La presencia del líder del Partido Laborista israelí Avi Gabay en Marruecos ha motivado las protestas e indignación azuzadas por responsables del Observatorio marroquí contra la normalización con Israel que la califican de «provocación».
Avi Gabay, aunque nació en Jerusalén, tiene su origen en una pequeña localidad a unos cien kilómetros, al noroeste de Marraquech, Demnate, «que no aparece en Google» según afirma él mismo. Sus padres, judíos sefardíes, provienen de Demnate y son inmigrantes marroquíes en Israel donde emigraron con sus ocho hijos.
También algunos medios creen que tenía «fines electorales» cara al millón de judíos de origen árabe existentes en Israel. Son los conocidos como mizrajim, palabra hebrea que significa oriental, y que hace referencia a la comunidad judía de los países árabes del norte de África y Medio Oriente.
Gabay, quien estuvo de vacaciones y de forma privada en Marruecos con su mujer y sus tres hijos, había manifestado que tenía «un gran deseo de hacer este viaje y nos costó mucho llegar allí». Con los pocos habitantes que recordaban a sus padres, habló en árabe dariya, dialecto marroquí que domina.
Es un auténtico recién llegado ya que se afilió al laborismo en diciembre de 2016 tras dimitir seis meses antes como ministro de Medio Ambiente, por el partido centrista Kulanu, que formaba parte del actual Gobierno derechista de Benjamín Netanyahu. Era director ejecutivo de una empresa de telecomunicaciones.
Gabay es líder laborista tras imponerse hace un año, en julio de 2017, en las primarias del partido, con un 52 %, al otro candidato, Amir Peretz, curiosamente también de origen marroquí, nació en Boujad. No forma parte de la Knéset, Parlamento israelí, y las últimas encuestas le sitúan en el tercer lugar de las preferencias con unos 13 escaños superando a la Lista Árabe Unida que actualmente cuenta con esos 13 representantes.
Hay que recordar que Marruecos no mantiene relaciones con Israel desde el año 2000. El Observatorio marroquí contra la normalización con Israel calificó al político de «criminal de una pandilla de ocupación sionista» además de calificar su presencia de «crimen contra todos los marroquíes» y alertar de la «infiltración sionista que amenaza la seguridad nacional de Marruecos».
En Marruecos se calcula que al proclamarse la independencia en 1956 eran unos 250 000 los judíos, muchos de ellos de origen sefardí. Hasta 1961 se calcula que salieron más de cien mil, pero sobre todo, tras la primera guerra árabe-israelí de 1967 fueron emigrando principalmente a Israel, Canadá y Francia, y ahora tan solo quedan unos 5000 judíos. El más influyente es el asesor real, André Azoulay.
La presencia del mellah, o barrio judío, sinagogas y cementerios permanecen como su huella en Marruecos. En Esaúira se quiere rehabilitar su mellah por parte del Fondo Mundial de Monumentos (WMF). En cuanto a las ciudades del norte, en Tánger, hubo dos sinagogas y había 18 000 judíos en la etapa de la ciudad internacional y en Tetuán, capital del que fuera Protectorado español, unos 7000.
Ahora se ha anunciado la posible creación del Museo de la memoria judía marroquí, en Fez. El presidente de la Fundación Nacional de Museos de Marruecos (FNM), Mehdi Qotbi sostiene que «no se debe ocultar una parte esencial de nuestra cultura que es el judaísmo».
En Fez apenas perviven dos centenares de judíos y era el lugar de nacimiento del que fuera gran rabino de Marruecos y descendiente de una familia de eruditos judíos, Aaron Monsonego, quien falleció a los 90 años, el pasado 7 de agosto, curiosamente en Jerusalén, donde residía por motivos de salud junto a su familia, y donde fue enterrado.
En 2016 ya se inauguró un Museo Judío en Casablanca junto a la reinaugurada sinagoga Ettedgui, en la antigua medina de la ciudad. El Gobierno financió las obras por valor de casi 8 millones de dirhams (720.500 euros).
