis tumoral alfa (anti TNF).
Si previamente estos pacientes han sido tratados a lo largo de varios años con infliximab, etanercept, adalimumab y golimumab, ahora pueden ser ayudados con la enfermedad mediante estas nuevas formas de calmar el dolor.
Las nuevas terapias biológicas, como los fármacos denominados anti-TNF son la nueva respuesta ante el dolor de estos pacientes afectados por patologías con espondiloartritis.
Estas enfermedades no tienen cura y el dolor aumenta en reposo, sobre todo durante el descanso nocturno ya que obliga al paciente a levantarse y a caminar para aliviar el mismo. No es lumbago aunque en un primer estadio pudiera parecerlo ni tampoco alteraciones por la escoliosis u otras vértebras. Los dolores que se acusan son muy intensos y en un principio siempre se confunden con estos o con ciática por la agudeza e intensidad de los mismos.
El dolor, que se inicia en la zona sacroilíaca –donde el sacro se une con la pelvis- puede extenderse hacia las nalgas, parte posterior del muslo, hasta la rodilla. Además, es alternante, unas veces ocurre en la pierna izquierda, otras en la derecha. No se deben practicar deportes con riesgo de traumatismo óseo o articular, ni tampoco se debe cargar. Es aconsejable también, dormir en un colchón duro y practicar natación para mejorar la extensión de la espalda y la movilidad tanto de hombros como de caderas.
El tratamiento anti-TNF es muy eficaz en pacientes con espondiloartritis, como lo demuestra el hecho de que alrededor del 60% de los pacientes con resistencia a la terapia convencional presentan una buena respuesta al anti-TNF.
Sin embargo, se trata de un tratamiento con un gran coste de adquisición y no exento de riesgos para la salud del paciente a corto-medio plazo. En este sentido, la detección de marcadores clínicos y/o genéticos que permitieran predecir la respuesta facilitaría la indicación terapéutica y mejoraría sin duda el coste-beneficio de estos tratamientos. Recientemente han aparecido en la literatura científica estudios, uno en pacientes con EA13, y otro en pacientes con APs14, que analizan los factores que pueden influir en la respuesta al tratamiento anti-TNF en estos pacientes. Estos, si son más activos clínica y, en especial, biológicamente (PCR más elevadas) y menos evolucionados (menor duración de la enfermedad, menor BASFI y/o HAQ) son quienes responden mejor al tratamiento anti-TNF.
Además, en los pacientes con APs, la artritis en grandes articulaciones (caderas y/o rodillas) sería un factor asociado a una menor respuesta terapéutica. Sin embargo, hasta una cuarta parte de los pacientes con marcadores de escasa respuesta terapéutica presentan una buena respuesta a terapia anti-TNF. En este sentido, los pacientes con enfermedad evolucionada no deben estar excluidos de la posibilidad de recibir tratamiento siempre y cuando presenten enfermedad activa.
Hay que tener en cuenta que la mejoría clínica con la terapia biológica, no presupone ineludiblemente un freno a la progresión de la enfermedad, ni tampoco ello, un mejor pronóstico de los pacientes a largo plazo. Es muy aconsejable si se padece una infección viral crónica, una gestación o se ha experimentado una cirugía mayor. Atenuar los dolores agudos es una realidad que sí sucede con las anti TNF. Está contraindicada durante el embarazo y debe informarse y extremarse las medidas de control de natalidad en mujeres fértiles en tratamiento con estos fármacos.
Algunos pacientes con espondiloartritis durante el curso evolutivo de su enfermedad y como consecuencia de las secuelas de la inflamación crónica articular, precisan de cirugía protésica. En estos casos surge la duda sobre el riesgo de infecciones en los pacientes tratados con terapia anti-TNF. Aunque los datos disponibles son escasos, y derivan de series de pacientes con artritis reumatoide, parece que el riesgo de infecciones asociadas a esta cirugía podría estar aumentado en los pacientes en tratamiento con terapias biológicas.
La familia de las espondiloartritis incluye un grupo heterogéneo de reumatismos inflamatorios crónicos de etilogía desconocida, que comparten en común una base genética (HLA-B27) y unos síntomas clínicos caracterizados por entesitis, artritis y una serie de manifestaciones extraarticulares entre las que destacan: uveítis, afectación cutánea y digestiva.
Dentro de este grupo la espondilitis anquilosante (EA), las artritis reactivas, la artritis psoriásica (APs), la artritis asociada a las enfermedades inflamatorias intestinales (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa), un subgrupo de la artritis crónica juvenil y pacientes con rasgos clínicos de espondiloartritis que cumplen los criterios del European Spondylarthropathy Study Group (ESSG)1 y/o los de Amor et al pero que no reúnen criterios de una espondiloartritis definida y que se incluyen en el término de espondiloartritis indiferenciada; muchos de estos pacientes acabarán evolucionando hacia una espondiloartritis definida.