La falta de acceso a la información y a la tecnología tiene repercusiones considerables en la habilidad de las personas para prepararse para casos de desastres, sobrevivir a estos y recuperarse tras los desastres, señala la edición de 2013 del Informe Mundial sobre Desastres que dio a conocer el 17 de octubre de 2013 la Federación Internacional de Sociedades la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
El Informe Mundial sobre Desastres de este año hace hincapié en la tecnología y el futuro de la acción humanitaria. Redactado por más de 40 académicos y especialistas de la labor humanitaria, el informe destaca que, durante las primeras horas críticas después de una emergencia, la población local es la que, de hecho, logra salvar más vidas. Sin embargo, muchos de estos primeros agentes de intervención no tienen acceso ni a la información ni a las herramientas básicas que salvan vidas, como los sistemas de alerta temprana o la infraestructura básica de redes y conectividad.
Aunque “gracias a las nuevas tecnologías”, las comunidades “cuentan ahora con mayor capacidad y aptitudes para ayudarse a sí mismas”, en el informe se reconoce que existe una profunda desigualdad en el acceso a estas tecnologías. Esta desigualdad, llamada “brecha digital” en el informe, es más pronunciada en los países del mundo que son más propensos a desastres.
“Si bien el número total de damnificados por desastres disminuyó en 2012, el número de personas afectadas en los países más pobres fue en aumento y se elevó a más de 31,7 millones”, dice Patrick Vinck de la Iniciativa Humanitaria de Harvard y compilador del Informe Mundial sobre Desastres de 2013, y agrega: “También, muchas veces, son quienes menos acceso tienen a la tecnología”.
En el informe se advierte que el recurso cada vez más asiduo a las nuevas tecnologías por parte de las organizaciones humanitarias, para obtener información sobre las necesidades de las comunidades afectadas por los desastres, plantea el riesgo de que sólo se escuche la voz de las personas que disponen de conexión a medios tecnológicos, excluyendo así a quienes no la tienen.
Bekele Geleta, secretario general de la Federación Internacional, explica: “Tenemos la esperanza de que los gobiernos y la población afectada en los países propensos a desastres puedan aprovechar las innovaciones, tales como los programas informáticos de predicción meteorológica, las imágenes obtenida por satélite y los sistemas de alerta masiva, lo cual incrementa su capacidad de resistencia y recuperación a raíz de un desastre, así como su habilidad para recuperarse rápidamente cuando los desastres sobrevienen. En Filipinas, el tifón Bopha afectó a 6,3 millones de personas, y miles de habitantes sobrevivieron porque el 99% de la población tenía acceso a la telefonía móvil y pudo recibir mensajes de alerta temprana e información sobre los lugares seguros”.
En el Informe se insta al sector privado, a las organizaciones humanitarias, a los gobiernos y a las comunidades locales a asociarse para asegurar el acceso a la tecnología en favor tanto de estas poblaciones como de los agentes de intervención.
«Hay ejemplos constructivos sobre lo que puede ocurrir cuando los expertos en tecnología y los agentes humanitarios aúnan esfuerzos», declara Ed Happ, jefe de los Servicios de Información de la Federación Internacional. El señor Happ añade, “La Federación Internacional y la empresa de telecomunicaciones Trilogy elaboraron el sistema TERA de mensajes de texto, mediante el cual tres millones de personas en Haití pudieron recibir alertas sobre huracanes y consejos para prevenir enfermedades. Recientemente lo instalamos en Sierra Leona, y aspiramos a poner en marcha el sistema TERA en 40 países. Sin embargo, solos no podemos hacerlo: necesitamos que los sectores público y privado trabajen conjuntamente con nosotros.”
Geleta añade que “en la edición de 2013 del Informe Mundial sobre Desastres se examina el potencial que representa la tecnología para mejorar la ejecución de las operaciones humanitarias e incrementar la capacidad de resistencia y recuperación de la población. También se consideran los riesgos y las consecuencias imprevistas de esta afluencia de tecnología, y se formulan recomendaciones sobre la manera de sacar óptimo provecho de las oportunidades, al tiempo que se disminuyen los riesgos. Por último, lo que importa no es la tecnología, sino la manera en que se la emplea para salvar y mejorar la vida de las personas.”
Menos muertes a raíz de los desastres que en los últimos diez años
En el informe, también figura su resumen anual de la información sobre desastres. En 2012, se registró el menor número de muertes y personas afectadas a raíz de desastres de los últimos diez años. En 2012, el número de muertes a causa de los desastres se situó un noventa por ciento (90%) por debajo del promedio de los últimos diez años. El número de desastres registrados es también el más bajo del decenio. Sin embargo, por lo que respecta a los costos conexos a desastres, 2012 aún figuraba como el quinto año más costoso de los últimos diez años.
En total, se registraron 552 desastres cuyas consecuencias entrañaron costos por un valor ligeramente inferior a 158.000 millones de dólares estadounidenses. El huracán Sandy fue el desastre que conllevó costos más elevados, a saber, 50.000 millones de dólares estadounidenses; el más mortífero fue el tifón Bopha en Filipinas, que dejó un saldo de 1.901 muertos. En 2012, del total de 139 millones de personas afectadas por los desastres, las inundaciones representaron el 53% de los damnificados; las inundaciones más graves tuvieron lugar en China en abril y junio
Desastres naturales desde el año 2000
26 de diciembre de 2004, terremoto del Océano Índico.
Conocido por la comunidad científica como el terremoto de Sumatra-Andamán, fue un terremoto submarino con epicentro en la costa del oeste de Sumatra, Indonesia. Ocasionó una serie de tsunamis devastadores a lo largo de las costas del Océano Índico. Según recuento de Naciones Unidas, hubo un total de 229.866 afectados: 186.983 muertos y 42.883 desaparecidos.
12 de enero de 2010, terremoto en Haití
Afectó fundamentalmente a Puerto Príncipe, la capital del país. Sus consecuencias fueron devastadoras para el país más pobre de América: 200 mil muertos; 250 mil heridos y un millón de personas sin hogar.
27 de febrero 2010, terremoto en Chile
Alcanzó una magnitud de 8,8 y el epicentro se ubicó en el mar chileno, a 150 kilómetros al noroeste de Concepción y a 63 kilómetros al suroeste de Cauquenses. Las víctimas fatales llegaron a un total de 525 fallecidos. Cerca de 500 mil viviendas resultaron con daños severos y se estiman un total de 2 millones de damnificados, en la peor tragedia natural vivida en Chile desde 1960.
5 de abril de 2010, temporal en Río de Janeiro, Brasil
Las inundaciones dejaron más de 300 víctimas mortales, la mayoría sepultadas por deslizamientos de tierra en favelas construidas en laderas de cerros, habitados por gente pobre. Además, 1.410 personas quedaron damnificadas tras la pérdida de sus hogares y cerca de 10.000 viviendas fueron consideradas en riesgo grave.
14 de abril de 2010, terremoto en Yushu, China
Yushu, en la provincia de Qinghai, está próxima al Tíbet. El sismo destruyó cientos de casas y cortó las comunicaciones en la región. Fallecieron 1.944 personas y 10,000 resultaron lesionadas.
10 de enero de 2011, nuevo diluvio en Río de Janeiro, Brasil
Se estima que sobre 300 personas perdieron la vida. La mayoría de las muertes ocurrieron como consecuencia del deslave de las montañas
11 de marzo de 2011, terremoto y tsunami en Japón
Sacudió gran parte de la costa este de Japón. Tuvo una magnitud de 8.9 grados en la escala de Richter, el mayor en la historia de ese país; se cobró la vida de más de 5 mil personas, ocasionando pérdidas multimillonarias. Llegó acompañado de un tsunami que destrozó la parte costera de Fukushima.