La medicina es una profesión pero en muchos casos es una verdadera vocación. Una vocación de ayuda al prójimo y de entrega personal mas allá de salarios o intereses personales.
Los médicos que forman parte de las instituciones no gubernamentales, ONG, suelen ser médicos misioneros que ejercen su profesión de forma gratuita en beneficio de sociedades vulnerables y de escasos recursos.
Médicos sin Fronteras, fundada en 1971, con sede en Ginebra, Suiza, es una de estas agrupaciones, y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1999 por su labor humanitaria a víctimas de catástrofes, conflictos armados y casos de emergencia, sin discriminación de raza, sexo, religión o política.
Otras instituciones apoyadas por entidades religiosas o particulares organizan estas misiones a lugares apartados del mundo para proporcionar atención médica, llevar a cabo cirugías y garantizar la sostenibilidad a largo plazo del sistema de salud en países con muchas carencias.
En España existe Médicos del Mundo, que se inició en 1980, igualmente en Argentina con el nombre Grupo Solidario del Sur. En Estados Unidos, el famoso buque Mercy es una organización cristiana humanitaria sin fines de lucro que mejora la asistencia sanitaria especialmente en el África, la atención se presta en el barco que atraca en los puertos de cada país. Fue el sueño de Stephens y Deyon, quienes deseaban un barco hospital y en 1978 contaron con el apoyo de la fundación suiza Naves de Esperanza.
Estas misiones surgen según la ética médica y por principios de acción humanitaria, no por acciones proselitistas políticas, generalmente, con el aporte de donaciones privadas, y el entusiasmo de galenos humanistas.
El médico Geraldo De Coulon se formó en Argentina, con postgrados en Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Suiza, con numerosas publicaciones de su especialidad. Actualmente es cirujano en Ortopedia Pediátrica y especialista en Neuro-ortopedia del Hospital Universitario de Ginebra (HUG). Con permanentes cursos de actualización en su materia, dedica parte de su tiempo a las misiones médicas por el mundo. Es un médico misionero. Nos acercamos al Hospital para conversar con él y conocer sus experiencias en esta tarea voluntaria, ad honorem y social.
Geraldo De Coulon: Estudié Medicina porque me gustaba ayudar al otro. En Argentina, donde ejercía, tenía acceso a la medicina privada pero también a hospitales públicos, podía atender gente carenciada. En el 2002 emigré a Suiza y cuando llegué a Ginebra traía mi capital de estudios en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Enseguida me integré y ejercí mi profesión. Todos los suizos tienen acceso a la medicina, no había problema pero me faltaba ese contacto humano que tenía en Argentina, entonces busqué lugares donde misionar, atendiendo a gente que lo necesitaba.
Adriana Bianco: ¿Dónde realizaste misiones médicas?
GDC: Fui a Bangladesh, a Kenia, a Vietnam, a Nepal…
AB: ¿Cómo se organizan estas misiones donde vas voluntariamente?
GDC: En el caso de Bangladesh, es una persona que tiene dinero y dona para estas misiones a través de Children’s National, es un acuerdo donde el médico pone el trabajo, el tiempo, y la entidad los gastos de viaje y los operativos en el lugar, con el objetivo de ayudar, in situ, a los necesitados. Generalmente estoy de una semana a diez días.
AB: ¿Y cómo se desarrolla la misión asistencial?
GDC: En Bangladesh, por ejemplo, trabajé en un hospital de leprosos, tenía un compañero médico que estaba allá y me pidió que lo ayudara en la parte ortopédica. En Bangladesh se ocupaban de organizar el personal médico que iba a colaborar conmigo y preparar a los pacientes.
AB: ¿Cómo llegan los niños afectados a tener esa asistencia?
GDC: Hay personal encargado que los selecciona y avisa a los padres en los pueblos porque viven en zonas muy apartadas, se acercan al hospital en las fechas que hacemos la misión. Cuando llego, hacemos las consultas de 40 o 60 pacientes y vemos cómo podemos tratarlos y quiénes requieren operación. Con este plan de acción, a la semana siguiente operamos a los chiquitos que lo necesitan.
AB: Pero el postoperatorio lo siguen los médicos locales…
GDC: Sí, los médicos locales hacen el seguimiento y estamos en contacto por si hay algún problema o consulta. Hay lugares, como Vietnam, que es difícil por la lengua, pero otros están en permanente contacto conmigo, preguntándome y buscando asesoramiento. Una de las finalidades es que el equipo del hospital pueda atender los casos y se perfeccionen. No es solamente curar a los niños, es también sostener los tratamientos y dar los conocimientos para que puedan los médicos locales seguir adelante.
AB: ¿Qué se siente siendo médico misioner?
GDC: Parece que uno fuera a ayudar pero se recibe mas de lo que se da. El cariño de los chicos y de los padres es muy grande, es más grande que los conocimientos o el profesionalismo que nosotros aportamos.
Mencioné el asunto de la lengua y es un problema. En Bangladesh, mi amigo médico hablaba lenguas y podíamos comunicarnos muy bien. Cuando fui a Nepal tampoco hubo problema porque con el inglés nos entendíamos. El problema se planteó en Vietnam, donde fui no se hablaba inglés, ni otras lenguas. Entonces la transferencia de conocimientos se limita y el entendimiento con los pacientes es mas complicado. En África algunos países hablan francés o inglés y uno puede dar su experiencia pero si no hay comunicación los seguimientos son difíciles. Se ayuda en el lugar y en el momento pero no hay una continuidad.
Por ejemplo, cuando hay comunicación, como ahora con el equipo de Nepal, recibo cada semana lista de pacientes y sigo los casos y me preguntan y ya hace más de un año que fui. La comunicación y mantener los contactos es importante.
AB: ¿Cuáles son las enfermedades o casos más frecuentes dentro de tu especialidad?
GDC: Hay muchos niños con incapacidades neurológicas mentales y motoras, son problemas genéticos y de nacimiento. Hay problemas de grupo RH positivo y RH negativo, los chicos no tiene acceso a controles de sistema médico y nacen en sus casas, en condiciones muy precarias. Hay muchos casos neurológicos, lamentablemente, a veces, bastante complejos. También, son muy comunes las malformaciones.
Otro problema es que estos centros médicos son muy básicos para hacer operaciones, por ejemplo una cirugía de escoliosis no se puede hacer sin equipos y recursos. Hay riesgos si operas en malas condiciones. El niño va a una operación porque tenemos la posibilidad de que quedé mucho mejor. Si no tenemos los medios adecuados, no nos arriesgamos.
AB: Lo que falta en estos países es una política de salud pública.
GDC: Sí. La asistencia médica primaria es fundamental para atender a un niño y que no sufra consecuencias. Una fractura bien atendida no tiene complicaciones pero si no hay asistencia queda lisiado, una fractura de cadera que no fue atendida, una fractura de codo sin atención y el chiquito queda con el problema de por vida.
Depende de cada país la salud pública, proveer centros médicos, la asistencia primaria, eso es fundamental.
AB: No basta la ayuda de Naciones Unidas, de entidades privadas, tiene que haber una política de salud nacional y presupuestos para la salud. Las ONG están desarrollando una labor que los gobiernos no hacen.
GDC: El Hospital donde yo opero, en Bangladesh, es holandés. Por otra parte, creo que hay que formar a la gente en su país, para que puedan asistir y continuar, la educación médica local es muy importante.
También hay que tener en cuenta que las patologías no son las mismas, y la medicina que tenemos en Europa no es la misma que en estos países. La patología es diferente, hay casos que en Suiza ya no se ven porque hay muy buena medicina primaria y preventiva. Raquitismo se ve mucho en Bangladesh porque los chicos no se alimentan como en Europa. Hay sociedades que no tiene lo que tenemos en Europa.
AB: Lamentablemente, hablamos de una medicina de países pobres y otra de países desarrollados. ¿Cuáles son los desafíos de un cirujano en la actualidad, dentro de tu especialidad?
GDC: En la Ortopedia infantil, hay que tener una asistencia primaria. Todos los niños deberían tener centros médicos donde acudir y asistencia adecuada.
AB: La cirugía y la tecnología médica se ha desarrollado muchísimo. ¿Cuáles son los logros actuales?
GDC: En Ortopedia Pediátrica se ha crecido pero no hay cambios muy contrastantes. Tenemos mejores instrumentos y tenemos más información, o sea, uno va a operar con toda la información, no vamos a abrir y ver de qué se trata como hace veinte años. Ahora cuando operamos tenemos información. Es más seguro.
AB: Algún recuerdo de un pequeño que operaste y volviste a ver recuperado…
GDC: No siempre los veo cuando vuelvo. Sí tengo los informes de los médicos con quienes trabajo que me mandan los vídeos con las mejoras de mis pacientes.
Ahora tengo un vídeo de un chiquito que le operé las dos piernas y está mucho mejor y contento, y los médicos me piden que vaya para aprender más, esto me llena el corazón, es una gran satisfacción.
Para mí es muy importante ayudar a la recuperación de un niño pero también es muy importante ayudar al médico del lugar para que pueda seguir la tarea de asistencia. Es fundamental pasar la información para que se continue la labor médica y se pueda curar a más niños.
AB: La medicina es vocación o profesión o debe ser las dos cosas.
GDC: Yo soy médico por vocación. La medicina fue una forma de darle sentido a mi vida, ayudar al prójimo es para mi muy importante, se trata de la vida, de la salud, de guardar un contacto humano pero para eso hay que prepararse, sin la parte profesional seria y bien informada no se logra cumplir con esta vocación. Para ayudar más hay que buscar los niveles de excelencia profesionales, por lo tanto, para mi vocación y profesión están unidas.
Conocí hace muchos años al Dr. Geraldo de Coulom, fuimos compañeros en la facultad de medicina UBA, a veces estudiábamos juntos. Una hermosa persona. Muy cálida. Me alegro mucho por él. Y no me sorprende a pesar de las décadas sin verlo, hable de la maravillosa vocación de ser médico, aliviar el dolor a quienes lo necesitan.
Diana Villalba
Bravo por poner en valor los heroes de nuestra sociedad..