Acusados de haber facilitado la entrada en China de migrantes, a pesar del cierre de fronteras decretado a causa de la pandemia, cuatro hombres, vistiendo un mono blanco y con las manos esposadas en la espalda, fueron obligados el martes 28 de diciembre de 2021 a desfilar por las calles de Jingxi, una ciudad del sur de China, escoltados por policías que llevaban pancartas con el nombre y la foto de los condenados.
Este castigo, reminiscencia de las «humillaciones públicas» que tuvieron lugar durante la Revolución cultural de Mao Zedong, debe servir de «advertencia», según la opinión del diario oficial Las Noticias de Guangxi
En la práctica, China erradicó el virus de su territorio en 2020, a base de restricciones radicales que sus ciudadanos soportaron estoicamente: limitación de vuelos internacionales, cuarentenas obligatorias para los viajeros a su llegada, y sobre todo rastreos masivos seguidos de estrictos confinamientos a la menor aparición de casos. Como ejemplo el de la ciudad de Xi’an: sus trece millones de habitantes llevan una semana encerrados en sus casas tras la detección de 52 casos de infectados de Covid-19.
Esta es la causa de que el gobierno local de la provincia de Guangxi haya decidido sacar del baúl de los recuerdos la «humillación pública», una medida punitiva prohibida en el país desde 2010.
En el pasado mes de noviembre se convocó una concentración para presenciar un caso semejante de dos acusados que asistían, también con mono blanco y esposados, a la lectura que un funcionario hacía de las infracciones que habían cometido: contrabando y tráfico de personas.