Fotos límite: 150 años de debate (3)
Fue un trallazo a la conciencia, una foto desgarradora de las que conmueven las entrañas de toda persona de bien. Un fotón que iba derechita para premio tras haber sido publicada el 26 de marzo de 1993 en The New York Times y posteriormente por periódicos de todo el mundo. Así fue. La foto del niño defecando en las afueras de un poblado sudanés con un buitre al acecho tras él le valió en 1994 el Pulitzer a su autor, Kevin Carter, fotoperiodista sudafricano freelance.
“El niño del buitre” se convirtió en todo un icono de la hambruna en el África profunda como alegoría directa de lo que estaba ocurriendo en Sudán. El niño era el problema de la pobreza y el hambre; el buitre, la terrible estampa del capitalismo; y el fotógrafo, la indiferencia de la sociedad.
Kevin Carter, Premio Pulitzer 1994 por su famosa foto del niño y el buitreLa crítica al fotógrafo no se hizo esperar: vale que hiciera la foto, pero ¿por qué no se quedó a ayudar al niño? Él intentó justificarse, alegando que el crío estaba haciendo sus necesidades, que la tribu se encontraba a pocos metros, el buitre simplemente estaba esperando su comida y él tenía que continuar con su trabajo.
Pero la procesión iba por dentro. Carter entró en depresión y arrepentido de no haber ayudado al niño, la foto que le lanzó a la fama acabó también costándole la vida con el suicidio.
Carter, quien no había tenido la segunda oportunidad que esperaba: que el buitre abriera sus alas y empezara a volar, tampoco tuvo la de poder tranquilizar su conciencia.
Sí la tuvo el niño, Kong Nyong, que sería recogido por un alma caritativa y logró salvar su vida. Le descubrieron en febrero de 2011 en Ayod, Sudán del Sur, Alberto Rojas y Luis Núñez, dos periodistas de El Mundo.
Veinte años, un Pulitzer, un suicidio, un niño superviviente y un inacabable debate sobre los límites de la ética del fotoperiodista después, la estremecedora foto de Kevin Carter del niño famélico sudanés acechado por un buitre sigue alimentando la polémica sobre la línea divisoria entre información y morbo en el trabajo de los fotoperiodistas.
Cierto que en el caso de la foto de Kong Nyong, la figura del fotógrafo salió tremendamente devaluada. Pero hay esperanza. También de que el fotoperiodismo no tire por la borda lo más precioso que tiene: el rostro humano de todo fotoperiodista comprometido y solidario. “Para ser buen periodista hay que ser buena persona», Ryszard Kapuscinski dixit.
«Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”, dejó escrito el recordado maestro de periodistas. “Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.” Ahí estamos.
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Enlaces:
- Las fotos del horror, en ‘La Voz de Galicia’
- Tragedia de Santiago: las imágenes límite, a debate
- Para qué sirven las fotos
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