La sexóloga Tasso ha vuelto a explicarnos de qué va todo esto. El mundo de las relaciones del siglo XXI cambia de una manera vertiginosa, acaso, de forma explícita porque solamente hablamos de sexo. La evolución o revolución si ajustamos mejor los términos, de las relaciones humanas de este siglo, han cambiado definitivamente en apenas quince años. La escritora analiza las relaciones sexuales de este siglo, la influencia de Internet, las aplicaciones para conseguir sexo y los conceptos que han cambiado drásticamente. En su libro, Sexo 4.0. El amor en los tiempos de Internet, encontramos las claves de esta sinrazón en donde el yo prevalece al tú, en donde el amor pasa a otro lugar y en donde el sexo, solamente es a cambio de placer, si no, no lo quiero.
Problemas que antes no se concebían hoy pasan a ser preguntas en consultas médicas; ¿por qué tengo una disfunción eréctil? ¿por qué no siento nada? La sociedad del quiero, compro y tengo ha pasado porque la espera que el sexo procuraba no existe ante tal cantidad de oferta. No existen los procesos de seducción y cortejo ni tampoco los de la espera; esa que nos procuraba con desaliento una nueva cita para ver si. Ahora no hay ni sí ni no, ahora existe una evidencia de querer y tener lo cual procura una mal llamada eyaculación precoz. La misma no está controlada, está dinamitada al ejercicio de lo inmediato y por tanto ya no existe control.
En el caso de las mujeres, algunas entran en un paradigma de sexo complejo, tóxico y absurdo que no les lleva nada más que a complicarse la vida. El deseo es una cosa y la realidad es otra. Quizá con su pareja tienen una sensación de estabilidad pero con el affaire logran satisfacer al personaje que fuera descrito en las sombras famosas que toda dama que se precie ha leído que tanto daño ha hecho en las alcobas de los matrimonios. En esta sociedad con baja tolerancia a la frustración no entendemos el no por respuesta en cuanto al sexo se refiere. No hay que confundir sexo con genitalidad. El sexo no es la penetración entendida como tal, añade.
Las nuevas tecnologías y las apps ( Tinder, AdoptaUnTio, Grinder…) que nos brindan sexo inmediato hacen que el proceso sexual deje de existir. Es un bien que necesito, quiero y tengo con tan solo apretar un botón. Polvos exprés, aquí, ahora, allí…Me creo un personaje, uno que tal vez no soy, y pido y me dan. Antes éramos infieles porque estábamos mal, dice la sexóloga, ahora somos infieles porque hemos descubierto un universo en donde podemos pasarlo mejor gratis. Un catálogo de personas que están abiertas al aquí y ahora, sin preámbulos, sin preguntas, solo sexo. En la cultura del hedonismo, el ego se satisface de forma inmediata para autoayudarnos para recordarnos que seguimos vivos en el mercado y que aunque tengamos una familia tradicional nuestra segunda vida nos permite revivir lo que creíamos perdido. ¿Hay algo mejor? ¿hay vuelta atrás? Parece ser que no.
De esta forma, aunque parezca que no tiene relación, nuestra forma de relacionarnos con las personas también ha cambiado. Si no obtenemos algo la amistad se fractura porque nadie tiene tiempo para el otro. No hay mucha más oferta y al final, las personas acaban en un núcleo cerrado en donde nadie puede dañarles a pesar de lo que pasa ahí afuera. Hay que incidir en que la sociedad que no pide, que no se expresa, que no logra verter sus emociones salvo en una foto con algún caracter o en una frase con 140, raramente podrá decir lo que realmente siente. El pensamiento acaba estructurándose con un lenguaje cada vez más pobre, carente de contenido y sobre todo, sin compromiso. No queremos comprometernos porque sigue ahí afuera la oferta; cada vez mejor, a cala y a prueba.
Una mujer ahora puede cambiar de pareja cada fin de semana, puede consumir sexo sin ser tildada de nada. Las antes invisibles mujeres de 50 años pasan al mercado del sexo de igual forma para lograr también una sensación nueva que les permita consumir a su antojo. Tengo, elijo, no lo quiero. La pareja como tal dejará de existir y el amor, entendido como enamoramiento, se tendrá en los primeros estadios de la vida en donde la pureza y la inocencia aún no han conocido la realidad actual. Las parejas longevas, las que ya cumplen más de 25 años juntos experimentan un tandem perfecto en donde la rutina une sus vidas, las costumbres se llegan a pactar y luego va desapareciendo poco a poco el sexo; ese que justificaba parte de la unión. Ahora eso ha cambiado. El sexo puede encontrarse con facilidad y en cambio, en casa, seguimos teniendo la ansiada paz que todos deseamos.
¿Estamos ante la evolución de las relaciones humanas o ante la revolución de las personas que no quieren nada más que satisfacerse y ya está? Supongo que cuando entras en ese canal es fácil perder el norte, porque, ¿a quién le amarga un dulce, y quién diría no si todo es tan fácil? Los valores, los sentimientos, el amor y la verdadera pasión existen aún. Si no quiere perdérsela, intente volver a lo que hubo alguna vez; quizá el norte lo encuentre ahí, el cortejo, la espera, la mirada, el antiguo ir despacio, genere en usted sensaciones aún hoy ya, desconocidas, y quizá al ser nuevo, sea el sexo 5.0; ese que era el de toda la vida que hoy, al parecer, se desconoce.