«Un error oficial»

Tengo amigos con los que de manera frecuente intercambio impresiones sobre las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana, en la que incurren muchas personas, y siempre llegamos a la conclusión de que ocurren por descuido o por despreocupación, lo cual se traduce en el hecho de que no han tomado en cuenta la importancia de hablar bien y de escribir de mejor manera.

No han valorado el hecho de que los medios de difusión masiva ejercen un enorme poder inductivo, lo que hace que todo lo que en ellos se escriba o se diga, mal o bien, tenderá a arraigarse en el vocabulario del común del hablante. Ante ese inmenso poder de inducción, es prudente tener cuidado, pues podrá ser igualmente provechoso que dañino. ¡Es preferible obtener el mejor y mayor provecho!

Recientemente, mi estimado amigo, profesor José Vásquez Manzano, uno de mis contertulios a distancia, me envió la captura de una publicación en la red social Twitter, del canal Telesur, en la que se reprodujeron textualmente unas palabras del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez, solo que no utilizaron las comillas correspondientes; pero eso no es lo más importante, por ahora.

Quienes lo compartieron y lo difundieron, lo titularon «error oficial», y yo, para no romper el equilibrio, lo he utilizado como título de este artículo, con el que una vez más volveré a hablar de algunas palabras homófonas que se han convertido en el gran dolor de cabeza de aquellos cuya ocupación habitual es la redacción de textos.

El aludido contenido decía: «El Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, @jorgepsuv, más halla de las diferencias profundas que mantenemos hemos logrado el resultado de acuerdos tempranos». Una redacción pobre y plagada de impropiedades, propia de alguien que aun cuando pudiera ser licenciado en Comunicación Social, no se ha preocupado por escribir bien. En esas pocas líneas faltan comas, comillas, se utiliza una mayúscula innecesaria y hay otra con un significado muy diferente del que tiene.

No llevo la cuenta de las veces que he escrito sobre algunos vocablos homófonos muy frecuentes en redes sociales y grupos de WhatsApp, que generan confusión e impropiedades. Lo lamentable de eso es que, en muchas ocasiones, quienes incurren en esos deslices, son personas a las que sería impensable tacharles una falta de esa naturaleza; pero ocurren. No tengo dudas de que el redactor o redactora del aludido párrafo quiso decir más allá, solo que no utilizó el término adecuado.

Ante eso es prudente recalcar que halla es una forma del verbo hallar (encontrar (se): «El director no halla la forma de convencer a los alumnos»; «Halla la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo»; «La sede de la organización se halla en París». Eso da pie para hablar de sus parientes allá, aya y haya. La primera es un adverbio de lugar: «Allá en el camino real…». La segunda se refiere a la mujer encargada del cuidado de niños: «Ha llegado una nueva aya». La tercera puede ser una forma del verbo haber o un árbol: «Quizá haya mucha gente»; «Han cortado el haya».

Son palabras homófonas, es decir, tienen el mismo sonido; pero se escriben diferentes y no significan lo mismo, que conviene conocer, en virtud de usarlas adecuadamente. También están hay, ahí y ay. No está demás decir que hay es una forma del verbo haber: «Hay una gran cantidad de indocumentados». Ahí es un adverbio de lugar: «Déjalo ahí, sobre la mesa». Y ay es una interjección que indica dolor, sorpresa o temor: «¡Ay de mí! «¡Ay Dios!» «¡Ay mi madre!»

Sobre esa última forma se debe tener presente que son exclamaciones, y por tanto deben ser señaladas con el signo correspondiente (¡!), al abrir y al cerrar, y no con un solo elemento, como mal acostumbran algunos redactores, que por desconocimiento o influenciados por la forma inglesa, solo usan el de apertura. El mismo criterio es aplicable a las frases interrogativas directas: ¿Entendieron? ¡Me alegra!

Son situaciones fáciles de manejar, para lo cual será necesario sopesar la importancia de escribir para un público en el que por supuesto existen diversos niveles de comprensión y de asimilación. En esto deben ser muy cuidadosos los periodistas, educadores y otros profesionales cuya ocupación habitual sea la redacción de textos. ¡Espero que muchas dudas hayan sido disipadas, esa es la finalidad!

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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