“Prefería sentirme mal, parecía una respuesta adecuada a quien era y lo que era”.
“Le seguí escaleras arriba y hacia un destino lleno de tarados y pájaros rojos, polis sin nombre y mujeres que te engañaban una y otra vez”.
Para el protagonista de la novela del escritor estadounidense Walter Mosley titulada Traición, Joe King Oliver, un expolicía que es ahora un detective privado en el Nueva York más actual, un caracol conduce “a la humanidad a una manera nueva de entender la misma mierda de siempre”.
A JKO (que dice de sí mismo: “tengo una piedra fría en vez de cerebro y un nido de avispas en lugar de corazón”) le gustan las novelas de detectives:
“De vez en cuando me gusta fingir que era un detective salido de un libro”.
También quisiera ser el detective Tecumseh Fox de las novelas de otro escritor estadounidense, Rex Stout (el creador de Nero Wolfe). Él que es un detective de las novelas (esta es la primera en la que sale) del gran escritor de novela de detectives Walter Mosley.
Situémonos, en Traición, publicada en 2018, leemos y sentimos la presencia de un detective negro para el cual la palabra afroamericano es propia de profesores. Él utiliza la palabra negro. JKO, el propio narrador de la novela, es un detective peculiar, como uno espera que sean los protagonistas de las buenas novelas de género, y no estereotipos tan repetidos que resulten ser como trajes ajados que nadie quiere ponerse. Es un detective que en ocasiones pronuncia “palabras de agradecimiento por los obsequios de los muertos”, es un detective que conversa con personas que cuando juegan con él a las cartas consideran que “es como mirarse en un espejo con los ojos cerrados”. A JKO le gustan las reglas, “seguirlas me demuestra que soy un hombre civilizado”, pero sabe que “las reglas no cubren hasta el último aspecto de todo”.
Como buen investigador salido de la literatura estamos ante un filósofo forjado en las afrentas de la calle (capaz de preguntarse si la vida no deja de ser “una algarabía sin sentido de lo más humana”):
“Las mujeres, y la mayoría de los hombres, lo que necesitan es a alguien que entienda sus deseos y sus mierdas, no necesariamente por ese orden”.
Un filósofo con algo de poeta sin poemas, que para eso es un personaje literario perfectamente literario:
“La vida se me estaba viniendo encima. La vida era como el milagro de un tigre al acecho”.
En Traición hay vértigo, hay sosiego paterno-filial, hay perfidia, hay nobleza y hay crueldad. Resbala suavemente la gran novela de Walter Mosley sobre los necesitados ojos del lector ansioso de saber, pero sobre todo admirado ante la contemplación de una ciudad, la ciudad por antonomasia de la modernidad, Nueva York.
Como escribiera de la primera obra del escritor estadounidense, El demonio vestía de azul (una de las preferidas del protagonista y narrador de Traición, ¡toma ya!):
¿Qué le queda a la realidad cuando le quitamos lo accesorio? Una novela de Mosley.
Te dejo con el tremendamente humano personaje de Mosley:
“El tenor de la pregunta me provocó un escalofrío. Era algo más allá del amor que se remontaba a cuando la humanidad era un grupo animal vinculado por una experiencia más honda que cualquier recuerdo”.