Es importante saber que si usted arrastra una obesidad durante al menos cinco años, no adelgaza con ningún régimen alimenticio y se siente mal puede que tenga resistencia a la insulina y esté desarrollando la diabetes tipo I o 2 y lo desconozca.
El empeoramiento gradual del control de la glucosa en sangre hace que en algunos pacientes, aunque no de clínica salvo que la evaluación del modelo de homeostasis de la resistencia a la insulina (HOMA.IR) y el IMC sean conocidos. El HOMA-IR es una medida sustitutiva de la resistencia a la insulina calculada utilizando valores de glucosa e insulina en plasma en ayunas y está fuertemente correlacionada con el método de pinza hiperinsulinémica euglucémica más intensiva en recursos en individuos con y sin diabetes.
Desde hace casi 10 años se sabe la importancia de la esteatosis hepática en la determinación de la resistencia a la insulina, y se reconoció el vínculo con la diabetes tipo 2. Dado que el grado de sensibilidad a la insulina determina la efectividad de la regulación de la gluconeogénesis hepática y por consiguiente de la glucemia en ayunas, el contenido de grasa hepática parecía ser un factor central.
Cuando hemos tenido un exceso de calorías durante muchos años que ha conducido a una acumulación de grasa en el hígado, y por tanto, resistencia a la insulina hepática, como el hígado produce glucosa continuamente hace que exista un aumento de glucemia en ayunas que desencadene un aumento por ello de la producción de insulina. Debido a que los mayores niveles de insulina estimulan la conversión de carbohidratos en grasas dentro del hígado, se inicia un círculo vicioso del que es difícil salir si no es con una dieta muy restrictiva por parte de un médico endocrinólogo.
Por otra parte, se postula que un exceso de grasa en el hígado aumenta la exportación de grasa s todo el cuerpo, que puede ser absorbida por muchos tejidos, incluidas las células pancreáticas β. Se sabe que la grasa disminuye la producción aguda de insulina, causando eventualmente un aumento de los niveles de glucosa después de las comidas. Esto que parece evidente da como resultado también una tendencia a almacenar el exceso de carbohidratos como grasa hepática.
Debido a que actualmente se acepta que la esteatosis hepática es la causa más común de concentraciones moderadamente elevadas de ALT, se ha concluido que esta es importante en la diabetes tipo 2, incluyendo la asociación entre la sensibilidad a la insulina hepática y el grado de almacenamiento de grasa en el hígado.
En el hígado, el exceso de grasa empeora la capacidad de respuesta hepática a la insulina, provocando un aumento en la producción de glucosa.
Si además tenemos una acumulación de grasa hepática y un aumento de los triglicéridos desde el hígado, estaríamos hablando de un exceso de grasa en la sangre y de grasa ectópica incluso en el páncreas y con ello, procuraríamos un daño de la función de las células beta que no funcionarían correctamente. Primero, debido al estrés metabólico inducido por la grasa y segundo, a la pérdida del control plasmático de la glucosa y de la diabetes tipo 2.
Hay que destacar que un gran número de personas con diabetes tipo 2 tienen un índice de masa corporal normal (IMC) y pueden ser adultos jóvenes, aunque lo desarrollen por su estilo de vida nada saludable. Comer mal, acumular grasa en la dieta, ingerir alcohol normalmente puede hacer que se desarrolle de forma silente y no de clínica alguna salvo si nos hacemos una analítica que controle los niveles de resistencia a la insulina, los triglicéridos, el colesterol y la glucosa. En todo caso, si no se ha hecho un control médico y su estilo de vida no es demasiado saludable, cuestiónese si debe hacer un examen completo para prevenir la diabetes y otras enfermedades hepatobiliares complejas.
La diabetes tipo 2 es una condición que se desarrolla en las personas que consumen más calorías de las que requieren durante un largo periodo de tiempo.
Más grasa de la que el cuerpo puede almacenar en forma segura conduce a un exceso de grasa hepática y pancreática y a la posterior pérdida del control de la glucemia. La obesidad se ha asociado también a cánceres que son evitables y que parten de años con una insulina alta, resistencia a la insulina sin diagnosticar y una esteatosis hepática conformada en el tiempo
En el caso de los niños y adolescentes obesos con resistencia a la insulina puede que presenten en el cuello o en los brazos manchas oscuras y gruesas. Estos son rasgos visibles que se conectan con problemas debidos a una prediabetes y estas debe mostrárselas al pediatra cuando vaya a realizar un chequeo médico.
De acuerdo con la Guía de Práctica Clínica Atención Integral de la Obesidad en la Infancia y la Adolescencia la metformina está indicada en pacientes con resistencia a la insulina y síndrome metabólico. En el caso de los niños y adolescentes con un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 35 y en quienes han fallado las intervenciones de estilo de vida con anterioridad, se pueden beneficiar con el uso de esta.
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