La música no es sólo una fuente de entretenimiento y conocimiento, sino que puede convertirse en una herramienta terapéutica complementaria, ante una serie de condiciones médicas en las cuales hay claras limitaciones en la terapia actual como sucede en el manejo de determinadas enfermedades crónicas en los ancianos y su deterioro cognitivo. En las últimas dos décadas, ha habido un mayor conocimiento de las redes neurales involucradas en el procesamiento musical y de los cambios humorales, electrofisiológicos e incluso estructurales, que la música puede inducir en nuestro cerebro. Si bien aún existe poca evidencia sobre la eficacia de la música como terapia complementaria en trastornos como: demencias, Parkinson, epilepsia, cáncer, entre otros, hay información importante a la hora de implementar Musicoterapia en la atención de Salud y esto surge como una alternativa de bajo costo e inocua, que puede mejorar la calidad de vida de los pacientes.
.La música tiene un efecto bien documentado en aliviar ansiedad, depresión y el dolor en enfermedades somáticas. Las respuestas que genera la música en estructuras que dan input dopaminérgico como el área tegmental ventral y el núcleo accumbens (parte del sistema límbico), sugieren que la música reduce el dolor al aliviar la ansiedad y distraer la atención de estímulos negativos, ayudando a sobrellevar así el estrés emocional.
Utilizar la música como herramienta terapéutica en la rehabilitación neurológica, ha hecho que se desarrollen nuevos métodos basados en música para mejorar déficits tanto motores, cognitivos, de lenguaje, emocional y social en personas afectadas por diversas condiciones, en distintas etapas de la vida. Así por ejemplo, se ha usado musicoterapia en niños y adolescentes que padecen de autismo y dislexia, tanto en adultos y adultos mayores afectados de accidente vascular encefálico, enfermedad de Parkinson, demencias y epilepsias entre otras patologías.
Para el musicoterapeuta norteamericano Kenneth Bruscia, “la músicoterapia es un proceso constructivo en el cual el terapeuta ayuda al paciente a mejorar, mantener o restaurar un estado de bienestar, utilizando como fuerza dinámica de cambio experiencias musicales y las relaciones que se desarrollan a través de ellas».
Para Oliver Sacks, destacado neurólogo y escritor, esta terapia ha sido uno de los grandes impulsores de la aplicación de la música en condiciones neurológicas como Parkinson y demencias, impulsando la creación de unidades de musicoterapia en hospitales en Estados Unidos. Sacks describió en su libro “Despertares” cómo pacientes parkinsonianos post-encefalíticos expuestos a música, lograron tener capacidad de movimiento impensable por su daño de base.
Estudios controlados randomizados en pacientes con demencia, han mostrado que el empleo de terapia musical o ejercicios basados en música, mejora en forma global la cognición y fluencia verbal, sin embargo, muchos de estos ensayos adolecen de problemas metodológicos y no es posible concluir con certeza un beneficio. Si bien la calidad de estudios más recientes ha mejorado y se han observado beneficios en el control de la agitación, ánimo, ansiedad y función cognitiva global se sigue haciendo énfasis en la necesidad de mejores estudios y en un enfoque individual no grupal considerando las preferencias musicales del paciente.
Los pacientes con demencia degenerativa tipo frontotemporal tienden a tener más dificultades en asociar emociones a la música que los con Alzheimer así que el tipo etiológico de demencia también puede determinar la respuesta terapéutica.
La musicoterapia como especialidad, surge a mediados del siglo XX, en países como Inglaterra y Estados Unidos. En el VIII Congreso Mundial realizado en Hamburgo, Alemania, en 1996, la Federación Mundial de Musicoterapia la definió así: “Musicoterapia es la utilización de la música y/o de sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta calificado con un paciente o grupo, en un proceso creado para facilitar y promover comunicación, aprendizaje, movimiento, expresión, organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, para así satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas».
Aplicar la música en la neurorrehabilitación de pacientes, supone un recurso económico, asequible, con evidencia científica que puede ser de ayuda en el manejo de diversas condiciones médicas para cuales aún existe bastante limitación de la terapéutica actual y sobre la cual aún queda mucho que estudiar al respecto.